Vitalik no es como el creador de Bitcoin: él sí quiere que la gente sepa que creó Ethereum

En la confluencia de los ríos Moscova y Oká, en pleno óblast de Moscú, se encuentra la ciudad de Kolomna. Una pequeña urbe con poco más de 140.000 habitantes que hasta el año 1994 fue una ciudad cerrada. Una de esas poblaciones de la antigua Unión Soviética donde la industria militar producía secretamente y tanto los viajes como la residencia sufrían restricciones. El secreto debía mantenerse a salvo.

En 1960 nació en ella el astronauta Mijaíl Tiurin, que vivió y trabajó en la Estación Espacial Internacional durante la tercera estancia de larga duración. En 1968 el matemático y escritor Edward Frenkel, uno de los mayores divulgadores de las matemáticas. En 1985 la medallista olímpica y patinadora de velocidad Yekaterina Lobysheva, bronce en Turín 2006 y Sochi 2014. Y hace 23 años, justamente el año de la apertura de la ciudad, Vitalik Buterin, el creador de Ethereum. Una de las monedas digitales más populares y toda una prometedora plataforma.

Una disrupción con rostro

No es casualidad que este genio, artífice de una de las criptodivisas más conocidas, pueda ser llamado con nombre y apellidos reales.

No es tampoco casualidad que sepamos en qué lugar nació y dónde se crió. Que podamos comentar que a los seis años se mudó junto a sus padres a Toronto, Canadá, donde buscaban mejores oportunidades laborales. Que mientras cursaba tercer grado en la escuela elemental, advertidas sus notables capacidades intelectuales, fue reubicado en una clase para niños superdotados. Que más tarde asistió a una escuela secundaria, The Abelard School, basada en el método socrático.

O que incluso sorprendió a sus compañeros de clase, siendo capaz de sumar mentalmente números de tres cifras al doble de velocidad de la que ellos eran capaces. Las matemáticas, la programación y la economía fueron temas que le interesaron naturalmente.

Estos detalles recogidos aquí y allá son públicos porque a Buterin no le importa demasiado ser conocido. No se esconde, da conferencias y aparece en eventos. Es una figura pública que no teme hablar sobre sí misma ni usar Twitter con frecuencia. Viaja por el mundo causando admiración, sorprendiendo a quienes no le ponían cara con su aspecto adolescente y sus atrevidos vestuarios en forma de estampados con unicornios, arcoíris o gatos. Se muestra tal y como es.

El creador de Ethereum tiene nombre y apellidos reales, tiene rostro, asiste a eventos

Esa es la principal y esencial diferencia respecto a Satoshi Nakamoto, el misterioso pseudónimo que usó para identificarse el creador o los creadores del Bitcoin. Otra criptomoneda, la más popular de cuantas existen y la que no deja de acumular récords, con un protocolo y una red P2P del mismo nombre. Ethereum podría describirse como un familiar de esta, más o menos cercano, que un día decidió evolucionar yendo un paso más allá.

Como más allá quiso ir su artífice respecto a su referente más cercano. Ese que imagina como un hombre entre los 30 y los 50 años que, quizás, podría ser realmente japonés. "Aunque molaría si fuese una mujer", apostillaba en un tuit el programador y escritor ruso en abril de 2015.

Más allá de exposición personal: el desarrollo de un concepto diferente

No cabe duda que Bitcoin abrió el camino. Lo señaló. Dio los primeros pasos. Fue creada de una manera colectiva y se la dejó libre, abierta al mercado. En 2009, un año después del crash económico mundial que todavía arrastramos. Blockchain, la tecnología tras esta divisa electrónica, esa base de datos o libro de contabilidad distribuido y en posesión de todos los partícipes, es un diamante en bruto que poco a poco adquiere brillo en los más inimaginables ámbitos.

Aunque durante más de un año nadie confió en la moneda. Pasados otros doce meses, alcanzó el valor de 1 dólar estadounidense. ¿Se detuvo? ¿Se abandonó? ¿Terminó por desaparecer? Sabemos que no. Aquello solamente era un minúsculo comienzo.

Hasta la publicación de este artículo el bitcoin ha tenido su récord en los 11.000 dólares. Una evolución espectacular que algunos atribuyen al principio de una revolución, aquella que pretender darle un vuelco a la economía mundial mediante un sistema descentralizado y alternativo; y otros a una gigantesca burbuja, una especulación salvaje que algún día estallará por los aires. El debate es largo, complejo y está lleno de aristas. Continuará mientras los bitcoins continuen siendo más un producto especulativo que un medio de pago o intercambio.

