'Juego de Tronos' 8x01: De aquellos polvos, estos lodos

La espera mereció la pena. Una espera de casi dos años desde el final de la séptima temporada que culminó en esta season premiere de la octava y última temporada, de título 'Winterfell', y que desde luego no decepciona: es una amalgama de todas las virtudes (y algunos de los defectos, que haberlos, haylos) que han convertido a 'Juego de Tronos' en el gran fenómeno cultural de esta década que se precipita a su fin.

NOTA: Este artículo habla sobre detalles de la trama del capítulo 8x01 de 'Juego de Tronos'. SPOILERS del capítulo si todavía no lo has visto.

Que no falté de nada. Ni gloria

Los inicios de temporada de 'Juego de Tronos' suelen ser tranquilos, de volver a colocar las piezas en el tablero e hilvanar las tramas que explotarán a final de temporada pero con, el final de la serie a apenas seis semanas, Benioff y Weiss no se pueden permitir andar mareando la perdiz y este inicio de la temporada final va a tope desde el primer momento. En sus 54 minutos (que, de verdad, parecen muchos menos de lo rápido que va todo y lo bien que te lo pasas) pasan muchas cosas y muy importantes.

Ya el opening, más largo y más impresionante que nunca (te lo dejamos para que te recrees al final del artículo), te deja con el culo torcido mientras recorres desde la brecha en El Muro hasta el Salón del Trono de Desembarco del Rey pasando por las catacumbas de Invernalia. Todavía lo estás flipando cuando Benioff y Weiss saldan una deuda con las fans de los libros y nos dan una comitiva real llegando a Invernalia con la pomposidad y grandilocuencia que Martin describía al principio de 'Juego de Tronos' y que el piloto de la serie nos escatimó por cuatro caballos y un carruaje entrando en un establo por cuestiones presupuestarias.

Y es que en esta última temporada la HBO, como si de John Hammond se tratara, no ha reparado en gastos y quiere que se note. De ahí esa fastuosa entrada de Daenerys, Jon, los dragones y su extensa comitiva en Invernalia y de ahí también esa fotografía tan viva, realista y cinematográfica y, sobre todo, ese trepidante e innecesario vuelo de Daenerys y Jon a lomos de sus dragones en una escena que ya tiene la Disney que esforzarse para superarla en 'Vengadores: Endgame' o 'Star Wars: The Rise of Skywalker'.

Desde luego el trabajo de un director clásico de la serie como David Nutter (fue el director, por ejemplo, del capítulo de La Boda Roja) es fantástico pero con esos mimbres casi que cualquiera.

Desde Desembarco con amor y ballestas

La mayor parte del metraje transcurre en el Norte pero Desembarco del Rey y Cersei también tienen su momento de lucimiento. La Compañía Dorada ya está en Poniente pero sin elefantes y con numerosas bajas (y sin mención alguna a su vinculación histórica a los Targaryen) por lo que Cersei tiene que asegurarse la lealtad de Euron dejándolo entrar en su alcoba.

Además la Reina en el Trono de Hierro recibe de buen grado la noticia de que los huestes del Rey de la Noche han destruido el Muro y ya están Poniente. Y por si sus hermanos (sí, en plural) sobreviven a sus aventuras norteñas, ya ha llenado las alforjas de Bronn para que los remate con una ballesta de sobra conocida por todos. "¡Qué puta familia!" exclama Ser Bronn del Aguasnegras. No le falta razón.

Y, ojo, que mientras Euron está demostrando su hombría en la Fortaleza Roja, Theon y sus fieles Hombres del Hierro rescatan con sigilo a Yara. Después de un fraternal saludo, Yara da permiso a Theon para ir al Norte a seguir con su camino de redención.

Cuestiones sucesorias

Pero como ya decimos, la gran chicha está en el Norte, en Invernalia, donde somos testigos de esperados reencuentros como los de Jon y Bran, Jon y Arya o Arya y Gendry. También de reencuentros algo más tensos como los de Tyrion y Sansa, Jon y los señores del Norte después de que saliera de Invernalia rey y volviera lacayo o Arya y El Perro. Y de otros de los que directamente pueden saltar chispas como el que cierra el capítulo entre Jaime Lannister y un Bran que está hecho todo un hombre. Bueno, más o menos.

Sin embargo el reencuentro estrella resulta ser el de Jon y Sam ya que destapa todo el tema sucesorio que puede ser parte muy importante de los sucesos por venir. Sam, después de recibir la noticia de los crematorios de su padre y de su hermano por negarse a hincar la rodilla de la boca de la misma Daenerys en un movimiento muy poco acertado de Ser Jorah, y aconsejado por Bran se decide a hacerle el gran spoiler a Jon en las mismas criptas de Invernalia.

"No hablo del Norte si no de los Siete putos Reinos" le espeta Sam antes de revelarle que su nombre real es Aegon Targaryen y que es el legítimo heredero del Trono de Hierro por delante de su tía-amante-reina Daenerys. Allí, entre la estatua del que creía su padre y la que resulta que es su madre, y con la inquisidora mirada de su mejor amigo en busca de retribución, el mundo de Jon Nieve se derrumba por completo. El tipo que nunca quiso ser Rey es el heredero del reino.

La amenaza fantasma

Pero, ¿y el Ejercito de los Muertos?. Pues no los vemos en todo el capítulo pero si que somos testigos de sus actos cuando, cada uno por su lado, los remanentes de la Guarida de la Noche, los Salvajes y la Hermandad Sin Estandartes, en su carrera hacia Invernalia, se encuentran en el Último Hogar de la casa Umber.

Allí, una fortaleza devastada y una imagen de pesadilla que acompañará nuestras noches durante algún tiempo: el blasón de los Targaryen la espiral de los Caminantes Blancos construida con extremidades amputadas y en el centro mismo un zombificado joven señor Umber al que no queda otra que purificar con el fuego de la espada de Beric Dondarrion. No es una amenaza sutil pero desde luego es efectiva.

¿De verdad ahí que esperar una semana hasta el siguiente capítulo? ¿De verdad sólo quedan cinco más? ¿Qué será de nosotros? Sea lo que sea, te lo contaremos aquí cada lunes.

Valar morghulis.

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