La cartera de clientes de Foxconn es interminable. Sony, Amazon, Apple, Dell, HP, Nintendo, Microsoft o IBM son solo algunas de las muchas compañías a las que proporciona sus servicios de fabricación a gran escala. Y es que en esencia es a eso a lo que se dedica esta empresa taiwanesa: a producir los dispositivos electrónicos que diseñan otras marcas. Y le va bien. Increíblemente bien.
De hecho, un año tras otro la compañía fundada en 1974 por el empresario taiwanés Terry Gou se afianza como el fabricante de dispositivos electrónicos más grande del planeta si nos ceñimos a su capacidad de producción, y también a las personas a las que emplea. Estas dos cifras pueden ayudarnos a poner su gigantismo en perspectiva: fabrica alrededor del 40% de los dispositivos electrónicos del mercado, y actualmente emplea a más de 1,2 millones de personas.
Sin embargo, a pesar de los cuantiosos recursos que tiene a su disposición, no es infalible. La estrategia de atrincheramiento total implementada por el Gobierno chino para combatir la expansión de la enfermedad COVID-19 ha puesto contra las cuerdas a muchas empresas, y Foxconn es una de ellas. De hecho, a principios de noviembre Apple anunció que la producción del iPhone 14 Pro podría verse seriamente afectada por las restricciones que están teniendo lugar en China.
Una posible solución en la coyuntura actual: seguir los pasos de TSMC
Foxconn acaba de dar a conocer los ingresos que ha obtenido durante el pasado mes de noviembre, y han caído un 29,04% si los comparamos con los que obtuvo en octubre, y un 11,36% si los confrontamos con los que alcanzó en noviembre de 2021. En su declaración esta compañía asegura que estas cifras están alineadas con sus expectativas, pero, aun así, es evidente que una caída abrupta de esta envergadura puede tener consecuencias serias.
Y con toda probabilidad la más importante, la que puede provocar que los cimientos de Foxconn se agrieten, es la posibilidad de que Apple decida limitar a medio plazo su relación con esta empresa. La caída de los ingresos ha estado propiciada por las restricciones impuestas por el Gobierno chino para combatir la pandemia, pero estas mismas limitaciones también se han llevado por delante la producción de hasta seis millones de iPhone de última hornada. Y sí, son muchos teléfonos móviles.
Hace apenas tres semanas el diario asiático South China Morning Post desveló que la fábrica que tiene Foxconn en Zhengzhou, que es la planta en la que se están produciendo buena parte de los iPhone 14, necesita nada menos que 100.000 trabajadores adicionales para normalizar su ritmo de fabricación. Y estas son muchas personas incluso en un país con una mano de obra tan abundante como China.
El Gobierno chino ha aprobado varias medidas que pretenden apaciguar las revueltas a las que se han sumado los ciudadanos que no pueden soportar más su mano extremadamente dura con la justificación de frenar la expansión de la enfermedad COVID-19. De hecho, el Consejo de Estado ha dejado claro que la estrategia COVIDZero está muerta. Lo que aún no está en absoluto claro es cómo piensa dejar atrás esta política, que, en la práctica, no es sino el reflejo de un problema estructural que está íntimamente ligado al régimen político chino.
Durante los últimos años el Gobierno estadounidense está intentando que sus mayores compañías de tecnología vuelvan a fabricar e invertir en Estados Unidos. Y lo está haciendo a golpe de talón. No obstante, esto no significa necesariamente que sus empresas vayan a romper poco a poco su relación con los fabricantes asiáticos; significa, sencillamente, que el Gobierno de Trump antes y el de Biden ahora han creado el clima propicio para que Apple, Intel, Google y compañía apuesten por crear más riqueza en su país de origen, y menos en el extranjero.
Si nos ceñimos a las empresas taiwanesas la coincidencia de esta política y la creciente tensión entre China y Taiwán está provocando que para ellas sea más atractivo que nunca poner a punto plantas en suelo estadounidense. TSMC ya está equipando su nueva fábrica de 40.000 millones de dólares en Arizona, y Foxconn tiene una instalación de última generación en Mount Pleasant (Wisconsin). En la coyuntura actual no sería en absoluto sorprendente que esta última empresa decida seguir los pasos de TSMC y a medio plazo refuerce su presencia en Estados Unidos. Hagamos apuestas.
Imagen de portada: Foxconn
Vía: Foxconn
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