Ahora mismo, mientras Europa está centrada en tormentas de nieve, rupturas del vórtice y calentamientos súbitos estratosféricos, la gente del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos está pendiente de otra cosa: de una tormenta que, fuera de temporada y a latitudes de 40ºN, empieza a parecerse sospechosamente a un huracán tropical. No llegará a convertirse en uno (porque se dirige a aguas demasiado frías), pero el hecho de tener que monitorizar un fenómeno de este tipo en pleno enero es todo un aviso a navegantes.
Fuera de temporada. Pese a que solemos hablar de ellos desde finales de agosto a principios de octubre, la temporada de huracanes en el Atlántico norte suele ir del 1 de junio al 30 de noviembre. Eso no quiere decir que no podamos encontrarnos con tormentas tropicales de este tipo en otras fechas (siempre se cita el año 1938, cuyo primer huracán se formó el 3 de enero), pero sí nos sirve de referencia para estudiar cómo está el Atlántico y qué podemos esperar de las dinámicas meteorológicas de los próximos meses.
¿Qué está pasando exactamente? Esta borrasca en concreto, que no ha sido nombrada, ha aprovechado algo de lo que llevamos hablando: las "anomalías cálidas de la temperatura superficial del océano" para reunir energía suficiente como para tomar la forma y la estructura de los huracanes incipientes. Como dice el CNH, teniendo en cuenta la trayectoria de la borrasca la probabilidad de que acabe convirtiéndose en un huracán es prácticamente nula. Sin embargo, merece la pena estudiarlo de cerca y, de hecho, el centro así lo ha hecho.
¿Cómo de raro es? No es la primera vez que en la historia reciente no encontramos algo así. De hecho, el huracán Alex de 2016 sí alcanzó categoría 1 en pleno enero (algo que no ocurría desde 1955). Esto es importante tenerlo en mente para no descontextualizar el fenómeno: este tipo de sistemas aparecen cada cierto tiempo y lo importante es estudiarlos con detalle para saber si son 'outliers' o hablamos de cambios más profundos en la gran fábrica de huracanes del Atlántico.
¿Cómo nos afecta? De entrada, a España no le afecta demasiado. De hecho, viendo su progresión de las últimas horas, no parece que vaya a afectar a nadie más que las pocas decenas de barcos con los que se cruce en mar abierto. No obstante, es un interesantísimo caso de estudio que nos va a permitir entender mejor este tipo extraño de borrasca que prolifera lejos de las condiciones tropicales óptimas. Y nos va a permitir hacerlo ahora: cuando la tecnología meteo-climatológica es más fina.
Eso es precisamente lo que no podemos desaprovechar. Si, como parece, los próximos años vamos a ver cómo las condiciones climatológicas alteran el funcionamiento de las dinámicas atlánticas y los sistemas tropicales empiezan a remontar con mayor frecuencia el camino hacia España, conocer bien cómo funcionan esas tormentas 'raras' va a ser vital para disponer de información de calidad y pronósticos fiables. Esa es la única forma de estar preparados.
Imagen | González Alemán
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