'La valla': los siete ingredientes que la han convertido en una de las series españolas más exitosas del año

'La valla': los siete ingredientes que la han convertido en una de las series españolas más exitosas del año
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'La valla' ha sido uno de los éxitos más notables (y en parte, inesperado) de todos los que nos han deparado las ficciones españolas en 2020, en un año lleno de estrenos tan singulares y diferentes entre sí como '30 Monedas', 'Patria' o 'La Veneno'. Se ha ido estrenando semana a semana en Antena 3 en abierto (después de pasar a principios de año por Atresplayer) y un día más tarde en Netflix, donde invariablemente ha ocupado las listas de lo más visionado por los espectadores.

Su mezcla de ingredientes dispares pero complementarios (del drama familiar al thriller de tintes políticos, pasando por la ciencia-ficción en un futuro reconocible y cercano) se ha entremezclado con su casi casual reflejo de una realidad en tiempos de pandemia que a veces nos cuesta diferenciar de tantas parábolas distópicas. 'La valla' ha llegado en el que por desgracia ha sido un año horribilis en el mundo real, pero que ha permitido demostrar que la ficción siempre hila más fino de lo que creemos... ¡incluso involuntariamente!

Hemos recopilado algunos elementos de 'La valla' que la hacen realmente especial. La combinación de todos ellos en dosis muy específicas son la receta magistral de su éxito. Así funcionan los resortes narrativos de una de las series españolas del año.

Combinación de géneros

'La valla' cuenta cómo, en una España de un futuro cercano en el que las clases sociales están separadas por una enorme valla y la sociedad está completamente supeditada al ejército, una familia lucha por recuperar a la hija pequeña, secuestrada y víctima de un terrible encierro y experimentos. Quizás en su sangre se encuentre el secreto para acabar con una atroz pandemia que ha diezmado la población en combinación con la escasez de recursos naturales.

Como es habitual en tantas ficciones españolas de orientación familiar, 'La valla' juega a combinar géneros y estilos: el drama de todo lo relacionado con la niña (Laura Quirós) y los recuerdos de la abuela (Ángela Molina); aventura y acción con las maniobras de rescate y enfrentamiento con los poderes fácticos; algo de romanticismo con un punto morboso, ya que el padre de familia (Unax Ugalde) es viudo y el personaje de Olivia Molina, hermana de su mujer muerta; y todo aderezado con algo de crítica social en la visión de ese futuro desolador.  

España distópica

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El futuro pesimista, una derivación oscura del presente, es una convención de la ciencia-ficción que, como demuestra 'Cyberpunk 2077', ya estaría. Quizás sería refrescante una perspectiva menos manida (y conservadora) del futuro; por ejemplo, hay corrientes de la ciencia-ficción que reivindican el lado contrario del espectro, las utopías, como una forma de otear el futuro y criticar el presente con menos lugares comunes que las distopías.

Pero la cuestión es que las distopías siguen funcionando, y con los mismos resortes que ya asentó '1984' de George Orwell hace más de setenta años: en 'La valla' tenemos una España militarizada tras la Tercera Guerra Mundial, en perpetuo estado de emergencia y con el planeta viniéndose abajo poco a poco por la escasez de recursos naturales. Todas las convenciones del género distópico están en 'La valla', desde la violencia de arriba hacia abajo al uso de la propaganda para lavar cerebros y conciencias, y sin duda eso lo convierte en una ficción reconocible y cómoda.

Alerta: virus

Es asombroso que haya coincidido en el tiempo de forma casual, pero 'La Valla' ha conectado con la situación que se vive en España (y el resto del mundo) de una forma asombrosa. Para empezar, la inclusión en la trama de un virus devastador de origen semi-desconocido. En la serie es infinitamente más mortífero que en la realidad, pero es inevitable ver 'La valla' con un amargo sentimiento de "¿Y si lo que estamos viviendo se nos fuera de las manos?".

La frase "Estado de emergencia", algo que en España se había vivido en rarísimas ocasiones, se pronuncia a menudo en la serie, como también sucede con el empleo de mascarillas, gente con trajes de aislamiento rociando con desinfectante a personas que mantienen filas ordenadas para emprender tareas cotidianas... 'La valla' no habla del COVID-19, pero está claro que ha aterrizado en un momento especialmente sensible al tema de los contagios masivos.

