El bosque boreal se expande hacia el norte y se espera que siga haciéndolo durante lo que queda de siglo
Cuando pensamos en cambio climático tendemos a pensar en calor y sequía, quizás en eventos extremos como tormentas e inundaciones. Sin embargo el mundo es muy grande, y sus climas muy diversos. Esto implica que los impactos del cambio climático sean también variados.
Año 2100. Un estudio liderado por investigadores del Goddard Space Flight Center de la NASA ha revelado una tendencia en los ecosistemas cercanos al círculo polar ártico: la tundra, y el bosque boreal o taiga.
El bosque boreal. Los bosques boreales son un ecosistema común en las latitudes entre los 50º y los 60º. Estos bosques cubren grandes extensiones de países como Canadá y Rusia, y las regiones de Alaska y Escandinavia. Estos bosques están poblados de especies perennes como varias especies de coníferas como pinos, piceas o abetos.
La expansión al norte de este ecosistema está limitado por el permafrost, suelos helados que impiden el crecimiento de plantas de gran tamaño, permitiendo tan solo la proliferación de arbustos, hierbas y musgos. La tundra es un ecosistema distinto de la taiga pero a veces, explican los responsables del nuevo estudio, la frontera entre uno y otro resulta difícil de ubicar.
El bosque crece. Fue estudiando la transición entre uno y otro ecosistema que el equipo de expertos observó un cambio en estas regiones. Un cambio que confirmaba una tendencia antes observada en otros estudios: una mayor presencia de árboles y arbustos en las zonas cada vez más al norte, en regiones antes ocupadas por la tundra y en los bosques “de transición”.
El equipo también indicaba que esta tendencia se mantendrá en las próximas décadas, al menos hasta finales del presente siglo.
De los modelos a las observaciones. El estudio utilizó datos procedentes de las misiones Landsat y del satélite ICESat-2 (Ice, Cloud, and land Elevation Satellite 2). Este último utiliza un instrumento basado en lidar (una herramienta análoga al radar que utiliza luz en lugar de ondas de radio), con el que es capaz de medir la elevación del suelo a escala suficiente como para determinar la ubicación de las zonas con cobertura boscosa.
Los detalles del trabajo fueron presentados en un artículo en la revista Communications Earth & Environment, editada por Nature. En él, el equipo explica cómo estos datos resultan útiles a la hora de generar [y refinar] modelos bioclimáticos empleados después a la hora de idear futuros escenarios climáticos y económicos.
“Hemos utilizado datos satelitales para seguir el incremento en el crecimiento de la vegetación en este bioma desde 1984, y hemos hallado que es similar a lo que los modelos computacionales predicen para las próximas décadas. Esto dibuja una imagen de cambio continuo para los próximos 80 años o así, especialmente fuerte en los bosques de transición”, explicaba en una nota de prensa Paul Montesano, quien lideró el trabajo.
Cambios encadenados. Los cambios podrían tener impactos climáticos difíciles de determinar al existir fuerzas contrapuestas. Tal y como explica el equipo responsable del estudio, el aumento en el crecimiento de las plantas podría ayudar a reabsorber parte de las emisiones del CO2, limitando así al menos en cierto grado la evolución del cambio climático.
Por otra parte, la vegetación boscosa absorbe más luz solar, de ahí que resulte más oscura. Esto puede aumentar las temperaturas en estas áreas, acelerando la descongelación del permafrost de la tundra. Este permafrost retiene en el suelo un gran volumen de gases de efecto invernadero como el metano, por lo que el fenómeno podría también acelerar los cambios en el clima.
Reverdeciendo el desierto. La región que rodea al círculo polar ártico no es la única que podría estar observando un reverdecimiento causado por el cambio climático. En los últimos días, imágenes satelitales retrataban también cambios en esta dirección en el Sahel, la frontera sur del desierto del Sáhara.
Que algunos de estos impactos puedan ser percibidos como positivos no quiere decir que el efecto del cambio climático vaya a serlo. Por una parte, estos cambios pueden desencadenar efectos negativos como la destrucción de los hábitats de algunas especies animales, vegetales o de otro tipo.
“Nuestro clima cambia y, según lo hace, afecta a todo en la naturaleza,” señalaba Melanie Frost, coautora del estudio. “Es importante para los científicos comprender cómo están cambiando las cosas y utilizar ese conocimiento para alimentar nuestros modelos climáticos”, concluye Frost.
Imagen | NASA Earth Observatory/Wanmei Liang / NASA/Katie Jepson
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