La clave de esta técnica podría no estar en la calidad, sino en la cantidad
La geoingeniería nunca deja de darnos soluciones sorprendentes. Y cada vez más necesarias si nos basamos en las tendencias observadas en cuanto a acumulación de gases de efecto invernaderos en nuestra atmósfera y temperaturas globales.
MCB. Ahora un nuevo estudio ha puesto en relieve el potencial de una de estas tecnologías, el abrillantamiento de nubes marinas o MCB (marine cloud brightening). Esta tecnología se basa en aumentar la capacidad de las nubes de reflejar la luz solar, es decir, aumentar su albedo. Lo hace de forma similar a la siembra de nubes: espolvoreando partículas o aerosoles en la atmósfera, entre las nubes.
Las nubes son uno de los grandes actores en la regulación del clima de nuestro planeta. Por una parte porque reflejan parte de la radiación solar que llega a nuestro planeta, por otra, por su efecto invernadero, es decir porque evitan que la energía que sí llega a la superficie de la Tierra sea reflejada de nuevo al espacio.
Esto está relacionado con su color: el blanco, que refleja todo el rango visible del espectro electromagnético. Sin embargo es posible hacer que las nubes sean más reflejantes. Esta tecnología trata de sacar el máximo partido a la primera faceta de estas enormes masas flotantes de vapor de agua, haciéndolas más brillantes.
Más nubes, más brillantes. Sin embargo el último estudio destaca también cómo esta tecnología es capaz de aumentar la cobertura de nubes. Y lo que es más, el potencial efecto regulador de esta tecnología vendría dado por este aumento del volumen, más que por el aumento en el brillo.
Según las estimaciones derivadas del estudio, el aumento en la cobertura podría representar entre el 60% y el 90% del efecto.
Experimento natural. Para el estudio, el equipo aprovechó una erupción volcánica, la del Kilauea, en Hawai. Observaron que la erupción hizo aumentar la cobertura nubosa en un 50%, lo que se tradujo en un enfriamiento que excedía el calentamiento equivalente a doblar la cantidad de CO2.
A partir de las observaciones atmosféricas realizadas durante este evento, el equipo pudo estimar el efecto del MCB. Los detalles del análisis fueron publicados recientemente en un artículo en la revista Nature Geosciences.
¿Medidas desesperadas? La geoingeniería no suele hallarse entre las opciones predilectas en lo que a mitigar la amenaza del cambio climático se refiere. Sin embargo el estado del clima a nivel mundial (2023 batió numerosos récords climáticos y nos hizo superar la barrera simbólica de los 1,5º Celsius), junto con el hecho de que las emisiones parezcan encaminadas a seguir aumentando, hacen que, para muchos, estas medidas resulten inevitables. Aunque solo sea a modo de parche.
Analgésico. Esta tecnología no va a solucionar el problema del cambio climático y los autores del estudio son conscientes de ello. Es por eso que presentan esta tecnología más bien como un analgésico, capaz de aliviar los síntomas hasta que se pueda tratar la enfermedad.
“El abrillantamiento de nubes marinas podría ser más efectivo (…) de lo que los modelos climáticos habían sugerido previamente. Por supuesto, aun siendo útil, el MCB no afronta las causas subyacentes del calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero produciros por la actividad humana”, señalaba en una nota de prensa Ying Chen, coautor del estudio.
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Imagen | Marc Szeglat
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