En los últimos días, un fantasma recorre todo el valle de México: el de que los 22 millones de personas que viven en la región están en riesgo de quedarse sin agua. Una larga sequía y unas temperaturas muy por encima de lo normal han hecho que las presas que rodean a CDMX estén al mínimo.
Cada vez más colonias tienen problemas y los cortes de suministro alcanzan amplias zonas de la ciudad y el área metropolitana. En este contexto es inevitable hacerse una pregunta, ¿Cómo es posible que una ciudad levantada sobre un lago y que ha sido durante siglos víctima de inundaciones continuas esté ahora con problemas de agua?
El problema coyuntural. Como explicaba en la BBC Christian Domínguez Sarmiento, meteoróloga de la UNAM, hay "un déficit de precipitación en casi todo el país del 41,4%". Se trata de una especie de "tormenta perfecta" porque a la sequía que se venía arrastrando desde hace años, se le suma que las precipitaciones llevan desde enero desaparecidas debido a El Niño.
Esto se ve con claridad en el sistema de presas Lerma-Cutzamala y es uno de los principales motivos de que la situación se note tanto en la ciudad. Según el histórico, el agua acumulada debería estar al 70%, pero ahora mismo está al 37%. Esto es lo que ha hecho que se reduzca el volumen de agua que se destina al Valle: de los 14,8 metros cúbicos por segundo habituales a solo 8.
El problema estructural. Porque a esta sequía meteorológica, hay que sumar la sobreexplotación que sufre toda la zona. Jorge Arriaga, coordinador de la Red del Agua de la UNAM, decía que a día de hoy se está extrayendo un 215% más de lo que está recargando. Esto ha puesto a todo el sistema hídrico del Valle de México en problemas.
Tras siglos de intervenir el terreno para asegurarse que las zonas no se inundaban (y los lagos históricos permanecían desecados), el subsuelo de Ciudad de México tiene muchas dificultades para recargarse.
Esto es problemático, sobre todo, porque la red hídrica mexicana (como la de buena parte del mundo) necesita una inyección enorme de dinero para actualizar su infraestructura. No solo son las fugas de agua (donde se pierde casi el 40%), es que piezas clave (como el sistema Lerma-Cutzamala) llevan 20 años necesitando una puesta al día.
¿De verdad puede quedarse México sin agua? A corto plazo, es muy improbable. Y mucho menos en junio de este año. No sólo es que aún queda mucha agua embalsada, sino que las autoridades están rescatando pozos y construyendo conexiones que permitan dar más oxígeno al Valle.
Hay que tener en cuenta que la temporada de lluvias arranca en junio y El Niño habrá desaparecido para verano. Es imposible saber qué pasará, pero parece claro que (por ahora) el viento sopla a favor. No obstante, si algo deja claro esta crisis es que el Valle de México está en problemas y es hora de tomárselos en serio.
Porque, como suele ocurrir, en cuando lleguen las lluvias y los suministros se recuperen, toda esta problemática pasará a un segundo plano y México seguirá tan sobreexplotado como siempre.
Imagen | Semarnat
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