La película más aterradora de Marvel es también la más incomprendida y el mejor homenaje posible a Elm Street

Dejémoslo claro: 'Los Nuevos Mutantes' no es una película perfecta, pero su distanciamiento de los códigos impuestos en tablas de piedra inamovibles por el MCU es absolutamente refrescante. Sin la irregularidad de tonos y estilos del Spiderverso de Sony, sin los niveles estéticos abismales de las últimas películas de mutantes de la Fox, 'Los Nuevos Mutantes' (que puedes ver en Disney+) no tiene ese acabado pulcro y sin aristas de las películas Marvel de Disney, pero es una muy estimable aventura juvenil de terror que se atreve a distanciarse de los tópicos superheroicos al uso.

Para empezar, agarra el canon mutante clásico de Marvel y lo aplica con mucha más fortuna que las películas de X-Men (incluso que las mejores): los mutantes no son superhéroes, sino criaturas marginales. Y si Lobezno y compañía son una buena metáfora de los grupos marginados por cuestiones de raza, sexo, religión, ideología o lo que fuera, los Nuevos Mutantes son el perfecto símbolo de la edad de la incomprensión, los cambios físicos y la rebeldía: la adolescencia.

Y para contarlo la película parte de uno de los mejores cómics de mutantes de los ochenta, la saga del Oso Místico de 'Los Nuevos Mutantes', escrita y dibujada por dos mastodontes del género: Chris Claremont y Bill Sienkiewicz. Para darle forma, nos lleva a otro icono de los ochenta: 'Pesadilla en Elm Street'. Concretamente, a la tercera entrega de la saga, la que tiene lugar en un hospital donde se estudian los trastornos del sueño de un grupo de adolescentes problemáticos. Aquella película servía como versión apócrifa de la Patrulla X, y 'Los Nuevos Mutantes' le devuelve la pelota recuperando sus escenas pesadillescas y su ambientación hospitalaria y tenebrosa.

Gracias a un reparto excelente (donde destacan, especialmente, Anya Taylor-Joy, Maisie Williams y Blu Hunt) y una buena dosificación del terror y la acción, tenemos la última gran película de superhéroes de Fox, y una que mereció mejor suerte que llegar en el momento de transición hacia Disney. Aún con sus problemas de ritmo y la certeza de que merecía un tono aún más pesadillesco y adulto, el resultado es totalmente reivindicable y su textura irregular pero combativa la ponen muy por encima de la mayoría de las perfectas, cristalinas e inofensivas producciones Marvel de Disney.

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