Tengo una consola Ouya sobre la mesa. Detrás de la pantalla de mi portátil. Si tuviera ojo y capacidad de sentir seguramente ahora me estaría mirando con pena y extrañeza mientras escribo estas líneas. ¿Cómo que un réquiem por mi vida? ¿Acaso te has olvidado de las horas que hemos jugado juntos? No, no me olvido pero tengo malas noticias para ti.
Tu trayectoria ha sido errática y en algunos puntos hasta cuestionable. Has querido ser grande pero no has logrado sobrepasar tus diminutas dimensiones físicas para transcender y ser alguien grande. Lo quieres lograr con Ouya Everywhere pero mucho me temo que no vas a poder liderar una categoría en la que pretendías ser la dueña y señora: las microconsolas Android.
De ser el niño bonito de Kickstarter al rechazo de algunos desarrolladores
Cuando el concepto del crowdfunding, canalizado a través de Kickstarter, estaba dando sus primeros pasos entre el escepticismo hubo unos cuantos proyectos que ayudaron a darle un empujón. No sólo a los inversores sino también animando a los creadores a buscar financiación para sus creaciones a través de él y no de otras vías a veces más complicadas como las rondas de financiación de los fondos de capital riesgo.
Uno de estos pioneros fue Ouya que además logró recoger mucho dinero durante su periodo de financiación en Kickstarter. Las cosas les fueron bien y esta pequeña consola que parecía venía dispuesta a revolver, revolución es una palabra muy fuerte amigo, el mercado de las videoconsolas consiguió su objetivo.
La etapa de desarrollo de la consola fue, vista desde fuera, sin sobresaltos importantes. Eso sí, el escepticismo seguía alrededor de ella: ¿qué iba a ofrecer esta consola que no pudiera hacer una Playstation o una Xbox? ¿juegos para el móvil pero a pantalla completa? A muchos no terminó de convencerles su propuesta.
Pasó el tiempo y tras las primeras unidades que llegaron a los desarrolladores llegó al gran público. ¿La reacción de éste? Decepcionante. No terminaba de convencer y las reviews negativas empezaron a caer sobre ella. Algunos fallos eran flagrantes: un mando caro que no estaba a la altura, problemas con su puerto USB, escasa memoria interna…
Ouya prometió solucionar todo esto con una revisión de la consola, que anda ahora mismo en desarrollo y debería salir al mercado dentro de poco. ¿Lo solucionarán? Es posible pero aunque estos problemas son importantes hay algo más preocupante todavía: el catálogo de juegos.
Muchos juegos pero pocas nueces
Ouya sacó pecho esta semana en su blog anunciando que más de 33.000 personas —que no necesariamente desarrolladores— habían descargado su kit de desarrollo. ¿Indica esto algo? No, lo importante y la realidad es que ahora mismo el catálogo de la consola se compone de 675 juegos.
Una cifra que no es despreciable en absoluto pero al empezar a navegar en su librería descubres que la mayoría son títulos que ya estaban en Google Play y que las pocas exclusivas que tiene no son muy interesantes. Llevo tiempo investigando y probando pero a día de hoy mi Ouya se compone sólo de emuladores de consolas clásicas, y no me arrepiento.
Sin embargo, si es cierto que me siento un poco decepcionado porque aunque cumple muy bien su papel como plataforma de emulación que sea sólo eso sabe a poco. Sobre todo porque el uso que yo hago de ella es muy de nicho y al final lo que esperas de una consola no es que viva del contenido de otras sino que tenga el suyo propio y derroche personalidad.
La realidad es que en el catálogo hay mucho juego pero nada realmente interesante. ¿Los motivos? Algunos desarrolladores han quedado desencantados con las peculiares políticas de Ouya y además, a día de hoy, ¿qué sentido tiene desarrollar para esta consola?
¿Por qué iba a desarrollar para Ouya en lugar de para Android?
Con el propósito de darle un empujón a Ouya, como software, han anunciado que empezarán a licenciar su catálogo en otras plataformas. Es decir, coger lo único que tenía valor en esa consola y poder disfrutarlo en otros dispositivos. El primero de ellos será el Project M.O.J.O de Mad Catz.
Un movimiento bastante confuso en mi humilde opinión. ¿Por qué iba a comprar una Ouya entonces? Por su mando desde luego que no. Además, no resuelve los problemas que ya tenía como es la política con los desarroladores y su peculiar forma que tienen de financiarles si un proyecto funciona medianamente bien.
Lo normal sería establecer algún tipo de paralelismo con lo que pretende Valve con las Steam Machines pero las comparaciones son odiosas y aunque sí es cierto que hay alguna similitud a día de hoy queda patente que el camino de Ouya no tiene una línea muy definida y está lleno de obstáculos.
Teniendo en cuenta el número de microconsolas que hay, y que de momento ninguna propuesta termina de convencer, parece que el futuro de esta categoría radica en seguir desarrollando para Android sin ningún tipo de atadura o exclusividad con ninguna plataforma exclusiva.
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