El Ártico se recupera: el mayor agujero en la capa de ozono registrado en el Polo Norte se ha cerrado

Tan rápido como se formó también se cerró. El agujero en la capa de ozono sobre el Ártico marcó cifras históricas durante los últimos meses, creando un agujero sin precedentes en el hemisferio norte. Pero ahora los investigadores aseguran que ya se ha cerrado, recuperando los niveles de ozono propios de esta zona de la Tierra. El Ártico, por momentos, se recuepra.

Unas semanas atrás la NASA publicaba una preocupante imagen en la que se veía el drástico cambio del nivel de ozono en el Ártico entre 2019 y 2020. Esta brutal caída de concentración de ozono se debía a que también se registró en el Polo Norte el invierno más frío de las últimas décadas, lo que conllevó a que nubes formadas a gran altitud destruyesen el ozono por los agentes contaminantes que transportaban. Proceso similar al que ocurre en la Antártida, donde el agujero de la capa de ozono es permanente desde hace décadas (aunque por suerte lo estamos cerrando).

El que parece haberse cerrado ya es el del Polo Norte. Según datos de CAMS (Copernicus Atmosphere Monitoring Service), el vórtice polar se ha roto en los últimos días permitiendo la entrada de aire caliente. El vórtice polar estaba provocando que una acumulación de aire frío generase bajas temperaturas y por lo tanto el proceso de destrucción del ozono. Con la ruptura del vórtice polar ha entrado aire caliente en la zona que aumenta las temperaturas, disuelve nubes y permite al ozono recuperar sus niveles normales de concentración en la estratosfera.

La conclusión fácil que se puede sacar de esto es que el confinamiento a nivel global ha reducido los niveles de contaminación y de ahí que se haya cerrado el agujero. Conclusión equivocada según explicaban desde CAMS, la formación del agujero se debía simplemente a que el vórtice polar este año ha sido más fuerte, su cierre se ha dado tal y como esperaban, por el fin del vórtice polar debido al aumento de las temperaturas con el acercamiento del verano. El confinamiento y la reducción de la contaminación, a lo sumo, influirá en la presencia de menos componentes nocivos para el ozono en el futuro.

El agujero en la capa de ozono del polo norte el 23 de marzo en 2019 (izquierda) y en 2020 (derecha).

Un fenómeno periódico

Los niveles tan bajos de concentración de ozono alcanzaron un mínimo histórico el pasado mes de marzo, pero no significa eso que sea la primera vez que ocurre. Según datos de la NASA, es algo que se ha dado previamente y ocurre periódicamente cada década. Datos previos de 1997 y 2011 así lo reflejan. En la Antártida sin embargo el agujero se expande y se contrae cada año debido a que es más común tener temperaturas bajas por el aislamiento del lugar (no hay tierra firme cerca como ocurre en el hemisferio norte para que envíe corrientes de aire calientes).

Las medidas del Protocolo de Montreal de 1987 que acordaron tomar 197 países han permitido reducir gradualmente el uso de productos químicos que destruyen el ozono. Estas medidas no solamente han ayudado a disminuir el agujero en la capa de ozono de la Antártida, sino también a que el agujero del Ártico no haya sido grave este año, porque sin esas medidas podría haber sido mucho mayor.

Vía | ScienceAlert
Imagen | Om Malik

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