En 2021 la industria global de los semiconductores facturó 555 900 millones de dólares. A las personas que no estamos acostumbradas a manejar cifras tan abultadas suele costarnos ponerlas en perspectiva, pero sí, es una barbaridad de dinero. De hecho, según la Asociación de la Industria de los Semiconductores (SIA), el año pasado este mercado creció un 26,2% si lo comparamos con el volumen de negocio que tenía en 2020.
No cabe duda de que muchas otras industrias venderían su alma al diablo para conseguir un crecimiento como este. Sin embargo, y esto es lo más perturbador, los usuarios tenemos una sensación de desabastecimiento muy tangible fruto de la dificultad que tenemos para comprar algunos dispositivos muy dependientes de los semiconductores, como los ordenadores, las consolas de videojuegos, o, incluso, los coches, entre muchos otros productos.
Esta coyuntura está provocando que algunos consumidores concluyan que los chips escasean, pero nada más lejos de la realidad. Los circuitos integrados no escasean; actualmente se están fabricando y vendiendo más que nunca. Muchos más que en años anteriores. Sin embargo, y esta es la raíz del problema, la demanda ha crecido tanto y en tan poco tiempo que los fabricantes de semiconductores no están siendo capaces de equilibrar la demanda y la oferta.
No hay escasez de chips; hay un enorme déficit de semiconductores
Son dos cosas diferentes. Estas declaraciones de John Neuffer, el presidente de SIA, reflejan con mucha claridad cuál es la situación en la que se encuentra la industria de los semiconductores: 'En 2021, en un contexto generalizado de enorme demanda, los fabricantes de semiconductores han incrementado sustancialmente la producción hasta alcanzar un nivel de fabricación sin precedentes que persigue responder a la alta demanda, lo que ha dado lugar a unas cifras de unidades distribuidas y vendidas récord'.
La gráfica que publicamos debajo de estas líneas ha sido elaborada por World Semiconductor Trade Statistics, y describe cómo han evolucionado los ingresos y cómo se ha desarrollado el negocio año a año en la industria global de los circuitos integrados durante más de dos décadas. Este último parámetro, como podemos ver, ha alcanzado picos muy notables en momentos puntuales, como, por ejemplo, en los años 2000, 2004 y 2010.
Estas fluctuaciones nos indican que esos años el mercado de los chips experimentó un crecimiento muy fuerte como respuesta a una etapa de contracción previa de esta industria. Y, curiosamente, todos esos ciclos de gran crecimiento dieron paso a etapas en las que el mercado volvió a contraerse de una forma muy abrupta.
Sin embargo, si nos fijamos en la línea azul, que es la que describe los ingresos de esta industria, comprobaremos que durante los últimos veinticinco años han ido incrementándose paulatinamente, a pesar de haber tenido caídas puntuales, hasta alcanzar la cifra récord que hemos manejado en las primeras líneas de este artículo.
Este comportamiento tan peculiar, que describe un mercado que hasta hace dos años experimentaba una gran volubilidad, pero cuyos ingresos reflejan una fuerte y constante tendencia al alza, nos indica que el precio de los chips se ha incrementado paulatinamente durante más de dos décadas. Esto es, precisamente, lo que ha contribuido a que los ingresos caigan moderadamente en las épocas de 'vacas flacas'.
Es evidente que en el contexto actual a los fabricantes de chips les interesa responder a la demanda porque de esta forma su volumen de negocio seguirá creciendo. Y sus ingresos continuarán aumentando. Pero se encuentran en una posición muy delicada. La capacidad de producción de estas compañías ya rozaba el límite antes de que comenzase la crisis, por lo que ir más allá representa un auténtico desafío.
El equipamiento tecnológico que es necesario utilizar para producir circuitos integrados es muy sofisticado, especialmente si el objetivo es fabricar semiconductores de alta integración. Y los procesos fotolitográficos más avanzados no se pueden acelerar a demanda debido a que involucran procedimientos extremadamente complejos que se llevan a cabo en unas instalaciones que deben cumplir unos requisitos muy exigentes.
Aun así, dadas las circunstancias los principales fabricantes de semiconductores han confesado que están haciendo todo lo que está en su mano para incrementar la producción dentro del moderado margen de maniobra que tienen. En este contexto no hay remedios milagrosos. La solución definitiva a esta crisis pasa por poner a punto nuevas fábricas que permitan a esta industria responder a la demanda. Los productores de chips están en ello, pero los primeros síntomas de recuperación no llegarán hasta el año que viene.
Imagen de portada | TSMC
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