Acabamos de clonar ratones con una nueva técnica. Es quizá un primer paso para recuperar especies extinguidas

El 19 de marzo de 2018, entre soldados armados que protegían su vida, el último rinoceronte blanco del norte macho murió en la reserva keniata de Ol Pejeta. Tenía 45 años y era el último de su extirpe: quedaban tres hembras más, pero con él se apagaba la posibilidad de recuperar una especie a la que cazadores furtivos y medicina tradicional habían llevado hasta el último suspiro. O eso creíamos.

Sin embargo, la batalla genética y reproductiva no había hecho más que empezar y ahora una nueva técnica acaba de abrir la puerta para traer de vuelta no solo al rinoceronte blanco del norte, sino a decenas de especies que se encuentran al borde de la extinción.

¿Qué ha pasado? Un equipo de investigadores de la Universidad de Yamanashi en Japón acaba de crear ratones clonados a partir de células de piel liofilizadas. Hasta ahora las técnicas se habían centrado en células congeladas, pero conservar material biológico en nitrógeno líquido no solo es costoso, está muy expuesto a problemas técnicos. Ante cualquier problema, las células se descomponen y quedan inutilizadas.

La búsqueda de técnicas que permitieran hacer clones a partir de células liofilizadas lleva años encima de la mesa porque, si se conseguía, "los recursos genéticos de todo el mundo se pueden almacenar de forma económica y segura", explicaba el profesor Teruhiko Wakayama, director del proyecto.

Era algo que cambiaba completamente las reglas del juego. “Los países en desarrollo podrían almacenar sus propios recursos genéticos valiosos en sus propios países. Además, esta tecnología puede usarse para crear hembras incluso en especies en peligro de extinción donde solo sobreviven los machos”.

¿Cómo lo han hecho? Lo primero que hicieron los investigadores fue tratar células de la piel de colas de ratones y las almacenaron hasta nueve meses antes de intentar crear clones a partir de ellas. Los procesos de liofilización destrozaron las células. No obstante, casi in extremis, los científicos se dieron cuenta que aún podían crear blastocitos (embriones muy tempranos) si insertaban las células muertas en óvulos de ratón a los que se les había extraído su propio núcleo.

A partir de esos blastocitos, se desarrollaron células madre que se usaron para generar nuevos embriones. Y estos sí que se llevaron a término con éxito. Se crearon 75 ratones y se cruzaron 12 de ellos para comprobar que la fertilidad no se veía afectada. No lo estaba: todas las hembras tuvieron camadas de ratones.

Muchos problemas.... El logro es impresionante, pero la tecnología aún es muy torpe, la verdad. El proceso resulta aún bastante impreciso y la tasa de éxito para crear crías de ratón macho y hembra sanas fue muy bajo (menos del 5% llegaron a buen puerto). Sin embargo, el avance allana el camino para aumentar la diversidad genética de especies amenazadas. Ya sabemos que la pérdida de diversidad genética también puede hacer que los animales sean más vulnerables a enfermedades de todo tipo.

...y una esperanza. La moraleja de este experimento (si es que, acaso, los experimentos pueden tener moralejas) es que cada vez necesitamos menos para reconstruir células embrionarias funcionales. Esto es, no lo olvidemos, una carrera de fondo que primero evitará que las especies al borde de la extinción acaben desapareciendo y, después, nos dará herramientas suficientes para traer especies desaparecidas. No parece buena idea jugar con eso, es cierto; y ni siquiera será fácil hacerlo, pero no hay duda de que es una puerta que está a punto de abrirse.

Imagen | Universidad de Yamanashi

Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com

VER 9 Comentarios

Portada de Xataka