'Nekrotronic' llega a las salas de cine españoles después de haber pasado por Sitges como carnaza de maratón de madrugada, condición que claramente asume muy orgullosa: su festival de neones, gore, intérpretes de culto, látex, filosofía vital australiana y guiños a los clásicos del género es material para consumo voraz entre el fandom. Quizás menos graciosa de lo que ella misma cree pero con abundantes momentos de simpática verbena terrorífica, 'Nekrotronic' es sin duda la mayor chifladura de una cartelera que las circunstancias han reducido hasta un raquítico extremo.
Este disparate australiano (los fans más encallecidos saben que es una zona del planeta especialmente pródiga en arañas gigantes y películas tronadas) ha sido concebido por Kiah Roache-Turner, acompañado por su hermano Tristan como coguionista. Ambos ya nos brindaron (aparte de una buena colección de cortos demenciales y explosivos) la divertida 'Wyrmwood: La carretera de los muertos', una mezcla de 'Shaun of the Dead' y otro mito australiano: 'Mad Max'. El resultado, muy modesto visualmente pero febril y disparatado, llamó la atención lo suficiente como para que la nueva película de la pareja, 'Nekrotronic', se haya permitido una sustanciosa mejora visual.
Sin duda, la gran beneficiada de los medios más holgados en los que se mueve 'Nekrotronic' es la ambientación, mucho más original que el post-apocalipsis polvoriento de 'Wyrmwood', y sin duda su gran baza. La ambientación, confesamente retrofuturista, está plagada de neones y tecnología inventada francamente ingeniosa, y la fotografía de Tim Nagle se encarga de sacarle partido a base de colores chillones y agresivos. El resultado es algo de lo que no pueden presumir todas las películas de bajo presupuesto: una estética no absolutamente original (su nostalgia sintética bebe de gran cantidad de videoclips y videojuegos de la última hornada), pero decididamente distintiva.
La cuestión es que su aspecto encaja a la perfección con lo que quiere contar: Howie y Rangi son dos amigos que trabajan vaciando cloacas, y que conocen a una familia de necroguerreros conformada por un padre y sus dos hijas. Howie resulta ser una especie de elegido con poderes insospechados y acaba en primera línea de combate contra una invasión demoniaca que la CEO de una corporación malvada (Monica Bellucci) ha lanzado contra el mundo a través de los teléfonos móviles.
En esta sencilla sinopsis ya se detectan los temas (y casi que el enfoque) que maneja 'Nekrotronic': sátira de las nuevas tecnologías, imaginería demoniaca y un humor paródico y cómplice. Y eso es exactamente, casi punto por punto y de forma algo previsible, lo que se va a encontrar el espectador: una lluvia incesante de combates, tiroteos, persecuciones, megamonstruos y chistes ocasionales sobre redes sociales y apps descargadas en el móvil. El resultado no sorprende a estas alturas, pero satisface lo suyo si vas a favor de obra con elementos como, por ejemplo, los colosales monstruos de látex del tramo final.
La guerra contra las maquinitas
El cine de terror de los ochenta y noventa experimentó una curiosa oleada de pánico ante las nuevas tecnologías que, en realidad, es bastante afín al género. De dónde salen, si no, iconos de la ciencia-ficción como el mad-doctor o el robot asesino: pero en esas décadas se viró hacia el terror. Películas como 'Juego mortal', 'El cortador de césped' o 'El legado del diablo' plantearon que las pantallas podían ser el germen, el refugio o el disfraz del mal, y un poco en esa línea, aunque sin intención crítica de ningún tipo, está 'Nekrotronic'.
De hecho, salvo el detalle de que el personaje adicto al móvil sea idiota, no hay implicaciones negativas en el hecho de que los demonios se transmitan a golpe de app, lo que resulta reconfortante, porque la cantinela de que los móviles son el diablo está ya muy vista. Y sirve para que 'Nekrotronic' abrace cierta estética de tecnología contra los demonios que recuerda, por una parte y muy obviamente, a 'Los Cazafantasmas', de los que replica dinámicas de grupo, sentido del humor basado en el pringue y el trompazo, y copia algunos gadgets.
Pero también recuerda, por encima de todo, a 'DOOM', y eso sí es una agradable sorpresa. La conjunción de pentagramas, cruces invertidas y seres con cuernos y rabo con escenarios que parecen salidos de un ahijado satánico de 'Drive' y 'Tron' funciona, y da a 'Nekrotronic' una curiosa personalidad. Es ahí (y en la entregada interpretación de Monica Bellucci como madura diva gótica) donde hay que buscar los resquicios de diversión del film, que a menudo flojea de ritmo y no siempre es todo lo original y devastador que el espectador merece. Pero que gracias a su turmix impío de demonios, internet, altos voltajes, tiroteos, pantallas y palabrería pseudocientífica de coña, proporciona hora y media de diversión sin complejos.
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