Al sur de Perth, en Boddington, todo gira en torno al oro. Y no solo porque se encuentre a 13 kilómetros de la mina de oro más grande de Australia, que también. Sino porque entre animales asesinos y paisajes que cortan el aliento, buena parte de la naturaleza local ha aprendido a vivir en un entorno rico en un metal tan precioso como químicamente inactivo. ¿Qué hace la vida cuando se encuentra con algo así?
Ponerlo a jugar a su favor, claro. O al menos, eso cree un grupo de investigadores del CSIRO australiano que ha encontrado cepas del hongo Fusarium oxysporum que extraen oro de sus alrededores y lo integran a su estructura de tal forma que consiguen propagarse más rápido que otros tipos de hongos menos dado a los lujos áureos.
O sea, sí: en Australia hay hongos en plena fiebre del oro.
Un caso muy raro
"Sabemos bien que los hongos desempeñan un papel esencial en la degradación y el reciclaje de todo tipo de material orgánico (como hojas o cortezas), pero también en el ciclo de ciertos metales como el aluminio, el hierro, el manganeso y el calcio", explicaba Tsing Bohu, investigador del CSIRO. Lo curioso es que "el oro es tan inactivo (químicamente hablando) que este tipo de interacciones es inusual y sorprendente, tenía que verlo para creerlo”.
Pero es así. De hecho, la investigación, publicada en Nature Communications, puede considerarse la primera evidencia de que los hongos pueden ser un actor clave de en el ciclo de oro en la corteza terrestre. Y, sorprendentemente, puede tener implicaciones que van mucho más allá del mundo fúngico: concretamente, en el comercio internacional de oro y la industria minera.
En busca del oro sea como sea
Australia es el segundo mayor productor de oro del mundo y, aunque es cierto que su producción ha ido subiendo en los últimos años, el consenso entre los analistas es que ésta caerá en un futuro cercano a menos que se encuentren nuevos depósitos. No es la primera vez que ocurre, en los años 60, 70 y 80, en pleno apartheid, Sudáfrica fue "la gran mina de oro del mundo" hasta que, por un proceso muy similar, dejó de serlo.
Por eso, los mineros están recurriendo a cualquier indicador viable que permita encontrarse con nuevos yacimientos. Desde hace años, se hacen prospecciones en bosques de árboles de la familia de los eucaliptos y cerca de las zonas con grandes termiteros porque ambas especies tienen una relación muy especial con el oro.
¿Podrían, entonces, usarse estos hongos como un indicador de zonas donde hay reservas del metal precioso? Dado que no se ven a simple vista, podrían, en todo caso, servir para estudiar los suelos de zonas ricas en oro y usarlos como indicador antes de utilizar pruebas más costosas. Una forma de descubrir si, en fin, es oro todo lo que reluce bajo el microscopio.
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