Los últimos ejemplares de alca gigante desaparecieron en torno a 1844, pero su 'nombre' sigue muy vivo
Todo el mundo sabe lo que es un pingüino: un pájaro de en torno a un metro de altura y cinco kilos de peso. Alas que parecen aletas, patas palmeadas y un pelaje blanquinegro muy característico. Torpes en la tierra, rapidísimos en el mar y absolutamente inútiles en el aire.
Con ese retrato robot, los pingüinos son inconfundibles dentro de mundo aviar y, precisamente por eso, hace unos par de siglos los confundimos.
Y ahora, de hecho, llamamos 'pingüino' a otra cosa. A algo completamente distinto del original. A día de hoy, llamamos pingüinos a unas 16 especies de aves del orden Sphenisciformes. Son aves marinas, no voladoras, que se distribuyen casi exclusivamente en el hemisferio sur. Sin embargo, la palabra 'pingüino' surgió muy lejos de allí y para referirse a otro bicho.
Los pingüinos originales eran 'Pinguinus impenis', es decir alcas gigantes. Las alcas comunes son pájaros migratorios (blancos y negros) que, aunque no se reproducen en nuestro litoral, sí que son fáciles de ver durante el invierno. Pues bien, durante siglos, estos pájaros tenían un 'hermano mayor' que respondía, palabra por palabra, a la descripción del primer párrafo de este artículo.
¿De dónde viene la palabra 'pingüino'? Aunque la etimología más conocida es la que dice que 'pingüino' viene del gaélico 'pen gwyn' (cabeza blanca) por las dos manchas blancas que tenían en la cabeza las alcas gigantes, lo cierto es que no estamos seguros de que eso sea así.
Como de costumbre, la explicación anglosajona ha ganado peso durante siglos, pero junto a ella conviven la etimología latina (de 'pingus' -- gordo -- por la abundante grasa que proporcionaba) y la noruega (de 'geirfugl' -- ave puntiaguda).
Lo que sí parece claro es que los actuales pingüinos heredaron el nombre de las alcas gigantes. Cuando los marinos llegaron al extremo sur del mundo y vieron los 'pájaros bobos', muchos recordaron los pingüinos del extremo norte.
No es nada excepcional. Cuando los portugueses se encontraron las primeras cebras (cuagas) en Sudáfrica, les pusieron el nombre de un equino ya extinto, pero que era típico de la península ibérica: las encebras. ¿No es razonable que, al darse de bruces, con unos pájaros blanquinegros parecidos a las rarísimas alcas gigantes les llamaran igual?
¿Por que se parecen? Tratándose de dos órdenes animales radicalmente distintos que vivían en zonas opuestas del globo, la explicación es sencilla: los pingüinos originales y los modernos se parecían por "convergencia evolutiva". Es decir, por lo mismo que las ballenas tienen formas de peces y los murciélagos de aves: dos especies que se enfrenten a ambientes parecidos terminarán desarrollando 'soluciones' parecidas.
En el caso de los pingüinos el parecido de sus ambientes (polares, ya sea en el norte o en el sur) es clarísimo.
¿Cómo se quedaron el nombre? Para el siglo XVI, los pingüinos originales ya habían desaparecido de Europa continental, pero muchos marinos (sobre todo los especializados en viajes polares) los habían visto con sus propios ojos. Se cree que las últimas parejas de alca gigante murieron en 1844, pero para esa fecha ya habían heredado el nombre los pájaros bobos del hemisferio sur.
El resto de la historia es sencillo de imaginar. Cuando descubrimos que eran especies muy diferentes, el nombre ya estaba consolidado (y los originales ya habían desaparecido).
Imagen | Derek Oyen
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