Algo extraño pasó 15 minutos antes de la erupción de Tonga: una señal imperceptible para los humanos recorrió la superficie terrestre

Se trataba de una onda detectada por sismómetros en Fiyi y Futuna, a unos 750 kilómetros del volcán

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Ocurrió en 1912, luego en 1937, en 1988, 2009, 2014… pero lo de 2022 fue algo completamente distinto. El 15 de enero de ese año, el volcán Hunga Tonga volvía a entrar en erupción, pero no de forma “normal” inyectando a la atmósfera toneladas de gases. No, aquel día lo hizo inyectando una cantidad descomunal de vapor de agua a más de 10 kilómetros de altura. Tanto vapor que lo convertía en uno de los "principales sospechosos" de las altas temperaturas del 2022. Ahora sabemos que la anomalía vino acompañada de otro momento fascinante.

Erupción y consecuencias. Como decíamos, aquel día el volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai sufrió una de las erupciones más potentes registradas en la historia moderna en el océano Pacífico. Un evento catastrófico, ya que destruyó la isla homónima, cubrió de cenizas a Tonga, forzó la evacuación masiva de sus habitantes y causó la muerte de decenas de personas.

Para que nos hagamos una idea, la explosión fue tan poderosa que la columna de ceniza alcanzó los 58 kilómetros de altura, llegando a la mesosfera en solo media hora. Es más, la erupción de Hunga Tonga superó incluso la erupción récord de 1991 del Monte Pinatubo en Filipinas.

La “señal”. Y ahora venimos con la “gran novedad”. Al parecer, un equipo de científicos de la Universidad de Tokio ha descubierto que la erupción estuvo precedida por una señal sísmica insólita, tanto, que nunca antes la habíamos detectado. Dicha señal, conocida como onda Rayleigh, recorrió la superficie terrestre 15 minutos antes de la erupción, pero no era perceptible para los humanos.

La onda fue detectada por sismómetros en Fiyi y Futuna, a unos 750 kilómetros del volcán. Cuentan los investigadores que este tipo de onda superficial es común en terremotos, pero se trataba de la primera vez que se relacionaba con una gran erupción volcánica submarina, lo cual brinda a los científicos una pista valiosa para futuras predicciones.

La importancia de la Onda Rayleigh. En su trabajo recientemente publicado explican que la onda Rayleigh, identificada como precursora de la erupción, se propagó sin que hubiese actividad alguna visible en la superficie, lo cual la hace, si cabe, más especialmente relevante como posible señal de alerta temprana.

Un hallazgo fascinante que ha llevado a los investigadores a considerar su potencial para mejorar los sistemas de prevención para desastres naturales. Los científicos creen que, si se pudiera monitorear la onda en tiempo real, se podría anticipar la ocurrencia de erupciones volcánicas, lo que resultaría vital para la evacuación y protección de las poblaciones en riesgo.

Mecanismo de generación de la onda sísmica. El estudio también concluye que la onda Rayleigh se produjo por culpa de una fractura en la corteza oceánica bajo el volcán. Dicha fractura permitió que el magma subterráneo se mezclara con agua de mar, lo cual desestabilizó la estructura volcánica.

Luego, la presión aumentó hasta el punto en que el terreno sobre el magma colapsó, desencadenando la gigantesca erupción. Este colapso de la caldera volcánica fue precisamente lo que permitió la expulsión de magma y gases con una fuerza impresionante, causando la devastación observada en Tonga.

Un hallazgo inaudito con implicaciones futuras. Qué duda cabe, el descubrimiento de esta onda como posible indicador es un avance que puede ser crucial para la ciencia de la vulcanología. El único “pero”:  actualmente no existen sistemas en tiempo real que utilicen ondas Rayleigh como precursora de erupciones. Según Mie Ichihara, coautora del estudio y volcanóloga de la Universidad de Tokio, si se desarrollara infraestructura para monitorear estas ondas sería posible detectar erupciones antes de sus impactos más destructivos.

Otros sistemas de detección y lecciones para el futuro. En realidad, el trabajo científico publicado es parte de un esfuerzo más amplio por mejorar los sistemas de alerta para desastres naturales. Por ejemplo, en 2021, otro equipo de científicos descubrió que los tsunamis pueden preverse a través de sus campos magnéticos, los cuales llegan antes de los cambios en el nivel del mar. Este y otros hallazgos subrayan la importancia de explorar diferentes métodos para detectar y anticipar catástrofes, especialmente en un mundo cada vez más afectado por fenómenos climáticos extremos.

Los investigadores indican, además, que la erupción de Tonga pudo haber sido mucho más devastadora si hubiera ocurrido en una zona densamente poblada. La esperanza de los científicos es que los conocimientos obtenidos de este evento sin precedentes sirvan para mejorar los sistemas de alerta y mitigar el impacto de futuros desastres. Por supuesto, la incorporación de tecnologías avanzadas en la vigilancia de ondas sísmicas como Rayleigh junto a otros indicadores serán clave para evitar desastres ante posibles erupciones volcánicas y tsunamis asociados.

Imagen | NASA Earth Observatory

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