El vídeo es realmente llamativo. Se ve un lago, un puente y una isla llena de árboles muy cerca del puente. Son las 9:55 y una decena de barcas empiezan a colocarse en la orilla de la isla. Ponen los motores a toda potencia y sorprendentemente, la isla empieza a moverse. Poco a poco, las barcas (que se van moviendo sincronizadamente para dirigir la isla donde quieren) la alejan del puente y la instalan lo más lejos posible. Aún no son las 12 de la mañana y los vecino de Wisconsin ya han movido una isla enorme.
¿El truco? Que, aunque lo parece, no exactamente una isla.
Un pantano enorme en mitad de la nada. En el condado de Sawyer, al norte del estado, tiene el tamaño de la provincia de Álava y 18.000 habitantes. Durante el siglo XIX fue un terreno en disputa entre los pueblos Dakota y los Ojibwe, pero ya incorporado completamente al estado del Tejón, alguien se dio cuenta de que era un sitio perfecto par a hacer una presa.
No fue una tarea fácil, pero en 1923, Wisconsin consiguió, por fin, cerrar la presa sobre el río Chippewa y conectar en un único embalse un sistema que incluía 11 lagos, 9 ríos y más de 60 kilómetros cuadrados de tierra anegada. Lo que nadie se esperaba es lo de las turberas.
¿Turberas? ¿Qué pasó con las turberas? Poco después de que el agua empezara a subir, muchas de las turberas que conformaban el paisaje empezaron a emerger a la superficie. Las turberas son superficies de tierra surmegidas en cuencas cerradas que, por eso mismo, se encuentran repletas de material vegetal más o menos descompuesto. Son, en esencia, lugares fantásticos para que las semillas que llegaban con el viento o los pájaros silvestres crecieran y se convirtieran en una reserva de la biosfera (protegido por la ley).
Hoy por hoy, en el lago Chippewa (que así llaman al embalse), hay turberas flotantes del tamaño de un campo de fútbol con árboles que llevan creciendo casi un siglo. Y como no tienen ancla, se mueven.
Eso son problemas, claro. Casi una vez al año, las corrientes naturales del embalse llevan a uno de las turberas flotantes hacia el puente que conecta la zona este del lago con la oeste. Esto puede causar grandes quebraderos de cabeza porque (dependiendo del nivel del embalse) puede acabar por bloquear el puente.
Así que los vecinos tienen que moverla. "Una de las primeras cosas que hacemos al despertarnos es ver dónde está la isla", decía uno de los vecinos en Northern News Now. Y debe ser verdad porque cuando está muy cerca del puente, varias docenas de pequeñas barcas se organizan para devolverla a su lugar.
Como decía antes, as turberas flotantes están protegidas por la Ley y el condado no puede trocearlas o destruirlas. La buena noticia es que nos han dejado una de esas "fiestas comunitarias" que uno quiere ir a ver una vez en la vida.
Imagen | Chippewa Flowage Association
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