Es cuestión de horas. En poco más de dos días, toda la península pasará de tener temperaturas muy por encima de lo normal a sumergirse en temperaturas mucho más frías de lo que estamos acostumbrados. Algunas zonas del país ya lo están notando: estamos pasando del verano al invierno y lo estamos haciendo en un abrir y cerrar de ojos.
Pero lo más llamativo no es eso, lo más llamativo es que no es la primera vez que pasa. Y no hablo de esta década, ni siquiera de este año. No es la primera vez que pasa en este mes.
Abril se ha vuelto loco. Hoy martes viviremos toda una montaña rusa a nivel térmico, tanto en la península como en las islas. Sin embargo, es el interior del país quién se lleva la palma y, de un día para otro, ciudades como Madrid, Valladolid o Ciudad real bajarán hasta 14 grados de temperatura. Por su parte, las temperaturas máximas de comunidades como Asturias, Cantabria, País Vasco o Castilla y León se situarán entre los 10 y 13 grados. Las máximas. A finales de abril.
Es más, no solo será una cuestión de frío. El cambio de tiempo vendrá acompañado de lluvias en todo el país e incluso nevadas a cotas sorprendentemente bajas para esta época. Para que nos entendamos: vamos a pasar de temperaturas (y climatología) típicas de junio a temperaturas típicas de enero.
¿Qué está pasando ahora? No se puede decir que sea una novedad, el fenómeno es similar al que sufrimos hace unas semanas. A partir del lunes, los vientos de componente norte y noroeste comenzaron a entrar en la península. De nuevo, las dinámicas atmosféricas del norte de Europa están ejerciendo de tapón. Un tapón que termina por desviar el chorro de aire polar hacia la península. Y, en este caso, también hacia Canarias (lo que contribuirá a limpiar los cielos de las islas tras días de estancamiento).
¿Estamos ante la nueva normalidad? Como señala la AEMET, no es habitual tener tantos cambios ni tan radicales en tan pocos días. En este sentido, parece inevitable preguntarse si lo que estamos viviendo este años es fruto de una serie especialmente rara de carambolas meteorológicas o estamos viendo los primeros efectos de algo que llevan diciendo los científicos climáticos desde hace tiempo: que los eventos meteorológicos extremos van a ir a más.
Según los cálculos de la Organización Meteorológica Mundial, en los años 80 se registraron 1.400 fenómenos meteorológicos, climáticos e hídricos extremos; en los 90 fueron algo más de 2.200; en la primera década del siglo XXI se alcanzaron los 3.500 y durante esta última, la que va de 2010 a 2019, rozamos los 3.200. Por lógica, aseguran los expertos, esto se tiene que ir notando cada vez más en el día a día de la humanidad.
Aún es pronto, peor no tanto. Evidentemente, no tenemos evidencia climática suficiente como para decir que las antiguas primaveras se han ido para siempre. No obstante, sí parece claro que vamos de cabeza a una redefinición de las estaciones y, relacionado con eso, a un clima mucho más inestable del que estamos acostumbrados. Con las consecuencias que eso conlleva. Este año, parece que vamos a esquivar las peores consecuencias de la sequía; pero la pura suerte meteorológica no va a durar para siempre.
Imagen: Vidar Nordli Mathisen
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