La realidad aumentada es, cada vez más, parte de nuestro día a día. La usan nuestros hijos cuando juegan a la videoconsola, la utilizamos nosotros con el móvil para descubrir nuestra ciudad gracias a Here City Lens y hasta podemos encontrar trabajo gracias a ella y aplicaciones como Job Lens.
Pero la realidad aumentada no es cosa de hace unos pocos años, sino que viene de lejos, incluso desde mucho antes de que apareciera en la ciencia ficción por primera vez. Su origen se remonta a 1950, año en el que Morton Heilig escribió sobre un "cine de experiencia" en el que pretendía incorporar todos los sentidos. Hasta construyó un prototipo llamado Sensorama en 1961, que utilizó junto a cinco filmes que permitían aumentar la experiencia del espectador.
Realidad aumentada en la ciencia ficción
El término realidad aumentada como tal no fue acuñado hasta 1992 por Tom Caudell, un investigador que trabajaba para Boeing buscando una alternativa para los tableros de configuración de cables. Su solución fueron unas gafas que proyectaran tableros virtuales sobre los tableros reales, aumentando la realidad del usuario.
Sin embargo, la realidad aumentada llevaba ya años en el cine. En 1977, todos nos quedamos fascinados por los hologramas de Star Wars, y eso que ya habían transcurrido 30 años desde que Dennis Gabor inventara la holografía en 1947. Años después, el asunto de los hologramas se empleó de forma curiosa en la película Simone, en la que Victor Taransky (Al Pacino) crea una artista virtual a la que da vida con esta tecnología.
Unos años después, en 1982, pudimos imaginar las aplicaciones prácticas de la realidad aumentada en nuestro día a día gracias al film Terminator, en cuya visión se combinaban imágenes reales con información sobre el entorno, pudiendo identificar objetos y personas y mostrar información relevante.
De forma similar funcionaba el visor del que disfrutaba Robocop un lustro después (1987), mientras que Ironman lo lleva al extremo en su casco, donde se muestra de forma holográfica toda la información que puede serle útil a Tony Stark en cada momento.
También tuvo un hueco la realidad aumentada en una de las series más míticas de los 90: Bola de Dragón. Todo niño quería tener un Scouter (también llamado rastreador), un pequeño visor-comunicador que se colocaba en la oreja y servía para identificar a otros superguerreros y medir su fuerza Ki. Apareció por primera vez en el capítulo 195 del cómic, en 1989 en Japón, aunque su versión anime llegó a España en la segunda mitad de la década de los noventa, en el primer capítulo de Dragon Ball Z. Su primer portador fue Raditz.
Tampoco hay que pasar por alto el film Minority Report (2001). En una época en el que las pantallas táctiles parecían algo de un futuro lejano, Tom Cruise manejaba su ordenador moviendo sus dedos en el aire con unos guantes especiales, mientras la información se mostraba en una pantalla transparente frente a él.
Obviamente, además de las respectivas secuelas, muchas películas han aparecido después haciendo uso de la realidad aumentada. Me vienen a la mente Misión Imposible II (2000) en la que a Ethan Hunt (Tom Cruise) le presentan la misión en unas gafas con realidad aumentada, o las más recientes District 9, Oblivion o Elysium, por citar solo algunas.
Aplicaciones prácticas de Realidad aumentada
Las primeras aplicaciones prácticas de realidad aumentada tuvieron lugar en la aeronáutica, gracias a lo que se conoce como HUD (head-up display), un display transparente en el que se muestra información de vuelo (altitud, inclinación, velocidad...), para que el piloto no deba apartar la mirada al consultar esta información.
Su origen se remonta a los años 50, primero en cazas y aviones militares, para mejorar el sistema de apuntado --por ejemplo, pueden fijar otras aeronaves gracias a cámaras térmicas e infrarrojas-- y posteriormente en aviación civil, con sistemas de guía para el despegue y el aterrizaje.
En automoción, los primeros HUD aparecieron en 1988, aunque no se han popularizado hasta los últimos años. Sin llegar a ser algo habitual, actualmente muchos modelos ofrecen sistemas HUD (normalmente, proyecciones en el parabrisas) con información sobre la velocidad, el consumo o indicaciones de navegación.
Actualmente, también podemos emular a Tom Cruise en Minority Report gracias a Kinect en Xbox, que nos permite navegar por los menús con nuestras manos o comandos de voz, así como jugar a diferentes videojuegos en los que nosotros somos el mando, logrando una mayor inmersión.
Sin embargo, sin ser tan espectacular, donde actualmente tiene la realidad aumentada muchas aplicaciones prácticas es en nuestro teléfono móvil. Al principio hemos mencionado dos muy claras, Here City Lens y Job Lens. Con Here City Lens podemos ubicar en tiempo real aquello que estemos buscando, ya que la aplicación nos muestra las búsquedas sobreimpresas en el visor de la cámara.
Esta función, denominada LiveSight, también se integra en Here Maps y en otras aplicaciones como Foursquare, que nos muestra lo que tenemos frente a nosotros como si fuera un visor. Job Lens hace algo similar, pero con ofertas de trabajo a nuestro alrededor, además de otras interesantes funciones.
El futuro de la realidad aumentada
Ya ha quedado patente que la realidad aumentada ya es parte de nuestras vidas, pero aún nos queda por ver qué nos deparará el futuro de la realidad aumentada. ¿Acabaremos yendo todos con visores ópticos mientras tecleamos en el aire? ¿Se convertirán los hologramas en algo habitual en nuestras vidas? El tiempo dirá, pero en Japón el último ídolo musical es Hatsune Miku, que se presenta en los conciertos como un holograma.
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