39 meses consecutivos con lluvias por debajo de la media y la decisión política de apurar hasta el último momento, han puesto a Cataluña al borde del abismo. Y es que, con los embalses del sistema Ter-Llobregat (los que abastecen al área de Barcelona y Girona) al 16,3% de su capacidad, solo hay agua para lo imprescindible.
Y para los gimnasios e instalaciones deportivas catalanas si hay algo "imprescindible", eso son las duchas. Y están dispuestos a defenderlas con uñas y dientes.
Cerrar el grifo. Hace días, el Govern de la Generalitat se puso en contacto con los responsables de los centros deportivos catalanes para comunicarles que el 1 de febrero se iba a declarar la emergencia por sequía y que eso conllevaba el cierre de las duchas para compensar otros "gastos" necesarios como el riego del césped de las instalaciones.
Pese a que la Generalitat se abrió a recibir otras propuestas, aquello cayó como una bomba en el sector. De hecho, Josep Viladot, presidente de Gestiona (a asociación de entidades de gestión de instalaciones deportivas públicas) ha llegado a catalogar de "chiste o improvisación" la propuesta. "El debate no es regar o ducharse. Es una cuestión de eficiencia", sostenía.
Y, según han explicado hoy mismo, esa eficiencia puede lograrse con temporizadores y dosificadores.
¿En serio? Eso defienden. Según Gestiona, es "más eficiente ducharse en el gimnasio". No solo porque con un dosificador puede reducirse el consumo hasta los 9 litros por minuto (frente a los 20 litros que se consumen de media en los hogares). Además, con límites temporales de tres minutos puede aumentarse la rotación de las duchas. En suma, según defienden, podrían reducirse el consumo actual en un 25%.
Un movimiento a la desesperada. Según sus propias estimaciones, el cierre de las duchas se traduciría en una caída del 25% de los usuarios. Las cifras pueden parecer exageradas (y, en realidad, solo lo sabremos si son realistas a posteriori), pero hay un factor clave que ha despertado el miedo en estas grandes instalaciones deportivas: el hecho de que los gimnasios privados sin piscina no se verán afectados en esta primera fase. Lo que teme Gestiona es una "huida en masa" que acabe perjudicándolos.
Y no solo a ellos. La situación es tan drástica que afecta a muchos sectores económicos. El ejemplo más claro son las piscinas: ni hoteles, ni campings, ni comunidades de vecinos podrán llenar sus piletas durante la emergencia. Eso ha puesto a puesto a la industria hostelera en pie de guerra.
Los campings, sin ir más lejos, están tratando de buscar una forma de llenar sus piscinas con agua del mar (y, para ellos, han pedido a la Generalitat una línea de ayudas que les permita renovar sus instalaciones y maquinaria).
Las guerras del agua. Esto que estamos viendo es una antesala de lo que está por venir si la situación no mejora. Hace unos días, David Mascort, el consejero de Acción Climática, Alimentación y Agenda rural decía que el país debía "dejar de pensar en el agua como un recurso infinito y empezar a pensar cen cómo reciclar cada gota -- indefinidamente". No va a ser una transición sencilla.
Sobre todo, porque no poder lavar el coche en casa, la bajada de la presión de los grifos o la supresión de las fiestas de la espuma puede ser algo incómodo, pero llevadero. Pero a medida que el agua escasee y la administración tenga que decidir quién puede seguir con su actividad económica y quién no, la situación se va a poner muy tensa.
Imagen | Danielle Cerullo
En Xataka | España lleva años coqueteando con un desastre que en 2024 parece inevitable: "el año de la sequía"
Ver 18 comentarios