Algo raro está pasando en Estados Unidos: el tradicional “callejón de tornados” se está ampliando y no sabemos por qué

Los tornados crecen en número, se concentran en menos días y amplían las zonas a las que pueden llegar

Barnsdall era un pintoresco pueblito de unos 1.000 habitantes a unos 40 minutos en coche de Tulsa, Oklahoma. El 2 de mayo de 2024 un tornado lo convirtió en un enorme vertedero. Apenas unos días antes otras columnas de aire enfurecido habían hecho lo mismo con Sulphur o Holdenville.

La temporada de tornados estaba de vuelta haciendo temblar el día a día de millones de personas. 'Business as usual', como dirían los americanos. O no. Porque, aunque decenas de estados norteamericanos están acostumbrados a los tornados, algo ha cambiado.

¿Qué está pasando? Aunque es verdad que en los últimos años estamos detectando más tornados (unos 500 en los últimos tres años frente a los 337 de la media entre 1991 y 2000), hablamos de dos procesos un poco más preocupantes: por un lado, se están concentrando en menos días y, por el otro, los tornados están alcanzando cada vez más regiones del país.

Como explicaba Li Zhou en Vox.com, los expertos no tienen claro por qué estamos viendo estos fenómenos y ni siquiera estamos seguros de que el cambio climático tenga algo que ver.

Una tendencia global. No hay duda de que cada vez tenemos más fenómenos meteorológicos extremos. Los datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) lo dejan bastante claro: los "desastres relacionados con el clima"  han aumentado desde los años 70.

Y han aumentado mucho. Se han multiplicado por cinco a lo largo de las últimas cinco décadas. Según el informe de la OMM, en los años 80 se registraron 1.400 incidentes —aquí se incluyen fenómenos meteorológicos, climáticos e hídricos extremos—; en los 90, algo más de 2.200; durante la primera década del siglo XXI se alcanzaron los 3.500 y, durante la última, entre 2010 a 2019, se quedaron cerca de los 3.200.

Sin embargo, la gran pregunta es por qué ocurre en un sitios y no en otros.

Y no sabemos cómo responder a esa pregunta. En el caso de los tornados, como explicaba Li Zhou, los investigadores tienen algunas ideas de por qué se están concentrando o por qué están cambiando las ubicaciones, sin embargo faltan muchas piezas para completar el puzle.

Por ejemplo, sabemos que la concentración de los tornados tiene que ver con las condiciones atmosféricas. En concreto, con una mayor "prevalencia de sistemas de baja presión, ambientes húmedos cálidos y cizalladura del viento".

Y, aunque intuitivamente es fácil conectar todo esto con una atmósfera con cada vez más energía (sabemos, por ejemplo, que en los últimos 20 años la Corriente del Golfo se ha calentado más  rápido que el océano global en su conjunto y se ha desplazado hacia la costa), es un terreno difícil para nuestros modelos actuales.

Es cierto que estamos avanzando, pero no es suficiente. Hace unos meses, un grupo de investigadores españoles conectó las tormentas de granizo con el cambio climático. Y lo hicieron de una forma muy imaginativa: simulando. El equipo realizó numerosas simulaciones y el granizo se volvía cada vez más probable en situaciones de cambio climático. Sin embargo, es un trabajo que está por hacer.

Y, en realidad, no es el más importante. Saber a ciencia cierta que es una secuela del cambio climático podría ayudarnos a mejorar nuestra comprensión sobre los cambios del futuro. Sin embargo, lo importante es que está ocurriendo. Y que, en Estados Unidos, eso significa que muchas personas van a empezar a estar en riesgo, muchas infraestructuras van a sufrir un durísimo golpe.

Toca prepararse. No solo frente a unos tornados cada vez más frecuentes e intensos, sino frente a todos los cambios climáticos que tenemos por delante. Que definitivamente no serán pocos.

Imagen | Greg Johnson

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