Aires de posguerra

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Desde luego, el tema no se pone sobre la mesa de forma explícita más que con alguna referencia a guerras fraticidas del pasado, pero con las imágenes de las calles sitiadas es inevitable pensar en tantas y tantas películas ambientadas tras la Guerra Civil española. Y no solo por la fotografía ocre que recorre la serie y el tono de desesperanza. O el control militar de la población y la injerencia del ejército en los asuntos del estado

Está también el foco en los niños, huérfanos algunos y recluidos en hospitales y orfanatos otros, y que son un reflejo de la generación infantil que tanto sufrió en la posguerra. Las cartillas de racionamiento y las colas para conseguir pan. Las suspicacias de los vecinos, entre los que hay chivatos y colaboracionistas. La constitución de una resistencia que hace frente a la situación, con dinámicas de clara guerrilla urbana inspirada en circunstancias reales. Todo ello suma en una visión del conflicto de aires bélicos y con paralelismos con circunstancias aún recientes en nuestra historia.

El toque Écija

serrano 'Los Serrano'

El creador, productor ejecutivo y guionista de 'La valla' es Daniel Écija, un nombre propio esencial para entender la ficción española de las dos últimas décadas. Desde su primer gran éxito en 1995 con 'Médico de familia', se han sucedido en su carrera producciones tan masivamente populares como 'Periodistas', '7 vidas', 'Un paso adelante', 'Los Serrano', 'Los hombres de Paco', 'Aída', 'El internado' o 'Águila roja', entre muchas otras.

Suya es la combinación, marca de la casa, de géneros y actores de distintas generaciones para apelar a diversas franjas de edades entre los espectadores. Y sin duda a la serie le sienta bien la necesidad de restringir la duración de los episodios a una hora, sin llegar a las kilométricas duraciones que lastraban sus creaciones de hace unos cuantos años. Tiene oficio después de un par de décadas en el medio, y se nota en una serie más ágil y resultona que de costumbre.

La combinación Netflix-Atresmedia

Recién finalizado su exitoso paso por Antena 3 y Netflix, donde se ha ido estrenando semana a semana y de forma prácticamente simultánea (en un acuerdo inusual, pero muy jugoso para ambas plataformas, en la de streaming solo un día después de su paso por abierto), 'La valla' cierra su primera temporada con audiencias muy notables: rara vez ha bajado del 10% de share en Antena 3 y ha permanecido las 13 semanas en el top de lo más visto de Netflix (y allí sigue, pese a que ya ha concluido).

Sin duda, pese a que su paso por la plataforma de Atresplayer no fue tan espectacular -se estrenó a principios de año sin hacer demasiado ruido-, su coincidencia de llegada a la emisión en septiembre de 2020 con el momento post-verano de la pandemia y el indiscutible beneficio del apoyo de Netflix en su difusión la han convertido en una de las series españolas más vistas del año. Una combinación muy afortunada de estrategias meditadas y sentido de la oportunidad.

Un año excelente para la ficción española

30 '30 monedas'

Las plataformas de streaming y la multiplicación de la competencia ha obligado a las productoras españolas (más las que se han incorporado al panorama, como sin ir más lejos HBO -que ha debutado este año en la producción- o Netflix) a diversificar sus proyectos y a cuidarlos mucho más. El espectador se ha visto beneficiado por una buena cantidad de estrenos más variados que nunca (del terror de '30 monedas' al drama con raíces en la actualidad de 'Patria'), y se han dejado atrás prejuicios e ideas preconcebidas sobre las ficciones en series de nuestro país.

'La valla' se ha beneficiado de eso, de un panorama donde caben autores con nombres y apellidos (Los Javis son un fenómeno que habría sido impensable hace unos años), y a la vez, adaptaciones de best-sellers literarios como las que encadena Netflix. Y que todo se retroalimente de forma más o menos beneficiosa y saludable para los implicados. Un cambio de paradigma y perspectiva por parte de productores y espectadores, del que 'La valla' es un perfecto ejemplo.

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