La fuente de alimentación es un componente muy importante de nuestros ordenadores. Siempre lo ha sido, pero ahora es, si cabe, más crucial que nunca. Y lo es porque los microprocesadores y los procesadores gráficos son cada vez más exigentes si nos ceñimos a la energía que necesitan para entregarnos su mejor rendimiento. Al fin y al cabo sobre ella recae la responsabilidad de transformar la corriente alterna que recibe de la red eléctrica en la corriente continua con la que trabajan los componentes de nuestro equipo.
No obstante, esto no es lo único que hace. También debe ser capaz de regular el voltaje con mucha precisión para proporcionar a cada uno de ellos una señal completamente estable y libre del más mínimo ruido eléctrico. Y no lo tiene fácil. Nuestra infraestructura eléctrica es un medio muy agresivo que no solo se ve expuesto a las perturbaciones que acarrea el transporte de la energía desde las centrales de generación hasta nuestras casas; cada uno de los electrodomésticos y equipos electrónicos que conectamos inyecta ruido en la red.
Lidiar con todo esto no es fácil, por lo que no merece la pena escatimar con la parte del presupuesto de nuestro PC que dedicamos a la fuente de alimentación. Aun así, su precio no siempre está respaldado por componentes de calidad, por lo que es una buena idea consultar la opinión de los usuarios y los análisis de los medios especializados antes de elegir nuestra fuente. Lo más importante es que este componente lleve a cabo su función primordial con la máxima eficacia posible.
Sobredimensionar la fuente de alimentación tiene sentido. Muchísimo sentido
Una parte de la energía que la fuente de alimentación toma de la red eléctrica se disipa en forma de calor como resultado del trabajo que lleva a cabo el circuito eléctrico que se encarga de la conversión de la corriente alterna en continua y de la regulación del voltaje. Este comportamiento nos da una pista clara acerca de la forma en que debemos calcular su potencia: la fuente de nuestro PC debe estar sobredimensionada.
Si el consumo conjunto de todos los componentes de nuestro PC bajo máximo estrés es, por ejemplo, 520 vatios, no debemos conformarnos con una fuente con una potencia de salida máxima de 550 vatios porque es muy probable que no dé la talla y nos juegue una mala pasada.
La eficiencia de las fuentes de alimentación no es fija; fluctúa a medida que varía la carga a la que las sometemos. La mayor parte de las fuentes alcanza su región de máxima eficiencia con una carga que oscila entre el 30 y el 70%, por lo que lo ideal es que los consumos típico y máximo de nuestro equipo queden confinados dentro de este rango de potencias de salida.
No es fácil conseguir la información que necesitamos para llevar a cabo estos cálculos, por lo que os recomendamos que además de consultar los consumos que anuncian los fabricantes de los componentes de vuestro PC recurráis a los análisis de los medios especializados para conseguir cifras lo más certeras posible.
Una vez que hemos calculado el consumo máximo conjunto de los componentes de nuestro PC podemos hacer una operación muy sencilla que nos va a sugerir cuál podría ser la capacidad máxima de entrega de potencia de nuestra fuente de alimentación:
Potencia de la fuente = (Consumo máximo de nuestro equipo x 100) / 70
Si seguimos adelante con nuestro ejemplo y asumimos que los componentes de nuestro PC consumen bajo máximo estrés alrededor de 520 vatios el cálculo sería el siguiente:
Potencia de la fuente = (520 vatios x 100) / 70 = 742,85 vatios
En principio una fuente de alimentación de 750 vatios debería ser más que suficiente para garantizar un suministro estable de energía a todos los componentes de nuestro PC. Y, además, la fuente debería trabajar la mayor parte del tiempo dentro de la región de máxima eficiencia.
Como es lógico nuestro ordenador no va a estar sometido todo el tiempo a la máxima carga posible, por lo que es importante alinear el consumo máximo que hemos calculado con el límite superior de la región de máxima eficiencia de la fuente. En cualquier caso, este método no es infalible. Solo es un procedimiento orientativo y sencillo que a nosotros nos funciona bien, y creemos que a vosotros también puede resultaros útil.
La eficiencia de las fuentes de alimentación, explicada
Una fuente de alimentación tendrá una eficiencia del 100% si es capaz de entregar a su salida toda la energía eléctrica que toma de la red. Sin pérdida de ningún tipo. Desafortunadamente esto no es posible debido a que, como hemos visto, el circuito eléctrico que se responsabiliza de llevar a cabo la conversión de la corriente alterna en continua y de la regulación del voltaje provoca que una parte de la energía se disipe en forma de calor. Aun así, no todas las fuentes tienen la misma eficiencia. Algunas consiguen llevar a cabo el trabajo que les encomendamos con más eficiencia que otras, y la certificación 80 PLUS puede ayudarnos a identificarlas.
Esta etiqueta nació en 2004 como una propuesta de la consultora Ecos Consulting, aunque la organización que expide esta certificación y se encarga de poner a prueba las fuentes de alimentación es el laboratorio estadounidense EPRI. Los fabricantes de fuentes no están obligados a someter a sus productos a esta prueba, pero a muchos les interesa conseguir la certificación 80 PLUS porque saben que algunos usuarios la buscamos. Y, como es lógico, ayuda a vender fuentes de alimentación.
Lo interesante es que esta certificación nos indica cuál es la eficiencia de una fuente cuando se ve sometida a una carga del 10%, 20%, 50% y 100%. Y dependiendo del resultado que arroje en la prueba obtendrá una etiqueta 80 PLUS u otra. Esta tabla resume la eficiencia que debe entregar una fuente de alimentación para conseguir una de las etiquetas de esta certificación:
CERTIFICACIÓN |
CARGA DEL 10% |
CARGA DEL 20% |
CARGA DEL 50% |
CARGA DEL 100% |
---|---|---|---|---|
80 PLUS |
No disponible |
82% |
85% |
82% |
80 plus bronce |
No disponible |
85% |
88% |
85% |
80 plus plata |
No disponible |
87% |
90% |
87% |
80 plus oro |
No disponible |
90% |
92% |
89% |
80 plus platino |
No disponible |
92% |
94% |
90% |
80 plus titanio |
90% |
94% |
96% |
94% |
Como podemos ver en la tabla, las fuentes de alimentación que consiguen la etiqueta 80 PLUS ORO son más eficientes que las que tienen la certificación 80 PLUS BRONCE. Y las 80 PLUS TITANIO nos prometen una eficiencia aún más alta que las ORO. Eso sí, todas ellas deben tener una eficiencia mínima del 80%.
La metodología de pruebas utilizada por EPRI para expedir estas etiquetas ha sido puesta en duda porque, según algunos medios críticos, la temperatura a la que se llevan a cabo los tests no refleja fielmente las condiciones de trabajo reales de las fuentes de alimentación en el interior de nuestros ordenadores. Y es posible que tengan razón. Aun así, por el momento esta certificación es la herramienta más fiable que tenemos a la hora de valorar la eficiencia de las fuentes, por lo que, en nuestra opinión, merece la pena tenerla en cuenta.
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