Hace días que AEMET empezó a preparar el terreno. "¿Habrá más olas de calor en agosto después de la de esta semana?", se preguntaban tras comprobar, según los modelos de predicción para la segunda quincena del mes, todo parecía indicar que sería "más cálida de lo normal en prácticamente todo el país".
Nadie hizo demasiado caso porque a) suficiente teníamos con lo que teníamos y b) porque los mismos modelos dibujaban un futuro cambio de patrón con respecto a las lluvias y esa era el tipo de noticia que necesitábamos.
El caso es que ahora nos encontramos con esto.
Más fenómenos extremos. Y 'esto' son modelos apuntando "a altas probabilidades de desarrollarse dos dorsales anticiclónica con geopotenciales de récord sobre Europa y EEUU". Por la parte que nos toca, el ECMWF señala claramente un episodio de altas temperaturas para la semana que viene.
Ahora mismo, las temperaturas siguen siendo altas (especialmente, en el este peninsular y en Baleares). Pero, AEMET ya empieza a avisar que, a partir del fin de semana, el calor se intensificará y se extenderá a la mayor parte del país. "Será un nuevo episodio cálido, con temperaturas inusualmente altas para la época".
Por ahora (porque recordemos que, cuando hablamos de previsiones a tanto tiempo, estas cosas pueden cambiar bastante de un día para otro) no se espera que alcancemos temperaturas tan altas como las de las últimas semanas; sin embargo, sí hay algo que debería empezar a intrigarnos.
Resonancias climáticas. Como señalaba González Alemán, si tomamos perspectiva, que "se den de forma simultánea [estas dos dorsales anticilónicas], y con esa otra dorsal en medio del Atlántico hace pensar que son fenómenos que están conectados".
No sería raro que estuviéramos ante la vuelta del "famoso patrón de ondas cuasi-resonante de los últimos años". Las olas de calor se están volviendo más frecuentes e intensas, sí; pero, además, hay "un nuevo patrón del flujo atmosférico [que] está apareciendo con mayor frecuencia: las ondas estacionarias y amplificadas".
Martín León explicaba en 2019 que, según algunos estudios recientes, estábamos viviendo algo que esperábamos que ocurriera por el cambio climático, pero que aún no se había dado con claridad. El hecho de que algunos patrones fundamentales del flujo atmosférico resuenan más a menudo que otros debido al calentamiento global.
Volviendo a 2018. En este caso, hablamos de "patrones de corriente de chorro altamente amplificados y estancados durante períodos inusualmente largos": una especie de meandros enormes y calmos en la atmósfera del hemisferio norte.
Hablamos de ellos porque, aunque parezca algo lejano, en 2018 produjeron una serie de catastróficas desdichas: "olas de calor sin precedentes en el este de Asia y el norte de Europa", incendios históricos en California, Washington o Japón y "las inundaciones más mortíferas desde 1982" entre otras cosas.
¿En qué consiste todo esto? Básicamente, lo que ocurre es que los movimientos de la atmósfera que suelen ser más rápidos y dinámicos dan paso a estructuras casi estacionarias que pueden durar semanas. De esta forma, lo que en circunstancias normales serían un par de días de calor (o de lluvia, depende de qué es lo que toque en cada lugar) se convierten en semanas -- con todos los problemas que eso acarrea.
¿Es lo que vamos a ver la semana que viene? No está claro. Al ser un patrón relativamente nuevo y en formación, no tenemos toda la información que nos gustaría. Sin embargo, la situación (como es evidente tras tantos meses de anomalías) no pinta nada bien.
Crucemos los dedos y esperemos porque, como señalaba hace unos días, vienen algunas de las semanas más importantes del año.
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Imagen | ECMMWF - González Alemán
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