En verano del año pasado, el Schmidt Ocean Institute anunciaba un insólito descubrimiento: un ecosistema subterráneo y submarino. En otras palabras: habían encontrado vida compleja bajo el lecho del mar. Ahora, gracias a la publicación del hallazgo en una revista científica conocemos nuevos detalles sobre el hallazgo.
Nuevo artículo. Un equipo de investigadores ha publicado un artículo en la revista Nature Communications en el que ofrecen nuevos detalles sobre el hallazgo de formas de vida compleja como animales habitando un ecosistema inexplorado hasta ahora. Se trata de las cavidades de las fuentes hidrotermales del lecho marino.
Por dónde íbamos. En su primera nota de prensa, el equipo señalaba por ejemplo el hallazgo de este ecosistema oculto bajo el lecho marino, un ecosistema diverso que incluía animales como los gusanos de tubo, una categoría que abarca especies como el Riftia pachyptila, ahí encontrada.
En la nota también se señalaba que este ecosistema ubicado a 2.500 metros bajo el nivel del mar se extendía más allá de la “frontera” del lecho marino, es decir, que los seres vivos en él transitaban entre la superficie y el subsuelo.
El equipo hablaba de “dos hábitats” en estas fumarolas: uno encima y otro bajo la superficie que. Estos hábitats “prosperan juntos al unísono, dependiendo del fluido hidrotermal procedente de abajo y el oxígeno del agua marina de arriba” indicaba Monika Bright, quien ahora lidera el grupo de firmantes del artículo.
El ciclo de la vida. Ahora el nuevo artículo revela nuevos detalles sobre el proceso de investigación y los hallazgos del equipo. Por ejemplo, en él se explica que la hipótesis de partida era que las larvas de animales como los gusanos de tubo se desplazaban a través de los conductos subterráneos que desembocan en estas fuentes. Estas larvas convivirían con organismos unicelulares como bacterias formando un ecosistema sencillo.
Lo que encontraron al explorar bajo la superficie fue más intrigante: no solo eran larvas lo que podía hallarse bajo las capas de lava solidificada en estas cavidades hidrotermales: el equipo también halló ejemplares adultos pertenecientes a dos especies de gusanos de tubo: R. pachyptila y Oasisia alvinae; y una especie de mejillón o mitílido (Mytilidae); Bathymodiolus thermophilus.
Estas especies fueron halladas “residiendo” en el subsuelo (es decir, salvo en estado larval no abandonaban las cavidades de las fumarolas). El equipo también encontró especies “móviles” que podían moverse tanto por la superficie como por el interior de los sistemas hidrotermales. Se trataba de gusanos como Nicomache arwidssoni o lapas del género Lepetodrilus.
Mucho más complejo de lo que creíamos. En el artículo el equipo señala que, si bien ahora sabemos que el subsuelo marino es más complejo de lo que anteriormente pensábamos, resulta difícil aún estimar hasta qué punto. El equipo tan solo estudió unos centímetros bajo la superficie, pero sabemos que sobre tierra, algunas comunidades de nemátodos son capaces de vivir kilómetros bajo el suelo.
Contrarreloj. El subsuelo oceánico es más complejo de lo que creíamos y eso también tiene implicaciones medioambientales que hacen que proteger estos ecosistemas sea una lucha a cotrarreloj. El lecho marino es un sumidero de carbono donde va a parar parte del dióxido de carbono que emitimos a la atmósfera a través de algas que extraen el carbono de la atmósfera para integrarlo en el ciclo vital marino, desde donde acaba precipitándose hacia el fondo.
Qué ocurre con este carbono precipitado a veces en forma de nieve marina puede depender en gran medida de los organismos que habitan las regiones más profundas del océano y aquello que se encuentra debajo.
Este no es el único estudio reciente que nos señala la relevancia y complejidad del lecho oceánico. Ahora sabemos que el suelo marino es también capaz de realizar procesos químicos que liberan oxígeno molecular al mar, quizás facilitando la existencia de vida en rincones donde el oxígeno liberado por organismos fotosintéticos no puede llegar.
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Imagen | Schmidt Ocean Institute
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