Aunque Ethereum vive un debate similar al de la creación de Nakamoto, el potencial de su plataforma hace que sea visto como algo más que una buena idea hecha especulación

En esas mismas está también Ethereum. La moneda, llamada ether, su protocolo y de una forma especial su plataforma. La principal desemejanza con el bitcoin es que la creación de Vitalik no es finita, no tiene un límite definido y por tanto no se convertirá automáticamente en una moneda deflacionaria. Pero su idea es mucho más amplia, va más allá de la moneda en sí misma —que no se puede utilizar más allá de su propia plataforma— y es en esa amplitud donde reside su verdadero potencial, el que la hace escapar de un cuestionamiento más crudo. Concretamente, en su principal apuesta de valor: los contratos inteligentes.

El genio ruso ahora afincado en la ciudad suiza de Zug, donde se encuentra la fundación que impulsa Ethereum, conoció Bitcoin gracias a su padre. Él tenía 17 años, acababa de dejar de jugar a World of Warcraft por unos cambios de Blizzard que no le habían gustado nada y la nueva moneda, que apenas superaba los dos años, captó su atención. La idea de salirse de una regulación gubernamental, de hacer escapar una parte del poder del control de grandes corporaciones, dos mundos a los que responsabilizaba de parte de los males del mundo, le seducía.

El siguiente paso fue hacerse con unos cuantos, pero al no disponer ni de dinero ni de recursos informáticos para obtenerlos mediante minería, optó por contribuir a un blog sobre la materia que prometía pagar en bitcoins. La oferta era clara: se pagarían 5 bitcoins por cada artículo.

Sus textos llamaron la atención. Su talento para desenmarañar los tecnicismo de este nuevo mundo era evidente y un entusiasta rumano del Bitcoin, Mihai Alisie, se puso en contacto con él. Tras un tiempo escribiéndose, decidieron fundar a finales de 2011 la publicación especializada Bitcoin Magazine. Mientras Vitalik iba haciéndose un nombre como gran entendido de la nueva moneda, elevando en referencia su revista, comenzó varios cursos avanzados en la Universidad de Waterloo mientras trabajaba a tiempo parcial como asistente de investigación para el criptógrafo Ian Goldberg, uno de los creadores del protocolo OTR usado en mensajería instantánea.

Vio que la comunidad quería ir más allá con Bitcoin, pero debían ir más allá con blockchain

Cuando fue verdaderamente consciente del potencial que veía la gente en Bitcoin, cuando vio cómo profesionales de todo el mundo intentaban construir sobre su infraestructura otras representaciones más allá de la moneda, como acciones, bonos o acuerdos en lo que se llamó "Bitcoin 2.0", la idea que más adelante se convertiría en Ethereum se hizo fuerte en su cabeza. Con blockchain, Satoshi Nakamoto había empoderado a todos los intervinientes de un sistema haciéndoles parte de él. Ellos, todos los que están dentro del mismo, lo garantizan gracias a la descentralización y el funcionamiento autónomo que lleva intrínseco.

Sin embargo, el Bitcoin como tal no estaba preparado para llevar adelante ese potencial. El código de su misterioso creador limitaba deliberadamente la complejidad de las transacciones y cualquier complicación que se desarrollaba era una suerte de truco al sistema. Las intenciones eran buenas, la tracción de la novedosa divisa ayudaba, pero no estaba preparada. Se necesitaba más.

Dejó lo que estaba haciendo en la universidad y se entregó a su idea. Tras el viaje que había hecho por varias partes del mundo viendo qué buscaban hacer el resto, aventura que financió con la revalorización de sus bitcoins, sabía qué no le gustaba y cuáles eran los caminos que no debía tomar.

Un mes después de comenzar a desarrollar en todos los sentidos su planteamiento, tenía un documento técnico que los explicaba así como el nombre: Ethereum. Movió ese libro blanco entre conocidos, estos lo movieron con otros conocidos y una treintena de personas se interesaron por la iniciativa. Buterin esperaba que llegasen críticas negativas, como explicaba hace año y medio a Wired en un imprescindible reportaje, pero eso nunca sucedió.

Cuando se me ocurrió Ethereum, mi primer pensamiento fue que esta cosa era demasiado buena para ser verdad y que iba a tener a cinco criptógrafos profesionales lloviendo sobre mí y diciéndome lo estúpido que soy por no ver un montón de defectos muy obvios. [...] Dos semanas después me sorprendió mucho que nada de eso pasara. Resultó que la idea central de Ethereum era buena, fundamental, completa y totalmente sólida.

Para el recuerdo de aquellos inicios queda el artículo que publicó en enero de 2014 en Bitcoin Magazine describiendo su proyecto, "Ethereum: una criptomoneda de próxima generación y plataforma de aplicación descentralizada", y la conferencia de Bitcoin de Miami donde lo explicó. Hubo una prolongada ovación y gran parte de los asistentes, grandes entusiastas de la invención de Nakamoto, querían saber más.

Poco después abrirían una recaudación para constituir la Ethereum Foundation y financiar el desarrollo. A mediados de 2015 su sistema era una realidad. La casi utopia de uno se había convertido en un movimiento de muchos que con su difusión no cejaba de ganar adeptos.

