Ayer conocíamos el adiós de Paul Otellini, CEO de Intel que se retira tras 8 años al frente de la compañía y 40 años sirviendo en las filas de la mayor firma de procesadores de ordenador del mundo.
La marcha de Otellini es especialmente significativa porque entró sólo cuatro años después de su puesta en marcha y porque cierra una etapa importante. El proverbial modelo ‘Tick-Tock’ adoptado por Intel en 2007 es algo más que una dinámica de cambio de arquitectura de procesador seguida de una reducción de sus componentes. También es la historia de cuatro décadas de luces y sombras.
Los comienzos
Intel fue fundada en 1968 por Gordon Moore (El mismo que tres años antes realizó la observación empírica conocida como Ley de Moore) y Robert Noyce, co-creador del primer circuito integrado. Ambos quisieron llamar a su empresa Moore Noyce pero la transcripción sonora de sus apellidos sonaba demasiado parecida a la expresión More Noise (más ruido), así que finalmente optaron por Integrated Electronics. La marca Intel comenzó a utilizarse más adelante tras adquirir los derechos sobre su uso de una cadena hotelera.
Intel comenzó fabricando memorias hasta que, en 1971, lanzaron su primer procesador, el Intel 4004, capaz de realizar 60.000 operaciones por segundo y con un precio de 200 dólares.
El Intel 4004 no era más que la unión de cuatro chips desarrollados en origen para la marca japonesa de calculadoras Busicom. El éxito de la idea del ingeniero de Intel Ted Hoff fue precisamente crear un único chip programable capaz de realizar distintas operaciones. Al 4004 le sucedieron el 8008 en 1972 y el 8080 en 1974. En 1978 Intel crea el 8086, un ambicioso chip de 16 bits comercializado en versiones de 4.77 a 10MHz pensado para ser el cerebro programable de ordenadores personales.
El ataque de los clones
La semilla de la arquitectura X86 estaba sembrada, pero el mayor hito de Intel no llega hasta comienzos de la década de los 80. IBM quería producir un ordenador personal barato con el que competir con Apple y en 1981 recurre a Intel que dota a su primer IBM PC de un procesador 8088 hermano menor del 8086.
En el éxito de esta plataforma se unen varias claves, algunas ajenas a Intel. Una de ellas fue el hecho de que se permitió a Microsoft vender el sistema operativo del IBM PC (MS DOS) a otras compañías.
El éxito del IBM PC fue tan grande que otros fabricantes quisieron lanzar su propia versión compatible para aprovechar la creciente cantidad de software que se programaba para él. La única parte propietaria del IBM PC era la BIOS, pero hasta ese componente era fácilmente copiable mediante ingeniería inversa. Así nacieron los ordenadores Compatibles con IBM PC o ‘clónicos’.
Al 8086 siguieron el 80286 en 1982 y el 80386, primer chip Intel de 32 bits que sentó las bases de la multitarea en equipos domésticos. La saga continuó con el primer chip segmentado, el 80486. En 1993, Intel lanzó el 80586 al que llamó Pentium para diferenciarlo del cada vez mayor número de competidores.
De más potencia a menos consumo
A partir de Pentium, la industria, con Intel a la cabeza, se embarcó en una loca carrera por integrar cada vez más funciones en el procesador y a aumentar su frecuencia en megahertzios. Tras la pérdida de influencia de IBM, los clónicos pasaron a denominarse genéricamente Wintel, licencia de la que Intel intentó sacar provecho hasta que finalmente renunció a su uso, favoreciendo el crecimiento de alternativas como AMD.
A comienzos de la década de los 2000, Intel se perdió en la arquitectura Netburst para los Pentium 4 y fue AMD la que en muchos momentos asumió el liderazgo tecnológico de los X86 con hitos como el lanzamiento de la plataforma AMD64.
Intel recuperó la arquitectura de los Pentium originales pero esta vez con la vista puesta en reducir el consumo energético y el calentamiento, dos problemas que estaban frenando el crecimiento de la velocidad en Megahertzios. Tras líneas como los Intel Atom, finalmente la evolución de los procesadores parece ir más en la línea de la computación en paralelo con varios núcleos dedicados a distintas funciones.
Errores y ausencias
Intel es uno de los principales padres de la informática moderna, pero su trayectoria no está exenta de errores, algo nada infrecuente en las grandes empresas. A mediados de los 70 la compañía desechó ni más ni menos que el concepto de ordenador portátil cuando hubiera estado en sus manos hacerlo. En los 90, Intel intentó afianzar su liderazgo a golpe de nuevos formatos de memoria y tecnologías propietarias que no hicieron sino darles alas a sus competidores.
Proyectos como la tecnología de chips gráficos integrados Larrabee fueron cancelados por sus malos resultados en pruebas de rendimiento. Otros, como Thunderbolt, son excelentes tecnologías que podrían no ir a parar a ninguna parte por haber tardado demasiado en implantarse dejando paso a otros estándares como el USB 3.0.
De todos los errores de Intel, el más grave de todos ha sido no darse cuenta a tiempo de la fulgurante ascensión de las arquitecturas ARM cuya potencia ha aupado a dispositivos móviles como smartphones y tablets a competir directamente con los portátiles.
De momento Intel ha sobrevivido a la aparición de todos estos nuevos competidores y, con sus aciertos y errores, es una de las firmas que más recursos dedica a investigación, ayudando al desarrollo de la tecnología tal y como la conocemos.
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