En 2006, un equipo de investigadores de la Universidad Bangor encontró una almeja a 80 metros bajo las heladas aguas de la costa norte islandesa. Ming, como la llamaron, tenía 507 años de edad y eso son muchos años. Muchos. Basta decir que la esperanza de vida de estas almejas está en torno a 225 años; pero no solo teníamos anta nosotros el molusco más longevo del mundo, teníamos al animal 'no colonial' vivo más viejo jamás encontrado. Acto seguido, nos lo cargamos.
Los secretos de las almejas. Es curioso porque los investigadores de Bangor no eran zoólogos, sino climatólogos. Llevaban años recopilando almejas para contar sus anillos de crecimiento y así aprender sobre la historia climática del planeta. Es decir, buscaban moluscos para utilizarlos de un modo similar al que otros climatólogos utilizan a los árboles.
Como digo, las almejas de Islandia son bichos conocidos por su longevidad. En 1982, se encontró una en EEUU con más de 220 años y, según explicaban en National Geographic, un museo alemán decía tener una de 374 años recogida, precisamente, en aguas islandesas.
La increíble vida de Ming. Ming pulverizaba todos esos registros: la fecha probable de nacimiento de la almeja era 1499, solo un puñado de años después de que Cristóbal Colón atravesará el océano Atlántico camino de América. Lamentablemente, el proceso de esclerocronología al que sometieron al ejemplar los investigadores de Bangor para conocer su edad acabó con ella. La ciencia moderna consiguió lo que los problemas climáticos y los depredadores no habían conseguido.
Lo que nos pueden enseñar las almejas. Sabemos que la muerte es el precio que pagamos por ser quienes somos, pero la pregunta fundamental sigue encima de la mesa: por qué no retrasarla un poco más. En eso, hemos sido muy insistentes y la humanidad ha buscado la respuesta con mucho interés. Eso nos ha llevado a investigar tortugas, ratones y todo tipo de animales, también las almejas.
No obstante, como decía, en este caso el principal interés de estudiar este tipo de moluscos es la investigación en torno al cambio climático. El proyecto original de Bangor quería conocer con detalle el clima de los últimos mil años. Algo difícil, pero que cada vez tenemos más a la mano: y, al fin y al cabo, cuanto más atrás podamos mirar, más y mejor podremos comprender el futuro.
Imagen | Adam Jang
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