Ethereum, los contratos inteligentes y la suma cero del poder

Como explican en su web, "Ethereum es una plataforma descentralizada que ejecuta contratos inteligentes: aplicaciones que funcionan exactamente como están programadas sin posibilidad de inactividad, censura, fraude o interferencia de terceros". Las llamadas dapps se ejecutan en una cadena de bloques construida de acuerdo a las necesidades del proyecto, como comentábamos líneas más arriba. "Una infraestructura global compartida enormemente poderosa que puede mover el valor y representar la posesión de la propiedad", ese software distribuido y sin limitaciones que se ejecuta en múltiples ordenadores.

Todo ello posibilita "crear mercados, almacenar registros de deudas o promesas, mover fondos de acuerdo con las instrucciones dadas en el pasado (como un testamento o un contrato de futuros) y muchas otras cosas que aún no se han inventado, todo ello sin riesgo de intermediario o contraparte". Es el verdadero potencial de Ethereum.

Un contrato inteligente podría liberar un plan de pensiones al alcanzar su titular una edad determinada, sin intervención de terceros, de forma automática y transparente

Los contratos inteligentes, haciendo una gran simplificación, son una porción de código que provocan un efecto tras una causa sin ser necesaria, a priori, una intervención adicional. Se crea ese acuerdo, esa relación entre un suceso y lo que ocurrirá después, y cuando todo pasa tendrá lugar sin que nada se puede hacer por impedirlo porque por esa razón todo esta construido mediante blockchain. Aunque al crear el contrato se hubiese cometido algún error.

En todo caso, la única interacción sería la que indique a la red descentralizada que lo que debe desencadenar la operación financiera comprometida ha tenido lugar, aunque la idea es que en la mayoría de los casos el conjunto de requisitos pueda ser verificable por la propia infraestructura.

Las aplicaciones de este concepto pueden ser muchas y muy variadas, pero para hacer más fácil su comprensión, imaginemos situaciones sencillas. Podemos pensar en un plan de pensiones que se libera de forma automática cuando su titular cumple los 67 años, un patrimonio que se reparte entre beneficiarios cuando una persona fallece o las primas que cobran unos empleados cuando alcanzan determinados objetivos.

Al margen de contratos, quedándonos con la propia descentralización y lo innecesario de que un banco esté por medio, tenemos el ejemplo del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. Gracias al empleo de una versión privada de la creación de Vitalik han conseguido ahorrar lo que antes se llevaban las empresas de servicios financieros que actuaban como intermediarias.

Las ICO son una forma de financiación en la que los inversores no adquieren acciones, sino criptomonedas que serán canjeables por moneda tradicional

Al recorrido más que evidente de las dapps se suma que Ethereum resulta una plataforma ideal para las ICO, las Initial Coin Offer, una forma de financiación colectiva con algunas ventajas para determinadas empresas emergentes. Básicamente, una persona financia un proyecto comprando ethers con los que, a su vez, comprará la criptomoneda creada por la startup. Cuando la empresa prospere, en lugar de recibir acciones como en otro tipo de financiaciones, tendrá la oportunidad de canjear esa moneda virtual por monedas tradicionales.

La personalidad de Buterin y su brillante concepción, aprovechable de tantas maneras y en tantos campos, lo han erigido como una figura a la que rinden culto cientos de desarrolladores. Aunque su objetivo en el corto plazo es salir poco a poco del proyecto, dejar de ser la cara visible como explicó a Motherboard en abril, se encuentra indefectiblemente unido a ella. No es el enigmático Satoshi, es perfectamente identificable, es un referente con rostro reconocible e inevitablemente le costará mucho más desparecer del mapa por completo si es que así lo llega a desear.

La estrella rutilante en pleno ascenso que es Ethereum ha captado la atención de personas que buscan hacer fortuna, que encuentran en esta novedad su nueva forma de especulación al igual que sucede con el Bitcoin, a pesar de que el deseo de su creador es otro.

En las declaraciones que recogió Wired en junio del año pasado decía: "Creo que una gran parte de la consecuencia va a ser, necesariamente, desempoderar en cierta medida a algunos de estos jugadores centralizados". "En última instancia, el poder es un juego de suma cero", continuaba, "y si se habla de darle poder al pequeño, tanto como se quiera en una terminología floral que lo haga sonar suave y bueno, se está necesariamente desempoderando al tipo grande. Y personalmente digo que se fastidie el grandote. Ya tienen suficiente dinero".

El tiempo dirá si Ethereum se convierte en aquella idea "demasiado buena para ser verdad".

Imágenes | TechCrunch y Pixabay
En Xataka | Cómo Ethereum está disputando el papel de criptomoneda más segura sobre blockchain a Bitcoin

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