Desde su fabuloso prólogo, ambientado diez años antes de la acción principal de la serie, 'Stargirl' pone bien claras sus cartas sobre la mesa: estamos ante un grupo de superhéroes insusualmente más coloristas, fantasiosos y, por qué no decirlo, gozosamente ridículos que lo que estamos habituados a ver en las ficciones superheroicas. No hay parodia, no hay sátira de las capas y las máscaras: es una genuína pelea superheroica, con rayos, superfuerza, gente volando, disfraces chillones. Y sin embargo, estamos lejos, muy lejos del Universo Marvel y sus pomposos aires cósmicos.
A quien estamos viendo en acción es a la Sociedad de la Justicia de América, y a algunos de sus héroes más relevantes, atípicos enmascarados con un regusto vintage y nombres que son puro pulp destilado, como Hourman, Doctor MidNite o Wildcat, acompañados de su líder Starman (un Joel McHale irónico y autoconsciente, pero de nuevo, tensando muy fino el hilo de la comedia, lejos de la parodia destructiva). Por desgracia, son derrotados por sus eternos némesis, la Sociedad de la Injusticia de América, donde figuran miembros como Brainwave, Tigress o Solomon Grundy.
Esa derrota sienta las bases para la historia de Courtney (Brec Bassinger) una adolescente rebelde que vive con su madre (Amy Smart) y su padre adoptivo, Pat (Luke Wilson), con los que se muda a una nueva, pequeña y aparentemente tranquila ciudad. Pero allí descubre que quizás su padre, de quien apenas tiene recuerdos, es algo más que alguien que simplemente le abandonó junto a su madre, y que el pasado de Pat incluye un bastón que parece tener vida propia y que perteneció al mismísimo Starman original.
Puro delirio DC
'Stargirl' forma parte de la escudería DC Universe, el maltrecho proyecto de Warner para formar un mundo coherente al estilo del MCU y que de momento está aglutinando deliciosas rarezas como 'Doom Patrol', que estrena segunda temporada en breve; estimables ficciones de género como 'Titans'; sonoros (y muy injustos) fracasos como 'Swamp Thing', cancelada en tiempo record; la notable serie de animación de Harley Quinn, que está haciendo menos ruido del que esperaban sus responsables; y esta 'Stargirl', un experimento que llega al canal (y se ve en España en plataformas como HBO, donde también está 'Swamp Thing') bebiendo del estilo de las exitosas adaptaciones DC de The CW.
Es decir, que 'Stargirl' no opta por la extravagancia ni la ruptura de los códigos superheroicos sino, al igual que hacen producciones como 'Flash' o 'Supergirl', se abre a una versión familiar, para todos los públicos, de las ficciones de capas y máscaras. Tanto es así que el personaje fue presentado en el último crossover del Arrowverso, 'Crisis en Tierras Infinitas', y se dejó establecido que la acción de 'Stargirl' transcurría en una Tierra paralela. Es decir, que no se va a encontrar a menudo con las Leyendas del Mañana, pero forma parte de ese macrocosmos.
Todavía es pronto para juzgar la serie en su conjunto, ya que de momento se limita a plantear ciertas bases del origen del personaje, pero sí que se detectan innumerables guiños a la raíz del mismo: la Sociedad de la Justicia de América, de uno de cuyos miembros proceden los poderes de la protagonista. Se trata del primer grupo de héroes de la historia del cómic, previo a la Liga de la Justicia y, desde luego, muy anterior a los Vengadores de Marvel. Sus miembros originales eran los mitiquísimos Doctor Fate, Hour-Man, Spectre, Sandman, Atom, Flash, Green Lantern y Hawkman.
Sus aventuras duraron hasta 1951, cuando empezó a decaer la popularidad de los comics de superhéroes, barridos por los de terror y crímenes. DC reformularía este grupo de héroes en la Liga de la Justicia durante la llamada Edad de Plata, muchos de ellos en encarnaciones renovadas (el más popular es The Flash, cuya versión de la JSA tiene su icónico sombrero-orinal con alas), mientras que en la JLA ya es otro personaje -de otra Tierra-, con el traje con el que le conocemos hoy. Tras la legendaria 'Crisis en Tierras Infinitas' de 1985, la JSA se estableció como un grupo de héroes previo a la II Guerra Mundial.
