El cambio climático no va a afectar a todos los lugares por igual. En el campo, por ejemplo, la irregularidad en las lluvias puede ser problemática, pero en las ciudades el principal riesgo tiene que ver con el calor. Un calor que puede llegar a dispararse en estos entornos.
El secreto en el tejado. Los tejados verdes han sido propuestos a menudo como posible solución a algunos de los problemas derivados del cambio climático. Ahora un nuevo estudio ha constatado que, si lo que queremos hacer es refrescar nuestras ciudades la estrategia óptima es otra.
Según los resultados del estudio, los tejados blancos y reflectantes son los mejores a la hora de reducir la temperatura en su entorno. El enfriamiento logrado por estos techos resultó ser de mayor magnitud que el de otras opciones como la vegetación (sea en los tejados o a nivel de calle), o el uso de paneles solares.
Los resultados constatan lo que durante siglos ha sido práctica habitual en buena parte de la cuenca mediterránea: las casas pintadas de blanco ofrecen mayor capacidad de termorregulación ante el calor.
Colores y calores. Este no es el primer estudio que señala este potencial de los tejados blancos. El motivo es intuitivo y tiene que ver con la ciencia del color. Lo que percibimos por color son en realidad diferentes puntos de un segmento concreto del espectro electromagnético, el de la luz visible.
La luz solar contiene todo el rango de este segmento, desde el rojo (las ondas más largas visibles) hasta el azul (las más cortas que percibimos). Cuando la luz solar incide en una superficie, ya sea nuestra piel, la hoja de un árbol o el tejado de una vivienda, esta superficie se queda con parte de este espectro y refleja el resto.
Percibimos algo como negro cuando absorbe la luz de todo el espectro y blanco cuando lo refleja. El rango del espectro que no se refleja se absorbe, de ahí que los colores claros reflejen más energía mientras que los oscuros la absorben.
Modelando 2018. El equipo creó un modelo tridimensional de la ciudad de Londres en el que poner a prueba las distintas opciones. Utilizaron como referencia los días más calurosos de 2018 en los que se rompieron récords de temperatura.
A través de estas comparaciones, el equipo estimó una reducción de la temperatura media urbana de 1,2º Celsius asociada a los techos “reflectantes”, que podía alcanzar los 2º en algunos puntos de la ciudad. En comparación, estrategias como los techos vegetados solo reducían la temperatura un promedio de 0,3º Celsius. El estudio fue publicado en la revista Geophysical Research Letters.
Islas de calor. ¿Por qué es tan importante? Las ciudades son especialmente vulnerables al calor por lo que denominamos el efecto isla de calor o UHI (por urban heat island). A su vez este fenómeno tiene que ver con diversos factores. Por ejemplo, el asfalto y otros materiales de construcción retienen parte del calor haciendo que este tienda a acumularse.
Las ciudades cuentan con numerosas fuentes de calor, desde los motores a los aires acondicionados, cuyo efecto neto en las temperaturas es positivo aun cuando enfrían. Los propios edificios también bloquean el paso de corrientes de aire que pudieran llevarse consigo este exceso de calor
Mitigar o adaptarse. Si bien las superficies blancas pueden ayudarnos a controlar la temperatura mejor que los espacios verdes, estos últimos no deben ser desechados como opción. Además de un efecto termorregulador, los espacios verdes también ayudan a hacer las ciudades más habitables depurando el aire, ayudando a la gestión de aguas, especialmente en temporadas con gran cantidad de lluvias o simplemente dotando a la población de un espacio público en el que hacer deporte o vida social.
Imagen | Jenny Löyskä / Humphrey Muleba
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