El rechazo frontal que algunos de los fans más rígidos de Star Trek están expresando hacia 'Lower Decks' me resulta absolutamente incomprensible. Solo hay que catar un par de los capítulos que acaban de llegar a Amazon Prime Video dentro de la primera temporada para comprobar que sus responsables van mucho más alla de una mera sátira de los tropos de la veterana franquicia. Hay un conocimiento profundo de sus resortes narrativos y sus ingredientes más esenciales del que podrían aprender, de heco, propuestas más series como la irregular 'Picard'.
Vaya por delante que no tengo ningún problema con las sátiras destructivas y salvajes, las que no dejan títere con cabeza o deconstruyen hasta el absurdo la propuesta original. Pero no es el caso de 'Lower Decks', una delicia que parodia con conocimiento de causa y con personajes tan bien escritos que no desentonarían en las aportaciones más serias de la franquicia.
En ella se parte de un concepto en parte similar a 'The Mandalorian', que transmite la sensación de ser una serie obsesionada con poner en primer plano a los eternos secundarios, a los pies de página en las gestas galácticas, a la carne de cañón y a los habitantes de los escenarios al fondo del plano. Aquí se efectúa un movimiento comparable pero diferente: los secundones y los mataos de la nave siguen siéndolo, pero demuestran tener tanta hondura como personajes y capacidad para ser héroes como los altos mandos.
La nave donde están es la CSS Cerritos (un nombre que resulta graciosísimo ya de partida) y allí coinciden, en las cubiertas más bajas, un par de alféreces, técnicos de mantenimiento y oficiales de segunda. Nuestros protagonistas son el idealista Brad Boimler (Jack Quaid), un joven que aspira a ascender y llegar a ser capitán y Beckett Mariner (Tawny Newsome), que pese a tener su misma edad, ya ha pasado por varias naves y tiene una amplia experiencia en otras misiones.
La novísima generación
Mariner es, precisamente, el personaje más interesante de 'Lower Decks'. Experimentada, pero completamente apartada de los cuadros de mando (debido a causas que conoceremos según avanza la temporada), voluntariamente marginada con los secundones, tiene sin embargo conocimientos profundos del universo de Star Trek debido a sus vivencias pasadas. Es decir, es la que hace los chistes más incisivos y sorprendentes, porque conoce el lore de la serie. Es la que sabe que llevar un uniforme mal abotonado (maravilloso detalle) es la peor de las ofensas en el rígido universo de jerarquías de la serie, Es una doppelgänger de los guionistas.
'Lower Decks' funciona, así, como una reflexión (igual que cualquier buena parodia) sobre los mecanismos de la serie de la que parte. Otro ejemplo: el magnífico episodio que se desarrolla en el holodeck y por el que van desfilando todas las convenciones visuales por las que ha pasado la serie, del desmesurado scope de las primeras películas a los delirantes brillos de las versiones de J.J. Abrams, es una inteligente (y divertidisima) reflexión sobre la artificiosidad de muchas de sus convenciones estéticas.
Pero es que 'Lower Decks', además, funciona como una estupenda serie de 'Star Trek'. Una que hay que tomarse con humor, por descontado, pero no hay más que ver los sensacionales títulos de crédito, una revisión de iconos visuales de la saga, para comprender que esta magnífica serie escrita por Mike McMahan (procedente de 'Rick y Morty', de donde ha heredado sus frenéticos y afiladísimos diálogos, y el peso que se da al extraordinario trabajo de voces, rebosantes de carisma) no es un producto al margen dee la saga. Es una 'Star Trek' más, una que sabe que conceptos como "pelea a muerte en un coliseo contra un extraterrestre" hay que reinterpretarlos periódicamente para que sigan siendo válidos.
Sin duda, el gran valor de 'Lower Decks' es que puede ser disfrutada tanto por trekkies (con sentido del humor, eso si) como por recién llegados a la franquicia. Hace humor con borgs y klingons, pero a la vez explica cuáles son sus características más exageradas y jocosas. Es tanto un honesto -y a menudo emotivo- homenaje a lo que hace grande a la serie, y una perfecta puerta de entrada a sus detalles más divertidos. Y un fan empeñado en cerrar esa puerta a los futuros devotos a la saga es la cosa menos 'Star Trek' (y más parodiable) del mundo.
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