Su sobrenombre suele traducirse como “glaciar del juicio final” o “del fin del mundo”. Este apelativo (doomsday glacier) hace referencia a su tamaño y relevancia ecológica: se estima que si sus 258.000 km³ de hielo sobre el nivel del mar se derriten, el nivel del mar podría ascender 65 cm.
Ahora conocemos la principal amenaza que se cierne sobre el glaciar Thwaites.
Aguas cálidas. Un nuevo estudio ha encontrado una preocupante infiltración de agua en el glaciar antártico de Thwaites. Se trata de agua marina templada infiltrada a alta presión a través de la base de este glaciar.
Preocupante porque podría implicar que la velocidad a la que se derrite el glaciar es mayor de lo que creíamos. “La preocupación está en que estamos infraestimando la velocidad a la que el glaciar está cambiando, lo que sería devastador para las comunidades costeras de todo el mundo,” explicaba en una nota de prensa Christine Dow, coautora del estudio.
Un glaciar inmenso. Preocupante también por el tamaño de este glaciar. Su extensión (192.000 km²) es semejante a la de Senegal, o lo que es aproximadamente lo mismo, más de dos veces la de la comunidad autónoma de Castilla y León. Se ubica en la costa norte de la Antártida Occidental y su volumen es de 483.000 km³.
Parte de este volumen se encuentra sumergido, pero casi la mitad se encuentra en la superficie. Esto quiere decir que si la nieve y el hielo de este glaciar se derritieran y vertieran al océano el nivel del mar crecería. Más de medio metro según las estimaciones de la Colaboración Internacional del Glaciar Thwaites.
Deshielo vigoroso. Las infiltraciones de agua detectadas en el glaciar representan por ello malas noticias debido al “deshielo vigoroso” que implican, en palabras del equipo responsable del trabajo.
Estas infiltraciones estarían causadas, explican, por el efecto de las mareas sobre el hielo del glaciar. Estas mareas empujan grandes cantidades aguas cálidas bajo la capa de hielo. Esto hace que el hielo del glaciar se derrita y libere agua dulce al mar, que va mezclándose con el agua menos salina del glaciar.
De esta forma se crea una red de conductos subacuáticos en el hielo. Una red que crece progresivamente con cada marea.
Mirando bajo el manto. Hace años que sabemos de la importancia de este glaciar. Si las noticias sobre este llegan poco a poco es que (en parte por su tamaño) estudiarlo es harto complicado. En este caso el equipo responsable del hallazgo aprovechó los datos del instrumento InSAR (interferometer synthetic aperture radar)
Este es uno de los sensores a bordo de los satélites ICEYE. Estos satélites orbitan pasando por los polos con frecuencia. Gracias a esta frecuencia de muestreado el equipo logró monitorizar con alta resolución el glaciar entre marzo y junio del año pasado.
Los detalles del proceso y sus resultados fueron publicados en un artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
65 centímetros, y más. El problema podría ser aún más grave si tenemos en cuenta dos cosas. Por una parte, la desaparición del glaciar de Thwaites podría implicar no solo la llegada al océano de su enorme volumen de hielo y nieve. El glaciar también ejerce de “tapón” a las masas circundantes de hielo antártico. Si este glaciar se derrite es probable que estas masas también lleguen al mar.
El segundo problema es que el fenómeno observado ahí podría estar produciéndose en otros glaciares polares del mundo, no solo en la Antártida, también en lugares como Groenlandia. Estas son las dos regiones donde el hielo descansa sobre tierras emergidas, lo que implica un hipotético aporte neto positivo al nivel del mar en caso de derretirse.
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