Uno de los muchos mensajes que 'El mapa de las pequeñas cosas perfectas' lanza al espectador es que aunque puede que no encuentres salida a un bucle temporal que te obliga a repetir el mismo día una y otra vez, a menudo existen pequeñas coincidencias, las cosas perfectas que dice el título. Serendipias inesperadas, cautivadores momentos de poesía espontánea y fugaz que distinguen a cada de esos días clónicos del anterior.
Una de esas hipnóticas casualidades se ha dado en nuestras carteleras de streaming: hace unas semanas Movistar+ recuperaba del limbo de los estrenos que no pudieron ser a causa de la pandemia la inédita y excelente 'Palm Springs', una versión de 'Atrapado en el tiempo' en clave de comedia treintañera desfasada, tan romántica como amarga. Quince días después, Amazon Prime Video propone 'El mapa de las pequeñas cosas perfectas', lo mismo pero rebajando la edad de los protagonistas y dándole una ambientación más urbana y menos ombliguista.
Aunque el espectador poco avisado pueda pensar en malas prácticas y plagios diabólicos, lo cierto es que las películas no se hacen así, en un momento, y mucho menos si entra en juego la distribución española (y el loco mundo de las pandemias). La película se rodó en febrero del año pasado a partir de un relato de Lev Grossman (también guionista del film) de 2016, autor de la trilogía de libros young adult que inspiró la serie 'The Magicians'. El proyecto de 'Palm Springs', sin embargo, llevaba en pie desde 2018 y al principio era una historia tipo 'Leaving Las Vegas' sin elementos fantásticos.
Es decir, es una mera casualidad de las que habla 'El mapa...' que hayan coincidido dos películas de bucles tan similares en la superficie: irónicas, autoconscientes y con coartada romántica. Pero hay más elementos que las distinguen de los que las unen. Entre los parecidos, ambas van (por suerte) al grano, y como mínimo uno de los dos personajes sabe de qué va la vaina. En 'Palm Springs', el de Andy Samberg se ha acostumbrado a esa vida de bucle continuo, y está acomodado en ese día eterno hasta que llega por accidente otra persona, en un recurso (la normalidad rota por un extraño) que es pura comedia romántica.
Dos adolescentes en un día infinito
En 'El mapa...', sin embargo, tenemos a dos jóvenes de 17 años que se encuentran y ya conocen cómo funciona ese día (los desconocidos Kyle Allen y Kathryn Newton, dos auténticos hallazgos). Juntos deambularán entre días clónicos preguntándose por qué todo funciona de esta manera, pero encontrando minúsculos alicientes en su cárcel temporal. No se obsesionan con romper el bucle, al menos uno de ellos, y descubriremos por qué.
Son curiosos los ropajes de dramedia adolescente de 'El mapa...', porque en realidad es una película más cerebral que 'Palm Springs' (o que, por supuesto, 'Atrapado en el tiempo'). Los personajes (como el espectador) conocen las reglas de los bucles y no se preocupan de intentar romperlas, como sí sucedía en 'Palm Springs'. Citan no solo a la película de Bill Murray, sino también 'Al filo del mañana' y 'Doctor Who'. Mencionan a Stephen Hawking, teorías acerca de la cuarta dimensión y los agujeros de gusano. Dibujan teseractos como si nada.
Es decir, y de nuevo pese a las apariencias, 'El mapa...' juega a la ciencia-ficción, pero sin adentrarse en los alambicados terrenos de una 'Primer'. La solución a su enigma es más emocional que matemática, pero por el camino, tenemos diálogos brillantísimos sobre el concepto del tiempo, su impacto en nuestras vidas y qué es madurar (o no poder hacerlo). Con el recurso de la repetición, el director Ian Samuels alcanza momentos tan divertidos y originales (los fabulosos créditos iniciales, el descubrimiento de las "pequeñas cosas") como emotivos (la conversación del protagonista con la hermana, la historia de Margaret).
Toda la película está trufada de pequeñas grandes ideas, de hecho. Por ejemplo, el personaje de Allen aprovecha el bucle para aprender a dibujar superhéroes, pero acaba dibujando a Sísifo, de la mitología griega, condenado a empujar una piedra por una montaña una y otra vez, sin final. Y una de las camisetas que lleva hace referencia a un personaje de la fabulosa 'Los héroes del tiempo', de Terry Gilliam, que podríamos identificar con él en cierto sentido.
Una tras otra, estas referencias se solapan, dotando de entidad al relato, pero sin hacerle perder la ligereza. Samuels y el guión de Grossman son conscientes del fondo oscuro de la historia, pero también de las posibilidades de contar un romance juvenil en estos términos, y la película permanece brillante y optimista durante todo su metraje. Lo suficiente como para constituir un estupendo programa doble con 'Palm Springs', dos pruebas de que aunque las sinopsis se repitan como días infinitos, hay múltiples detalles que las diferencian.
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