Una de las principales fuentes de contaminación en el mundo son las llamadas PFAS, las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas. Reciben el sobrenombre de “químicos eternos”, un apelativo que nos indica el motivo: es realmente difícil deshacerse de ellas.
Nueva empresa. Ahora una empresa suiza quiere extender un nuevo método para buscar y destruir estas sustancias. Oxyle, así se llama la empresa, nació en 2020 para eliminar microcontaminentes y ya ha empezado a implementar su nueva tecnología.
Duras de pelar. Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas son un grupo de moléculas que engloba unos 4.700 agentes químicos sintéticos, según datos de la Agencia Europea del Medioambiente. Su resistencia se debe a que su estructura se basa en la unión entre átomos de flúor y de carbono.
Esta unión molecular es muy estable, es decir, no reacciona ante agentes externos, lo que hace que las moléculas no se descompongan por procesos naturales. Esto implica que estos agentes son muy valorados a la hora de manufacturar objetos antiadherentes. Esto las ha llevado a multitud de contextos: sartenes, envoltorios de alimentación, baterías...
Absorber, separar, destruir. Las PFAS acaban filtradas en el agua, y la labor de limpiarlas es tediosa y costosa. El primer paso es absorberlas. Para ello suele recurriese al carbón activado granular, un clásico en la depuración de aguas. El problema con estas sustancias es que, si no tratamos este carbón, las moléculas contaminantes acabarán de nuevo en filtrándose al agua a través de suelos y ríos.
Hasta ahora uno de los principales métodos para librarse de estos agentes químicos era la incineración. Sin embargo este proceso es costoso en términos energéticos, contaminante y quizás no demasiado efectivo a la hora de romper estas moléculas.
La fuerza del agua. El reactor desarrollado opera en cuatro fases, señala Oxyle. La primera es la de la absorción de estas sustancias en un catalizador nanoporoso. Tras ello se aplican vibraciones al agua através de burbujas, generando turbulencias que activan el catalizador piezoeléctrico (es decir, se trata de un material que genera energía eléctrica transformando la mecánica).
Las cargas eléctricas generadas, continúa explicando la empresa, generan una reacción reductiva y oxidativa a través de electrones hidratados (electrones solvatados con la característica de ser eléctricamente neutrales en el agua) y radicales hidroxilos.
Estos agentes son los encargados de romper las PFAS en minerales y moléculas más pequeñas, estas no contaminantes, como el dióxido de carbono o el agua. El quinto y último paso es el de verter o reutilizar el agua ya limpia de PFAS.
Reduciendo costes. La empresa destaca dos factores de su sistema de tratado del agua, además de una alta eficiencia. Por una parte, su eficiencia energética, al depender de reacciones piezoeléctricas para generar las reacciones químicas que llevan a la ruptura de las moléculas. La segunda, por la modularidad de los reactores creados por la empresa, facilitando la escalabilidad de esta tecnología.
De las burbujas a los haces de electrones. La escalabilidad quizás sea importante si tenemos en cuenta la magnitud de este problemaL las PFAS contaminan tanto las aguas marinas como lo ríos. Aún es poco lo que sabemos sobre cómo afectan estos químicos a nuestra salud, pero se cree que pueden afectar a varios aspectos de esta, desde la fertilidad a nuestras posibilidades de desarrollar un cáncer.
Dada la importancia de la cuestión, son numerosos los laboratorios y empresas que trabajan en desarrollar soluciones que nos ayuden a librarnos de esta forma de contaminación. Un ejemplo de ello es el mecanismo basado en haces de electrones planteado por la petroquímica 3M y Fermilab.
Imagen | Sarah Lee
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