Las profundidades del mar son, sobre todo, una incógnita. Una enorme extensión de la superficie terrestre que permanece sin explorar sencillamente porque no sabemos muy cómo hacerlo. Sabemos bajar hasta el fondo marino y sabemos construir recipientes rígidos llenos de sistemas de compensanción para sobrevivir a las presiones extremas con las que nos encontramos. Sin embargo, no es suficiente.
Y no lo es porque, en el fondo, son eso: torpes latas blindadas con un puñado de sensores. Comparadas con las criaturas que viven en las profundades, como las medusas, parecen tecnología del siglo XIX con ínfulas. Algo parecido debieron pensar Tiefeng Li y su equipo.
En el fondo del mar
El resultado es un robot blando, autónomo y wireless diseñado para operar con éxito en las profundidades de la Fosa de las Marianas y que ya ha demostrado que puede nadar libremente 3.224 metros por debajo de la superficie en el Mar. Para diseñarlo, el equipo se ha inspirado en la estructura los peces babosos que viven en esos ambientes.
Eso hace que, a diferencia de otros robots de este tipo que dependen de enormes recipientes rígidos, los componentes electrónicos están descentralizados y encerrados en "una matriz de silicona flexible". Las pruebas de campo que acaban de publicar en la revista Nature parece que muestran una buena resistencia tanto en la Fosa de las Marianas (hasta 10,900 metros de profundidad) y en áreas de mar abierto en el Mar de China Meridional (hasta 3,224 metros).
Aunque lo mejor no es eso, evidentemente. Lo mejor es que tenemos vídeos sobre el cacharro.
En el fondo, este tipo de sistemas son un reto permanente, una búsqueda por conseguir estructuras y materiales suaves y ligeros que nos permitan introducir equipos más inteligentes, versátiles, maniobrables y eficientes en condiciones extremas. Es decir, conseguir que 'SeaQuest' no se quede tan solo en el terreno de la ficción.
Imagen | Shaun Low
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