En su relativamente corta vida, 'The Mandalorian' ha dado ya unos cuantos tumbos: arrancó con una primera temporada que sorprendió por funcionar de forma absolutamente ajena al laberinto de continuidades de 'Star Wars'. Sacaba buen partido, por supuesto, de la abundante mitología de la franquicia, sobre todo la que está vinculada en torno a Tatooine, pero respiraba a su propio ritmo.
La esencia de esa primera temporada era Grogu, a quien conocimos como Baby Yoda durante tanto tiempo. Su físico recordaba a uno de los personajes indiscutiblemente más memorables de la trilogía original, pero estaba dotado de una personalidad única, lo que que le convirtió a su vez en un icono por derecho propio. Y todo reforzado por un tono a medio camino entre el western desértico y las historias de espada y brujería de Robert E. Howard con el que la saga había experimentado puntualmente, pero que nunca había eclosionado con tan buen tino.
La segunda temporada, sin embargo, y pese a conservar los valores de la primera, perdió algo de su frescura: Grogu permaneció fuera de plano buena parte del tiempo, dejando claro hasta qué punto era uno de los motores de la serie. Y la serie indagó en los orígenes del mandaloriano, dando someras pistas sobre sus motivaciones. Como suele ser habitual, esta decisión jugó en contra de la serie: la primera temporada había funcionado, en gran medida, porque sus dos protagonistas eran misterios casi absolutos, dos hojas en blanco en las que sin embargo, entendíamos una extraña, casi abstracta relación paternofilial que funcionaba precisamente por ser tan básica y reducida a los mínimos.
Este suave viraje de la segunda temporada hacia, digamos, la normalización, se acentuó con 'El libro de Boba Fett', un spin-off protagonizado por un secundario de 'The Mandalorian' que presentaba una aventura más clásica de 'Star Wars' y abundantes dosis de fan-service no siempre del todo bien hilado. Además, prolongó la historia de 'The Mandalorian', haciendo necesario su visionado para afrontar la tercera temporada: la principal y mejor virtud del primer año de la serie quedaba así, arruinado por la ambición de una Disney que hizo ni más ni menos que lo esperable en Disney.
Vuelta a los orígenes
Aún es pronto para determinar qué rumbo ha tomado esta nueva temporada de 'The Mandalorian', pero en el primer capítulo, que estrena hoy, se acerca más a la temporada uno que a la dos. Incluso parece desdecirse de esa intención de que tengamos que consumir productos derivados como 'Boba Fett', y en un par de pinceladas y con un brevísimo resumen de lo visto tenemos claro de qué va todo esto como si viniéramos frescos de la season finale del segundo año.
En esta nueva temporada, nuestro mandaloriano quiere expiar sus pecados (quitarse el casco) y demostrar que su planeta natal aún puede alojar vida. Primero hace una parada en el planeta donde Greef Karga se ha convertido en un respetable administrador y descubrimos una nueva submisión: resucitar al robot que empezó como enemigo mortífero y acabó como imprescindible aliado.
Todo ello se nos muestra sumergido en un interesante término medio entre la aventura autoconclusiva que caracterizó a la primera temporada y el gran arco argumental de la segunda. Aquí tenemos una peripecia con piratas y un enfrentamiento prácticamente aislado con un temible cocodrilo gigante, pero también se plantan semillas del viaje que, posiblemente, abarque toda la temporada. Lo estimulante es que, con esos dos elementos, el episodio resulta intrigante y deja ganas de más. Los críticos más severos posiblemente echarán de menos el paso de gigante hacia la madurez en 'Star Wars' que supuso 'Andor', pero el juego de 'The Mandalorian' es otro.
Y todo ello aderezado con la salsa netamente 'Mandalorian': la presentación de un magnífico pirata espacial, unas cuantas cucamonas de Grogu, tiroteos estilo western y hasta un sensacional guiño a 'Terminator' en el mejor momento del episodio. El resultado sabe recuperar lo que hizo grande a la primera temporada, pero deja claro que ha madurado lo suficiente como para saber que no hay marcha atrás a la hora de desarrollar al personaje de Din Djarin. Veremos si este estimulante equilibrio permanece en la tercera temporada.
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