Vuelve 'El castillo ambulante' de Studio Ghibli: por qué el estudio japonés nos sigue fascinando 20 años después

Un clásico absoluto de Ghibli vuelve a los cines, así que es el momento de preguntarse por qué nos sigue volviendo locos 

Veinte años cumple ya 'El castillo ambulante', una de las películas fundamentales de Studio Ghibli dirigidas por Hayao Miyazaki. Aunque puedes verla en Netflix (como casi todas las películas del estudio), te recomendamos que te pases por el cine para disfrutarla en pantalla grande aprovechando el reestreno de aniversario. Lo que nos sirve de paso para preguntarnos... ¿por qué después de tantos años las películas de Studio Ghibli siguen funcionando estupendamente?

De qué va 'El castillo ambulante'. Antes de nada, el contexto: basándose en una novela de Diana Wynne Jones, la película nos cuenta la historia de Sophie, una joven que trabaja en una tienda familiar de sombreros, y que es transformada en una anciana por la maldición de la Bruja del Páramo, iracunda porque la chica ha conocida al enigmático mago Howl. La niña/vieja deberá buscar el castillo ambulante de Howl sin poder revelarle su identidad y allí se une a un peculiar séquito que incluye un demonio de fuego y un aprendiz de mago. Pero una terrible guerra amenaza la región, y así descubrirá los auténticos propósitos de Howl.

El momentum. 'El castillo ambulante' llega en un contexto de absoluta madurez para Hayao Miyazaki, que venía de dirigir dos obras maestras totales como 'La princesa Mononoke' y 'El viaje de Chihiro', y que precede a la también maravillosa 'Ponyo en el acantilado'. Es decir, estamos ante una película en puro cénit de creatividad para el director, y donde se dan cita todos sus temas y constantes visuales.

Puro Miyazaki. No es difícil encontrar en esta sensacional fantasía muchas de las constantes de Miyazaki: tenemos una protagonista femenina fuerte e independiente y que desafía las convenciones sociales y los obstáculos que se le presentan. Hay una preocupación por la naturaleza y el impacto humano en el medio ambiente, tema recurrente desde las primeras películas del director, como 'Nausicaä del Valle del Viento'. Hay, cómo no, un patente antibelicismo y una crítica a la guerra que, sin embargo no tiene nada de ingenua, ya que se nos presentará la guerra como un evento a menudo no ya inevitable, sino directamente necesario para enfrentar a fuerzas en oposición. Y por supuesto, la cautivadora imaginería visual, que cuaja en este caso en el increíble castillo de Howl.

Nos encanta Ghibli. Aunque se pueden extirpar infinidad de constantes temáticas y visuales en las películas de Ghibli hasta ahora mismo, hasta películas tan recientes y tan notorias como 'El chico y la garza', sin duda la característica que las une a todas es la capacidad para fascinar desde el primer momento y no dejar de hacerlo por mucho tiempo que pase. 'Porco Rosso', 'El castillo en el cielo' o 'Totoro' siguen ahí, como clásicos incombustibles, revisables una y mil veces y que pueden ser examinadas y analizadas de nuevo, que no pierden nada de su atractivo.

Ghibli is different. Sin duda, los valores que respiran sus películas, las constantes contradicciones que atenazan a sus personajes, lo que los convierte en entidades casi de carne y hueso, y las insistentes vueltas a temas que nos atañen a todos, como la necesidad de autoaceptarse y encontrar la propia identidad, o el poder del amor y la amistad, hace que las películas estén lejos de tratar cuestiones coyunturales. La s películas de Ghibli son eternas.

El caso ambulante. Esta película, sin embargo, no fue especialmente bien recibida: Roger Ebert en el Chicago Sun Times, y medios como Variety o el Washington Post no quedaron muy impresionados con la película, posiblemente por la narrativa difusa y la tendencia a la abstracción de sus imágenes, que la convierten en una aventura menos accesible que otras películas (¿puede considerase, quizás, la casi infantil 'Ponyo' como una reacción a estas críticas?). Pero el tiempo la ha puesto en su lugar, colocándola en el trono de las mejores películas del director (que no son pocas) y un clásico total que, como tantas otras películas del estudio, se niega a envejecer.

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