La de Brilliant Planet es una ocupación peculiar. Por raro que suene, a lo que se dedica esta empresa con sede en Londres e instalaciones repartidas por África y Asia es a cultivar algas en grandes cantidades, separarlas del agua salada, secarlas y enterrarlas luego en lugares remotos del desierto. Más interesante que lo qué hace o cómo lo hace es sin embargo por qué lo hace. Su objetivo es plantar cara al calentamiento global, mejorando tanto la calidad del agua como, sobre todo, los niveles de CO2 de la atmósfera.
Y todo con la ayuda de un valioso aliado: las algas.
¿Sembrar algas en el desierto? Quizás suene estrambótico, pero tiene su lógica. A lo que se dedica Brilliant Planet es a cultivar algas en estanques repletos de agua bombeada desde las profundidades del océano para, al cabo de un par de semanas, recolectarlas y devolver el agua al mar. Luego la biomasa formada por las algas marinas se traslada a una torre especial que se encarga de rociarla por el aire cálido del desierto, de una forma no muy diferente a como lo hace una máquina de nieve en una estación de esquí.
A medida que caen sobre la arena, las partículas se secan y convierten en "copos hipersalinos" que se recolectan y entierran en lugares alejados del mar, cuencas hidrográficas o posibles filtraciones de agua.
Pero… ¿Con qué propósito? Eliminar CO2. Brilliant Planet recuerda que si queremos evitar los efectos más nocivos del cambio climático, deberemos eliminar de la atmósfera entre 5.000 y 10.000 millones de toneladas anuales de CO2 hasta 2050. Y para lograrlo ha identificado un valioso aliado en las algas y su capacidad para absorber CO2 atmosférico y emitir oxígeno durante la fotosíntesis.
"Las floraciones de algas costeras son responsables del 20% del ciclo global del carbono y, en términos de productividad, son entre 10 y 50 veces más eficientes en la fijación de CO2 que las plantas terrestres por unidad de superficie", destaca.
¿Por qué algas? El sistema ideado por Brilliant Planet se aprovecha de esa capacidad. Su lógica es relativamente sencilla: deja que las algas absorban CO2 para luego secarlas y enterrarlas a escasa profundidad, creando depósitos capaces de conservar el dióxido de carbono secuestrado durante "miles de años", según las estimaciones de la propia empresa. Gracias a ese sencillo proceso de tres pasos —cultivo, secado y soterramiento en el desierto— sus responsables calculan que pueden eliminar 30 veces más carbono por hectárea que un bosque.
¿Qué datos maneja? Que por cada 600 kilos de algas enterradas elimina alrededor de una tonelada de CO2 de la atmósfera. Sus estimaciones apuntan a que la mitad del CO2 eliminado se extrae directamente del entorno de los estanques. El resto, del bicarbonato del agua con la que llena sus depósitos. "El proceso no altera la alcalinidad ni química del agua de mar —señalan desde la compañía—. Cuando el agua se devuelve al océano, restablece rápidamente su reserva de bicarbonato, eliminando la segunda mitad del dióxido de carbono de la atmósfera. El 85% de este reequilibrio tiene lugar en cuatro días y lo confirmamos con mediciones".
Para su propósito la compañía cultiva fitoplancton de origen local, lo que, argumenta, le facilita la adaptación a cada espacio y elimina los riesgos para los ecosistemas. En cuanto al agua, se toma de la profundidad del mar gracias a un sistema de bombeo. Una vez finaliza el proceso, la devuelven desacidificada a una capa menos honda para "promover la restauración de la biodiversidad".
¿Dónde trabaja la empresa? La compañía tiene su sede en Londres, pero asegura disponer de bases de "operaciones en Marruecos y Omán". En su web incluyen un cronograma en el que detallan sus diferentes fases de desarrollo entre 2003 y 2027. La CNN precisa que ha alquilado ya 6.100 hectáreas a las afueras de Akhfenir, localidad situada en la región de Laâyoune-Sakia El Hamra, en el Sáhara Occidental, un territorio reclamado y controlado de facto por Marruecos, pero reconocido por la ONU como territorio pendiente de descolonización.
Para su labor emplean estanques de 12.000 metros cuadrados. Quizás parezca mucho, pero el CEO de la firma, Adam Taylor, asegura que gracias a la capacidad de las algas para multiplicarse pueden llenar 16 piscinas así en cuestión de 30 días.
¿Cuál es su objetivo inmediato? Al menos a corto plazo la compañía quiere demostrar el potencial de su sistema. Y seguir creciendo. Lo explicaba hace un mes escaso, cuando recordaba que hasta ahora ha operado plantas piloto en "Sudáfrica (2013), Omán (2014) y el sur de Marruecos", donde dispone de instalaciones desde 2018. A lo largo del segundo trimestre de 2024 quiere iniciar la construcción de un espacio para demostrar su tecnología y empezar a operarlo poco después.
"Tras la construcción del sitio de demostración, Brilliant Planet pretende aumentar de forma modular su capacidad de eliminación de carbono, alcanzando un millón de toneladas de dióxido de carbono por año en 2030", abunda la empresa.
¿Por qué en el desierto? "No cuesta mucho dinero alquilar el desierto y a los gobernantes les entusiasma tener actividad económica", explica el directivo: "No compites con las granjas, ni los bosques. Estás fuera del camino, no molestas a la gente". Su objetivo a corto plazo pasaría por ampliar su planta piloto de Akhfenir a 30 hectáreas y seguir avanzando para lograr instalaciones mucho más amplias.
Para financiar su funcionamiento y expansión plantea vender créditos de carbono, un sistema cada vez más popular y que ya le ha permitido cerrar un acuerdo el mes pasado con la firma Block para eliminar 1.500 toneladas de CO2 antes de 2027.
Imágenes | Brilliant Planet
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*Una versión anterior de este artículo se publicó en agosto de 2023
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