Después de intentarlo con las buddy movies con 'Bright', con el cine bombástico de Michael Bay en '6 en la sombra', con el cine de autor en 'El irlandés' de Scorsese o 'Roma' de Cuarón, entre otras muchas y obteniendo resultados muy dispares, Netflix se aproxima de nuevo al cine superheroico. Decimos "de nuevo" porque ya tiene en cartera series como 'The Umbrella Academy' o todas sus licencias de Marvel. Con 'La vieja guardia' (que no es estrictamente una ficción superheroica, pero comparte muchos de sus puntos clave) sigue acariciando la idea de tener una franquicia propia del género.
Es poco posible que lo consiga con esta producción, una película de indiscutibles virtudes pero que, del mismo modo, carece de la visión panorámica y de la ambición de, por supuesto, las películas Marvel. Pero también queda en cuanto a espectáculo palomitero por debajo de su propia '6 en la sombra', toda una bomba visual exhuberante de acción sin ataduras. 'La vieja guardia', de todos modos, pretende ser otra cosa, una narración más crepuscular y reflexiva sobre las convenciones superheroicas. Lo consigue en bastantes aspectos, sobre todo porque Greg Rucka, creador del cómic original, está a bordo de esta adaptación como guionista.
'La vieja guardia' cuenta la historia de un grupo de inmortales que se mueven por el mundo en secreto, como una especie de letal miniejército que acepta misiones con las que creen que pueden mejorar el mundo. No saben por qué no pueden morir, no saben por qué llega un momento en el que sí lo hacen, y no saben por qué justo ahora aparece una jovencísima nueva inmortal, pero siguen adelante adentrándose en una conspiración que implica a la industria farmacéutica.
El cómic de 'La vieja guardia', editado en España por Norma Editorial, tiene prácticamente el mismo argumento, pero se centra más en el personaje protagonista: Andy -en realidad, Andrómaca de Escitia-, la más anciana de todo el grupo, y que en la película encarna Charlize Theron. Se trata de una guerrera que durante siglos ha recorrido el mundo en silencio y que está cansada de su inmortalidad y de no poder permanecer junto a nadie. En su pasado reside la pérdida de un ser querido, lo que la hace aún más infeliz.
No se trata, como se puede ver, del típico argumento de conflictos épicos entre supehumanos del cine de superhéroes. Gracias al carisma y al gesto serio y reflexivo de Charlize Theron, 'La vieja guardia' abraza con facilidad el trasfondo metafísico que en el cómic está más acentuado, siendo Andy su protagonista absoluta. Es ella la que levanta por completo la película: no necesitamos, como le pasa tanto a las películas "oscuras" de DC, soliloquios rebosantes de expresiones deprimentes para entender el drama de esta inmortal. La extraordinaria interpretación de Theron, para quien no parece haber proyectos de baja categoría, es suficiente para dotar de densidad dramática a un personaje lleno de claroscuros.
La vieja guardia: Inmortales por el mundo
Por desgracia, no es suficiente para sostener a plena potencia la película de Gina Prince-Bythewood, una interesante y joven -pero ya experimentada- realizadora que ha llamado la atención en los últimos años con dramas a menudo generacionales y siempre centrados en personajes afroamericanos. 'Love & Basketball', 'La vida secreta de las abejas', 'Beyond the Lights' o la serie 'Fuego abierto', que creó y escribió, son algunos de sus trabajos.
Como suele ser habitual con el cine de superhéroes, siempre atento a talentos salidos del viñedo indie, el motivo por el que Netflix se fijó en ella para una película como 'La vieja guardia' es un enigma. Pero no sale mal parada del trance: su experiencia como directora de películas con una importante carga dramática le permite observar a los personajes y dirigir a los actores para que estos sufrientes inmortales transmitan tragedias auténticas con la mirada y los gestos, y no únicamente con los monólogos.
Donde sí se advierte algo más su falta de experiencia en el género es en las secuencias de acción, rodadas y montadas de forma efectiva, pero sin excesiva personalidad. Solo en algún momento como en el clímax final brilla con ciertas propuestas originales en la puesta en escena, pero es insuficiente para una película del género. Claramente, Prince-Bythewood está más atenta al interior de los personajes que a sus cabriolas. A esto se suma cierta falta de desarrollo argumental, con los héroes moviéndose de un rincón a otro del planeta sin demasiada coherencia ni explicación.
Es interesante la variación que adquiere la trama al prestar atención al personaje de Nile (la jovencísima KiKi Layne, a quien vimos en 'El blues de Beale Street'), una recién llegada al mundo de los inmortales, Más allá de servir para que el espectador tenga un asidero emocional, propone sus propios dilemas. ¿Cómo despedirse de su familia, cómo congeniar con compañeros que le llevan literalmente siglos de ventaja, cómo afrontar una situación que se le queda tan grande?
Son detalles que levantan a la película por encima de las expectativas: una película de acción superheroica donde la acción y las explosiones van por dentro. Desde luego, quizás no para todos los gustos (mucho menos para el gran público, con el gusto configurado por el repetitivo rodillo de Marvel y DC), pero cuando el superpoder es algo tan inevitablemente íntimo como la soledad interminable... ¿cómo no dar un volantazo hacia el drama? Una interesante e imperfecta vuelta de tuerca a los temas de siempre.
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