El campo magnético de la Tierra tiene una curiosa “abolladura”, una anomalía que se sitúa en el hemisferio sur, sobre un área comprendida entre Sudamérica y el Atlántico sur. Esta anomalía genera quebraderos de cabeza a los responsables de los satélites que la cruzan, pero ahora sabemos que tiene también un impacto bien distinto.
Atenuando la luz. Un equipo de investigadores ha estudiado el impacto de esta Anomalía del Atlántico Sur sobre el fenómeno de las auroras australes. Lo que han observado concuerda con lo que podría intuirse: esta anomalía hace más débiles estos fenómenos en el sur.
Auroras australes. Como las auroras boreales en el hemisferio norte, las auroras australes son causadas por la interacción entre partículas cargadas procedentes del Sol y las moléculas de las suspendidas en la atmósfera terrestre. El campo magnético terrestre desvía estas partículas como si de un escudo se tratara.
Algunas de estas partículas quedan atrapadas por este campo y son transportadas hacia los polos magnéticos de la Tierra. Cuando atraviesan la atmósfera en estas regiones chocan contra las moléculas de la atmósfera, lo que hace que se exciten y con ello emitan energía en forma de fotones. Esta luz es la que percibimos como auroras.
La anomalía del sur. Puesto que el campo magnético terrestre es más débil en esta región, su capacidad para desviar hacia los polos estas partículas (hacia el polo sur en este caso) es limitada. Según explican los responsables del estudio, en esta área las partículas pueden alcanzar zonas más bajas de la atmósfera.
En dos frentes. Los investigadores aprovecharon la información captada por el satélite meteorológico chino FengYun-3E. Los instrumentos de este satélite, puesto en órbita en 2021, son capaces de medir fluctuaciones en el campo magnético de la Tierra.
Compararon estos datos con las emisiones de luz de las auroras. Para ello recurrieron a datos del DMSP (Defense Meteorological Satellite Program) de los EE UU, el cual ofrecía información sobre la emisión de luces ultravioletas (UV) por parte de las auroras en la región.
Dada la vinculación entre emisiones en el segmento UV y en el segmento visible del espectro, los investigadores creen que este debilitamiento de las auroras podría incluso ser perceptible a simple vista. Los detalles de la investigación fueron publicados en un artículo en la revista Geophysical Research Letters.
No es solo el Sol. En declaraciones para Livescience, los responsables del estudio explican que hasta ahora se consideraba el influjo del Sol como el único determinante de la intensidad y localización de las auroras boreales. La actividad de nuestra estrella tiene una naturaleza cíclica, si bien sus fulguraciones y emisiones de materia son impredecibles.
Gracias a este nuevo trabajo sabemos que la intensidad de las auroras boreales no solo depende del nivel de actividad del Sol, sino también puede variar notablemente en función de cambios en el campo magnético de nuestro propio planeta.
El efecto de este vacío magnético en las auroras puede parecer algo banal, pero la anomalía tiene efectos que van más allá de lo visual. En especial, esta anomalía afecta a los satélites que orbitan a la Tierra y transitan por ella. Durante sus paso por la zona quedan desprotegidos de la radiación lo que puede alterar sus instrumentos y su capacidad para funcionar correctamente. Más importante quizás, esta anomalía también afecta notablemente a la Estación Espacial Internacional.
En Xataka | Así se ven las auroras boreales desde el espacio
Imagen | WikiImages
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