Desde aquí siempre hemos defendido las aventuras de Tom Holland como Spider-Man. Su tono despreocupado, de aventura juvenil y con la perfecta mezcla de peripecias escolares y salvar el mundo no solo eran un alivio frente a la asfixiante solemnidad del resto de las películas del MCU, sino que conectaba a la perfección con el Spider-Man de los cómics: un pupas adolescente, con un punto de empollón pero con una honestidad y un corazón que le ponían por delante de otros héroes que se cuadran a la mínima.
Algo de eso queda en 'Spider-Man: No Way Home', quizás la peor de las tres entregas del héroe arácnido protagonizadas por Tom Holland. De hecho, el drama que desencadena el caos multiversal de la película procede de que debido a la revelación de su identidad secreta, MJ, Ned y él mismo no son admitidos en el MIT. Antes de elevar una queja por los cauces oficiales, la impaciencia adolescente del héroe le lleva a recurrir a la magia del Doctor Extraño. Puro Peter Parker.
El problema, esencialmente, es que se ha querido cerrar esta trilogía de películas distanciándose muy poco de ese tono y estilo establecido ya en las dos primeras películas. Una continuidad que tiene todo el sentido desde el momento en el que 'Lejos de casa' concluía con un monumental cliffhanger en el que la identidad de Peter Parker era revelada. Pero aquí se opta por una huída hacia adelante algo desganada, y lo que es peor: confiando en el reciclaje y el guiño como arma principal.
Tanto 'Homecoming' como 'Lejos de casa' proponían nuevos giros en las peripecias del héroe que no habíamos visto en encarnaciones previas de Spider-Man, y resultaba refrescante. 'Homecoming' era inusualmente luminosa y juvenil, prescindiendo del trauma del tío Ben y con un villano absolutamente cotidiano y creíble, el Buitre de Michael Keaton. Y tanto MJ como Ned o la Tía May eran aportaciones vibrantes y distintas al canon de los personajes. 'Lejos de casa', con su cambio de escenario y el impresionante Mysterio de Jake Gyllenhaal daba continuidad a su precedente pero también las suficientes dosis de sorpresa.
La nostalgia de ayer por la tarde (a última hora)
Llevamos un tiempo experimentando una mirada al pasado con aliento nostálgico que quizás se desencadenó (en su acepción más mainstream, aunque es posible que las semillas llevaran un tiempo germinando) con el éxito de 'Stranger Things'. Uno de los últimos (y menos satisfactorios) ejemplos de esa nostalgia ha sido la nueva 'Cazafantasmas: Más allá', de la que ya comentabamos que desenterraba los artilugios y personajes del pasado pero para un disfrute únicamente reservado a quienes conocen el referente. Los recién llegados reciben un aluvión de citas absolutamente indescifrables sin las entregas previas: es una nostalgia reservada solo a quienes gozaron en su día de la pieza original.
Algo de eso (aunque con menos intensidad) sucede en 'Spider-Man: No Way Home', que confía en buena parte en los guiños al pasado. A uno muy reciente, además. No vamos a desvelar lo que sucede en la segunda mitad de la película (aunque las sorpresas son, a estas alturas, más bien limitadas), pero basta con la aparición oficial y anunciada de los villanos de las entregas de Tobey Maguire y Andrew Garfield: no tienen sustancia dramática, no viven ningún tipo de evolución, simplemente están ahí para generar un momentáneo "oh" y "ah" del fan (solo del fan), que ya ha vivido con ellos historias "de verdad". El impacto y la densidad dramática de los previos Buitre y Mysterio es incomparable.
'Spider-Man: No Way Home' pasa tanto tiempo fascinada con sus guiños que descuida mucho de lo que habían sido puntos fuertes en otras entregas: la acción es apresurada y desganada, como un trámite que hay que cumplir; la aparición del Doctor Extraño no aporta nada que no hayamos visto en su propia película; y el cargamento extra de drama se acerca a las entregas de Maguire y Garfield, dejándose por el camino lo que había hecho especial a las dos películas de Holland.
Por descontado, 'No Way Home' no es una mala película: es ágil y está llena de diálogos afilados, el carisma de Peter, Ned y MJ inunda la pantalla y para qué negarlo, los reencuentros y las sorpresas que depara la película (las poquísimas que no se han filtrado) harán disfrutar a los fans de las tres encarnaciones del personaje. Y como broche, un cierre estupendo: los mejores títulos de crédito de la larga trayectoria del MCU, de una creatividad y un ingenio que habría sido deseable que se hubiera contagiado al interminable desfile de sótanos, apartamentos, vestíbulos y escenas nocturnas que pueblan la película.
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