De la alarma, preocúpate sólo cuando salte. Diario de un "maker" (II)

De la alarma, preocúpate sólo cuando salte. Diario de un "maker" (II)
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Como decíamos ayer, la cantidad de libros y películas futuristas que he llegado a devorar han hecho de mí un buscador incansable de "El Dorado" de la domótica y las casas inteligentes.

Cuántas veces hemos pensado: "¿He cerrado el coche?",… "¿He cerrado con llave la puerta de casa?",…. "¿He activado la alarma?" Por la cantidad de cosas que tenemos en la cabeza en la vida diaria, al final estas cosas las hacemos de una forma inconsciente, pero por lo rutinario de las mismas, olvidamos que las hemos hecho.

En mi caso, son tareas de las que directamente no quisiera tener ni que preocuparme. Así que pedí el deseo de poder hacer que "alguien" tomase ciertas decisiones por mí.

Siendo ya capaz de identificar si hay o no alguien en casa, y por deformación profesional pura, una mente paranoica como la mía, le gustaría ser el primero en enterarse si algún enemigo de lo ajeno ha llegado a sobrepasar alguno de los puntos de entrada. Curiosamente, el constructor de mi casa y algún comercial o directivo de Securitas, como fruto de compartir una mariscada (o quien sabe si algo aún más caro), acordaron incluir un sistema de alarma de esta marca en cada vivienda, de serie, de manera que los habitantes sólo pagásemos el mantenimiento.

En busca del punto de entrada a la alarma

Buscando puntos de activación/desactivación remotos, el único que me permitía llegar a la alarma involucraba la instalación de una tarjeta 3G (con su correspondiente circuito) y, a golpe de SMS, poder interactuar con la misma. Con la idea de circunvalar ese desembolso, busqué incansablemente enlaces WiFi, sistemas Bluetooth, que sé positivamente que utilizan los instaladores de Securitas en sus labores de configuración, descargué documentos de instalación de alarmas Iridium de sitios de dudosa reputación e incluso llegue a usar técnicas de ingeniería social (no revelables hasta que prescriban) para dar con la tecla. NADA… imposible.

Un día, recordé que con el kit de alarma se incluía un llavero que permitía realizar las dos tareas fundamentales: Activar y desactivar la alarma. Es decir, que ese llavero y mi equipo ya están sincronizados entre sí y se obedecen. También me dí cuenta de que, si le quitaba la pila al llavero, mantenía presionado un botón y conectaba la pila, el cacharro enviaba la señal.

Mando a distancia

Así pues, como el ordenador de casa tenía el puerto paralelo (el de las impresoras antiguas) no utilizado, recordando cómo se enviaban unos y ceros a través de este puerto, y manteniendo presionado el botón de "activar alarma" con una rudimentaria pinza de la ropa, cableé la pila del mando y probé. No funcionaba. La intensidad del puerto paralelo no era suficiente para hacer todo a la vez.

Con ayuda de un tío carnal con carnet de ingeniero electrónico, y con un "tío" estudiante de teleco amigo mío (¡gracias Pablo!) que tenía manitas de soldar componentes diminutos, logré tener un circuito, que ayudado de la energía que otorga un puerto USB y usando el puerto paralelo como generador de señales de control, activaba y desactivaba la alarma a voluntad, en base a puentear los interruptores del mando a distancia de la alarma de Securitas.

Circuito soldado

Ya vía software, dos sencillos programas independientes hablarían con el puerto paralelo para enviar los unos y los ceros necesarios que hicieran funcionar el flujo eléctrico correspondiente que atravesaría los optoacopladores, transistores, diodos y resistencias, excitando el relé elegido para simular que un humano aprieta el botón de activar o desactivar.

Sólo faltaba que "mi casa", una vez que pensara en decirle a la Roomba "Sal a limpiar, que el amo no está", activara la alarma,… Y como podéis imaginar, ¡eso ya fue pan comido!

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