En los últimos días, Gran Canaria se ha convertido un infierno. El mayor incendio desde 2013 ya ha quemado un perímetro de 75 kilómetros, ha afectado cas 50 núcleos de población y ha arrasado cientos de hectáreas del Parque Natural de Tamadaba, un entorno declarado Reserva de la Biosfera.
La conjunción, por un lado, de temperaturas en torno a los 40 grados, menos de un 30 por ciento de humedad y rachas de viento que superan los 50 kilómetros por hora y un monte sin limpiar, por el otro, han convertido la isla canaria en una cerilla. Solo faltaba una chispa para que todo prendiera y, a falta de una, en menos de una semana hemos tenido tres. Tres incendios forestales.
Así se ve el infierno desde el espacio
Planteado así suena terrible, pero aún así es difícil de imaginar. Por eso, ayer, el Copernicus Emergency Management Service, un servicio de la Comisión Europea que facilita información cartográfica en incendios forestales, riadas y otros tipos de catástrofes naturales, publicó unas imágenes del incendio de Valleseco que muestran la increíble complejidad de la situación con más de 10 frentes, calor intenso y una orografía más que complicada.
Más de 1000 profesionales y 16 medios aéreos siguen trabajando en la extinción de un fuego muy complejo de frenar. Los últimos datos de la madrugada del lunes apuntaban a una bajada de temperaturas y, con ella, una posible ventana de oportunidad para controlar un incendio que ya ha comprometido muchos núcleos de población y amenaza con devorar el corazón del Pinar de Tamadaba.
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