Se trata de unos brotes de mostaza modificados para alterar su sabor
No es el primer alimento modificado de esta forma, pero podría ser el primero en llegar a los supermercados en EE UU
La tecnología de edición genética Crispr pronto llegará a las estanterías de los supermercados. Al menos en los Estados Unidos.
Brotes de mostaza. Dos empresas, la farmacéutica alemana Bayer y la empresa especializada en edición genética de alimentos Pairwise anunciaban hace unos días un nuevo avance en la comercialización de este tipo de alimentos. Se trata de un acuerdo de licencia para la comercialización de brotes de mostaza editados con la tecnología Crispr.
Según explican desde las empresas, las alteraciones en los brotes de mostaza tienen el fin de cambiar ligeramente su sabor. Este alimento es rico en nutrientes pero su sabor no las hace del gusto de todo el mundo cuanto se consumen en crudo, en una ensalada por ejemplo.
A través de Crispr, los responsables de esta variante alteraron su sabor para hacerlo “menos pungente”. Hace un año las empresas ya firmaban un acuerdo en materia de aplicación de esta tecnología en el sector agroalimentario, en aquella ocasión con el maíz como protagonista.
La llegada de Crispr. Los brotes de mostaza no son los primeros alimentos en ser editados con esta tecnología. CRISPR/Cas9 es una de las principales herramientas de edición genética, una tecnología que valió a sus desarrolladoras, Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, el Premio Nobel en Química en 2020.
En 2021 se comercializaba el primer alimento modificado a través de esta herramienta: un tomate enriquecido para contener ácido gamma-aminobutírico (GABA). Los tomates comenzaron a venderse en Japón.
NGT vs. GMO. Existe cierto debate sobre si introducir el uso de Crispr en la edición genética de alimentos en el mismo saco en el que se introducen los transgénicos (los organismos modificados genéticamente o GMO). La utilización de Crispr en la ediciósn genética de alimentos entra dentro de lo que se ha pasado a llamar nuevas tecnologías genómicas (NGT por sus siglas en inglés).
La diferencia entre los GMO “tradicionales” y las NGT basadas en Crispr está en cómo se altera la estructura genética del organismo. La tecnología “tradicional” implica insertar genes externos en los organismos. Crispr funciona de una forma un tanto más “sutil”: realizando cambios en genes ya existentes en el ADN del organismo que se quiere alterar.
No solo terminología. El dilema es terminológico, pero puede tener ramificaciones más allá, al menos en dos sentidos. El primero es cómo percibimos estos alimentos. Al fin y al cabo la discusión sobre los transgénicos se encuentra ya polarizado. Es lógico pensar que la asociación entre estos dos complejos implique un análisis simplista basado en analogías y no en una evaluación objetiva de los pros y contras de tecnologías similares.
La segunda implicación es legislativa. Los estados han ido legislando sobre organismos modificados genéticamente a lo largo de años. La decisión sobre si considerar o no las NGT como transgénicos desde el punto de vista legan también puede allanar su camino hacia las estanterías o complicarlo.
¿Los veremos en Europa? Parece que desde la Unión Europea se van dando pasos para la llegada de este tipo de alimentos dentro de un marco normativo asentado. En febrero de este mismo año el Parlamento Europeo aprobaba un cambio normativo para facilitar la llegada de este tipo de productos a los mercados europeos. La moción fue aprobada con un margen relativamente estrecho (307 votos a favor y 263 en contra), lo que pone de relieve una importante falta de consenso en la materia.
Imagen | Jinomono Media
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