Ni dar palmaditas ni agitarlos en el aire: la ciencia de elegir un buen melón en el supermercado

Elegir melones y sandías no es una ciencia exacta, pero usarla puede ser una ayuda

El sabor de la fruta puede variar mucho. Quizás más que lo de cualquier alimento. Y lo que es más, a menudo sus apariencias nos engañan, como suele ser a menudo e caso con melones y sandías. Es por eso que mucha gente tiene sus propios “trucos” para identificar los más dulces y menos aguados.

Pero la duda siempre cabe: ¿funcionan estos trucos?

Conocer el estado de maduración de melones y sandías es algo más difícil que con el resto de las frutas. El motivo es su revestimiento, que se mantiene relativamente rígido durante toda la “vida útil” de la fruta, independientemente de su estado de maduración. Algo semejante ocurre con el color verde de este revestimiento.

Ante la incertidumbre, es habitual leer sobre trucos virales y sus desmentidos. Ejemplo de esto es el supuesto truco de fijarnos si el melón es macho o hembra en función de la disposición de las marcas agrietadas que presentan. Algo que podríamos considerar equivalente a fijarnos en si un huevo es macho o hembra.

Sin embargo, que un truco no funcione no implica que ninguno lo haga. Aunque quizás más que pautas y consideraciones a tener en cuenta a la hora de comprar estas frutas.

La primera es la temporada. Estas frutas son propias del verano, no porque sea cuando más nos refrescan sino porque son frutas de temporada que alcanzan su madurez durante esta época del año.

Los melones alcanzan en verano su punto de maduración, por lo que cuanto más nos alejemos del verano menor será la probabilidad de encontrarnos con un fruto de calidad. ¿Cuándo debemos comprarlos entonces? Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), esto sería entre mayo y octubre si hablamos de melones, y de mayo a septiembre en el caso de las sandías.

La segunda, muy relacionada con la primera, es la procedencia del melón o sandía. En todo el hemisferio norte el verano comienza entre el 20 y el 21 de junio y finaliza entre el 21 y el 24 de septiembre, pero la meteorología puede variar de un lugar de cultivo a otro según el clima específico.

Esto implica que, según la procedencia del melón, su punto de maduración puede llegar un poco antes o un poco después en el verano. Esto no solo depende de las condiciones climáticas (calor, precipitaciones o humedad) sino también de las características del suelo en el que sean cultivados, que también varía de emplazamiento a emplazamiento.

La tercera es la marca. Por una parte porque cada marca puede vender melones producidos en uno o varios lugares específicos, lo que está relacionado con el lugar de procedencia de la fruta, pero también porque corresponde a estos productores realizar el control de calidad necesario, asegurarse de que los melones han sido recogidos en su punto de maduración, etc.

Esto es importante porque, a diferencia de otras muchas frutas (y frutos) que consumimos en el día a día, melones y sandías interrumpen su proceso de maduración cuando son separados de la planta. Es lo que se denomina un fruto no climatérico. Existe una salvedad en el amplio mundo de estas frutas: la del melón cantalupo.

El control de calidad no es menos importante. Los productores pueden someter su producto a diversas pruebas de calidad, como catas para conocer su sabor o de penetración para comprobar su firmeza.

¿Y qué hay de los “trucos” de toda la vida? Muchos expertos recomiendan, por ejemplo, fijarnos en la densidad del melón, es decir, en la relación entre la masa de la fruta y su peso. Más peso en función del volumen implica más agua y esto a su vez, implica que la fruta estará más jugosa.

Entre los consejos de la OCU también se incluye buscar un melón que no esté agrietado, o “defectuoso” en algún otro aspecto visible del exterior de la fruta. Oler el melón también puede darnos una pista sobre el estado del melón. Podemos así descartar cualquiera cuyo olor no consideremos propio de la fruta fresca.

Sin embargo ninguno de estos “trucos” nos garantiza el acierto a la hora de seleccionar la fruta que más se ajuste a nuestros gustos. El margen de error es alto por lo que en general la selección de un buen melón o sandía depende siempre del ensayo y el error.

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Imagen | Mumumío

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