Tres obras maestras del cine de ciencia ficción que adivinaron el futuro de forma increíblemente precisa

El fin último del cine de ciencia ficción no es predecir el futuro, aunque está claro que ese otro apelativo por el que se conoce al género, "de anticipación", no es así por casualidad. Imaginar el futuro en base a la realidad actual y a los adelantos científicos que conocemos ha sido siempre uno de los desafíos de los imaginadores más avanzados de la ciencia ficción desde los tiempos de Wells, Verne y Shelley. Y estas tres películas son dignas herederas de esos pioneros, y supieron anticiparse a lo que estaba por venir.

Cuando el destino nos alcance

Famosa sobre todo por su giro final en el que se descubre en qué consiste ese alimento que vuelve locos a los urbanitas, esta sensacional distopía protagonizada por Charlton Heston acierta en un aspecto muy concreto de su ambientación: el cambio climático. Rodada en 1973, cuando la preocupación sobre el tema era algo, en efecto, propio de la ciencia ficción, entre tramas policiacas y críticas a las grandes corporaciones que controlan la ciudad, 'Cuando el destino nos alcance' retrata también una serie de desastres económicos y sociales derivados todos del progresivo cambio en las temperaturas. Absolutamente proféctica, aunque claramente y según el film, lo peor está aún por llegar.

Minority Report

Aunque el concepto de los 'precogs', criaturas con poderes psíquicos que el gobierno usa para predecir crímenes que aún no se han cometido sí que opera dentro de los límites de la ciencia ficción (aunque metafóricamente, la mente colmena que vigila nuestra moral y buenas costumbres a través de las redes sociales tiene mucho de esto), 'Minority Report' pasó por un exhaustivo trabajo de documentación para predecir cómo sería la vida cotidiana a mediados del siglo XXI. Y se nota: es una película con detalles que han envejecido de forma muy estimulante, como la interfaz táctil/virtual del ordenador que opera el protagonista o los anuncios personalizados que le llegan según sus intereses (!!!).

Blade Runner

Ambientada en 2019 y considerada un clásico absoluto del género, esta adaptación de Philip K. Dick tiene innumerables virtudes, pero entre ellas no está la de haber vaticinado el futuro con precisión: ni coches voladores, ni replicantes, ni paraguas con mango de tubo de luz de momento. Pero sí ha acertado en un aspecto: la preeminencia cultural y económica de Japón, que es heredera del momento específico en el que se concibió la película, aquellos años ochenta en los que la economía nipona crecía descontrolada, pero que no ha pasado de moda. Con la globalización que ha traído internet, y nuestra dependencia de inventos asiáticos como Tik Tok o AliExpress, la presencia china y japonesa en nuestras vidas va incluso más allá que la previsión del film de Ridley Scott de que veríamos enormes carteles publicitarios con recoletas geishas anunciando bebidas carbonatadas.

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