Bueno, hay muchos matices en esto de recargar baterías en el aire y el tipo de vehículos implicados. En primer lugar hablamos de vehículos no tripulados que avanzan por las alturas como un avión - tipo VANT -, no como los drones con hélices que están proliferando en el mercado. Lo segundo, hace falta otro "dron" más para completar la operación.
Uno de los problemas evidentes en este tipo de vehículos está en la autonomía de vuelo, por lo que todo avance que se haga en este sentido, es bienvenido. La idea que nos presentan desde la Universidad de Sydney nos suena a haberla visto con aviones “grandes”, pero no llevada a cabo por un equipo de drones autónomos.
Creo que todos tenéis en la cabeza lo que es un reabastecimiento en vuelo, por el cual aviones militares toman combustible de un avión cisterna sin tener que tocar suelo firme.
Utilizan un sistema de pértiga o percha para recibir el combustible, algo que en el caso de la electricidad si simplifica con una conexión, pero el contacto aéreo debe existir.
Daniel Wilson y su equipo nos demuestran que han sido capaces de replicar la idea con vehículos voladores que pueden funcionar tanto con energía eléctrica como con un motor a propulsión, y no están tripulados: ni el que recibe la carga o combustible, ni el que la lleva. Aquí lo interesante está en el sistema de enganche autónomo, una buena prueba de ello la tenemos en video:
Las primeras pruebas reales tuvieron lugar en noviembre del año pasado, y presumen de haber sido los primeros en hacerlo. Al margen de la energía que se utiliza en los vehículos, lo realmente interesante e innovador está en su sistema de conexión autónoma.
En este mundillo siempre cabe la posibilidad de que los militares hayan estado jugando con la posibilidad mucho antes, como es el caso de drones de la U.S. Navy, que demostraron el caso hace un par de días con vehículos que usan combustible.
Infrarrojos y sensores para realizar la conexión
Como habéis podido comprobar en el video, ambos drones se sincronizan gracias a multitud de sensores implicados en la operación. Desde un GPS con mucha definición o sensores de movimiento, pero la estrella del sistema está en un conjunto de infrarrojos que permiten conocer la situación exacta del primer dron, y de la “pértiga”.
El vehículo volador que lleva la carga debe hacer un circuito continuo en el airea que el dron seguidor debe conocer y copiar - aunque cuente con sistemas de carga rápida, intuimos que será una operación larga -. Lógicamente hay agentes que dificultan la maniobra, como el viento y las turbulencias.
El equipo desarrollador piensa más allá de la recarga de vehículos que deben estar mucho tiempo en vuelo, considera que los avances que están realizando en la conexión de dos drones en las alturas puede tener más aplicaciones, como la captura y recogida del dron para volver a casa, o incluso llevarlo a otros campos como el aterrizaje en una embarcación que está en movimiento.
Más información | Daniel Wilson
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