La Zona de Exclusión de Chernóbil es todo un experimento accidental en ciencias naturales. La zona abarca 2.700 km² en los que el acceso está restringido a las personas, pero en los que la vida salvaje prospera. Lo hace, eso sí, de una forma bastante peculiar.
La evolución de los perros. Los perros que habitan esta zona son un buen ejemplo de ello. Y es que los perros en las inmediaciones de la malograda planta nuclear están evolucionando a un ritmo distinto al de los perros de las áreas colindantes.
Los perros de Chernóbil. Tras el accidente sucedido el 26 de abril de 1986 muchas cosas cambiaron en las inmediaciones de la planta. Los habitantes de ciudades como Pripiat o Chernóbil tuvieron que huir de sus hogares ante el peligro que suponía la radiación.
Las personas huyeron, pero algunos animales quedaron atrás. En la zona, entre otras muchas especies, una importante población canina sobrevive desde entonces.
302 perros. Es poco lo que se sabe de esta población canina pero hay un detalle que sí conocemos gracias a un estudio realizado hace algo más de un año y publicado en la revista Science Advances. Se trata del hecho de que los perros que habitan esta zona de exclusión han desarrollado cambios genéticos que los distinguen de las poblaciones caninas de las urbes aledañas.
El equipo responsable del estudio entró a la zona a recoger muestras de la sangre de los individuos que forman la singular colonia de Chernobil. Recogieron muestras de 302 perros de tres subgrupos caninos que habitan la central y sus alrededores, así como de perros residentes a distancias de entre10 y 15 km del área.
Al comparar la genética de las poblaciones, comprobaron que los perros que habitaban cerca de la central nuclear mostraban rasgos genéticos distintivos que los separaban del resto.
¿Radiación? Resulta tentador asociar estos cambios a la radiación aún presente en el suelo, agua y ambiente de Chernóbil. Sin embargo el equipo responsable del estudio (y otros expertos) prefirió abstenerse de unir estos puntos.
El problema es que las mutaciones son el resultado de fenómenos complejos, en los que intervienen demasiadas variables como para poder estar seguros de que se trata de la radiación la que resulta determinante en estos cambios. “[Los estudios] son tan difíciles… hay muchas otras cosas que ocurren en el medio ambiente,” explicaba a Science News Jim Smith, investigador de la Universidad de Portsmouth y coautor del estudio.
Ranas oscuras y jabalís radioactivos. La fauna y flora de Chernóbil es objeto recurrente de estudios científicos que nos ayudan a comprender cómo la radiación afecta a seres vivos en determinadas circunstancias.
Uno de los casos más singulares es el de las ranas de la zona. La especie Hyla orientalis es un tipo de rana de color verde brillante que habita en la zona. Solo que los ejemplares de Cernóbil no son de ese tono de verde sino más oscuras.
El caso de las ranas sirve para ilustrar la complejidad de la evolución, y es que la hipótesis postulada por quienes estudiaron los anfibios señalaban que el cambio podría haber sido consecuencia indirecta de la radiación ya que el color más oscuro de su piel permitiría a estas ranas sobrevivir con más facilidad a la radiación ambiental.
Imagen | Demure Storyteller / Кирилл Пурин
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