El primer episodio de 'Stargirl' rinde tributo a estos míticos héroes de muy diversas maneras. Los vemos, por ejemplo, en una foto de grupo donde aparece gente como Flash (a quien no llegaremos a ver en acción). Pero es sobre todo en su tono despreocupado y que no se avergüenza de los tópicos de las ficciones superheroicas donde mejor sabe homenajearlos.
Héroes orgullosamente ridículos
Precisamente ahora que Zack Snyder promete seis horazas de regreso a aquella 'Liga de la Justicia' que quedó frustrada en su momento con el estreno en HBO Max del reivindicado -y, posiblemente, muy oscuro y muy deprimente- 'Snyder Cut', es momento de recordar que los héroes DC siempre han sido ridículos. Y no lo decimos con un sentido peyorativo.
La revolución Marvel de los años sesenta consistió en coger lo que eran héroes más o menos convencionales (como los define el guionista J. Michael Straczynski en este atinadísimo hilo de tuits, "superpolicías"), fuerzas de la autoridad con capa, antifaz y superpoderes, y convertirlos en parias. Spider-Man, Hulk, Namor, los X-Men, muchos de los héroes Marvel eran descastados con superpoderes, y en tiempos de reivindicaciones sociales, consiguieron conectar con la juventud de la época. Los héroes DC, quedaron como todo lo contrario, excéntricas figuras de poder al servicio de la ley.
Esto les permitió exagerar de forma tremenda el lado más cósmico y delirante de todos sus elementos, desde los poderes a los trajes y las biografías. Los X-Men funcionaban como metáfora racial, y en Spider-Man había que cuidar los elementos dramáticos para que Peter Parker no se convirtiera en un pelele. Pero los héroes DC podían pisar el acelerador sin miedo, y eso dio pie a las inclasificables etapas impresas de los años cincuenta y sesenta, tremendamente influidas por la popularísima serie de televisión de Batman y de tono abiertamente cómico y surreal.
Antes de eso, los héroes primigenios DC habían sido herederos de la literatura pulp, donde aventura, acción, intriga y pequeñas gotas de terror (patente en los orígenes y primeros villanos de personajes como Batman) proponían una macedonia sin prejuicios de elementos que hoy nos resultan chocantes y ridículos, pero que entonces se asumían sin miedo porque no había ningún tipo de freno. Antes de que los años cincuenta y la ciencia-ficción literaria de carácter más cerebral (fuerte influencia en las creaciones de Marvel) acabara con las fantasías pulposas a lo 'John Carter de Marte', los comics de DC recogían ese testigo original sin miedo.
Solo así se entienden héroes como los de la Sociedad de la Justicia de América: un tipo que se mueve muy rápido; un hechicero cuyos poderes proceden del antiguo egipto; otro como Superman, pero los poderes solo le duran una hora; un justiciero con máscara de gas y una pistola que lanza una sustancia adormecedora; o el poseedor de un anillo que le otorga poderes sobrenaturales teñidos de verde... héroes coloristas e hipervitaminados, herederos de una época de las ficciones de enmascarados donde había menos prejuicios, menos necesidad de drama y la imaginación pura estaba en primer plano.
'Stargirl' recoge un poco de eso, y hace suyo el tema vector de muchas apariciones de la JSA en los comics desde que se convirtió en un grupo inmerso en la continuidad post-'Crisis': la importancia del legado y la herencia en las ficciones de superhéroes. Está por ver, por supuesto, si la serie incidirá en ello en episodios posteriores (aunque las imágenes que se han visto, de encarnaciones juveniles de los héroes de la JSA, hace pensar que será así) y si veremos respondida la pregunta del millón: ¿hay sitio entre tanto drama cósmico para algo de las viejas y ridículas ficciones de superhéroes vintage?
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