Nos escriben de Asturias preocupados porque el Principado activó el domingo el protocolo anticontaminación en sus tres grandes ciudades y otros 9 concejos. En las autovías de Avilés, Oviedo y Gijón el límite de velocidad está en 90 kilómetros por hora y los camiones tienen prohibido circular. Es la primera vez que ocurre, pero no es un hecho aislado.
En lo que llevamos de semana al menos 26 ciudades están con los niveles de contaminación disparados. Zonas concretas de 13 de las 17 comunidades autónomas han superado los límites legales de partículas suspendidas en el aire. ¿Qué está pasando?
Combustibles, polen y polvo: el lado negativo del buen tiempo
Más madera No es un misterio: es que el aire está cargado de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento y polen. El principal responsable es el tráfico rodado que (junto con las calefacciones en esta época del año) sigue siendo el principal causante de la contaminación ambiental urbana. Pero hay más.
Mira, mira las flores. O más concretamente el polen porque las temperaturas también han adelantado la floración de muchas plantas y, a otros tipos de contaminación, se están sumando entusiastamente tanto las cupresáceas como los avellanos y los alisos. Es decir, las alergias ya están llamando a la puerta.
Otra tormenta perfecta Además, en muchos lugares de la península ha hecho presencia un aire cálido del norte de África cargado de polvo. Todo ello en un contexto en que muchas ciudades siguen sin tener protocolos anticontaminación preparados para dar respuestas a estos problemas.
Matar al mensajero: Sin embargo, todas las miradas se han puesto en el anticiclón que reina sobre la península que, además de mantener los termómetros a unas temperaturas más agradables de lo habitual, está impidiendo que las lluvias limpien (dispersen) el aire enrarecido por el la acumulación de partículas. Pero no, el anticiclón es solo el mensajero.
No es más limpio el que más limpia Las lluvias típicas de esta época lo único que hacen es ocultar un problema. La contaminación no solo afecta a nuestra piel, nuestro sistema cardiorrespiratorio y nuestro desempeño cognitivo, sino que es la responsable de unas 10.000 muertes anuales en España, el 3% del total de fallecidos.
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