Hay un hongo que transforma a las hormigas en zombies, y hoy estamos más cerca de comprender por qué

El género de hongos Ophiocordyceps es famoso por ser el hongo de las "hormigas zombi". Se trata de un parásito que afecta a insectos manipulándolos en su propio beneficio. Sabemos que este género contiene numerosas especies, pero al analizarlo, un equipo internacional de investigadores ha encontrado una microscópica sorpresa: los parásitos que afectan a este parásito.

Dos nuevas especies. Concretamente, las nuevas especies parasitarias fueron descubiertas en hongos Ophiocordyceps camponoti-floridani, una de las especies de hongos zombificadores que habita en el estado americano de Florida. El equipo que ha anunciado el hallazgo ha puesto ya nombre a estas posibles nuevas especies: Niveomyces coronatus y Torrubiellomyces zombiae.

La primera especie sería visible en la parte exterior de sus hongos-huésped, los Ophiocordyceps. El nombre se debería a que su aspecto es blanquecino y con pequeñas fibras, como si una capa de hielo o nieve recubriera a sus huéspedes. El segundo hongo sería más pequeño y se presentaría a modo de pequeños puntos en sus huéspedes.

Parásitos del parásito. Los investigadores consideran que estos hongos constituyen auténticos parásitos de uno de los parásitos más famosos del mundo. Los hongos debilitarían a sus huéspedes y podrían hacer estériles sus esporas.

“Cada vez que veíamos estos nuevos géneros que hemos descrito en los hongos, el hongo parecía machacado, realmente consumido por estos otros hongos”, explicaba en declaraciones recogidas por CNN João Araújo, miembro del equipo de investigadores.

El hongo de las hormigas zombi. Los Ophiocordyceps son unas especies que más han calado en el imaginario popular. Y no es para menos. El ciclo vital de este hongo empieza con sus esporas, que son consumidas por las hormigas. Una vez dentro del huésped, el hongo va creciendo y expandiéndose dentro del animal.

El hongo alcanza el cerebro y entonces toma el control de la hormiga. Su objetivo será conducir la hormiga hasta un lugar propicio para que el hongo pueda asentarse. Este proceso es el que ha valido a estos parásitos el sobrenombre de hongo zombi, y es que pese a acabar con la vida de su huésped son capaces de hacerlo moverse.

La estructura del hongo acaba ramificándose fuera del cuerpo de la hormiga para extender sus esporas y reiniciar su ciclo vital.

Podrían no ser los únicos. El hallazgo ha sido publicado por la revista Persoonia, y se basa en estudios genéticos realizados en muestras recogidas en Florida. Sin embargo los investigadores advierten de que el hongo local, Ophiocordyceps camponoti-floridani, es tan solo una especie dentro de un género numeroso, y que las diversas poblaciones de Ophiocordyceps de distintos lugares podrían presentar parásitos semejantes.

Control de enfermedades. La sospecha de que había algo que mantenía a raya a los hongos de las hormigas no es nueva. En 2012, un artículo publicado en la revista PLOS ONE daba cuenta de un misterio.

Los investigadores habían observado que la presión que los hongos ejercían sobre las colonias de hormigas era mucho menor de la que podría esperarse teniendo en cuenta la virulencia de las infecciones fúngicas y el tamaño de los “cementerios de hormigas” afectadas por estos parásitos.

El estudio, realizado en poblaciones en Brasil y Tailandia hablaba de la existencia de hiperparásitos (como denominan a los parásitos que atacan a parásitos) que “castraban” a estos hongos. El nuevo artículo señala la existencia de este tipo de organismos afectando a los hongos de Florida, lo cual implica también su probable existencia en otras regiones del mundo.

Mucho que aprender. Más allá de la ficción, hay mucho que podemos aprender de hormigas y parásitos y algunas de estas lecciones trascienden el ámbito de estas criaturas. Según explica Carolyn Elya, bióloga de la Universidad de Harvard (quien no participó en este estudio), los hongos parasitarios con la evolución se han convertido en “neurocientíficos expertos”. “Estudiando cómo logran resolver este problema podemos tener una mejor comprensión de nuestro objetivo general de entender cómo funcionan los cerebros o cómo producen conductas”, concluye Elya.

Entender cómo la naturaleza ataca el fuego con fuego también podría enseñarnos lecciones en otros ámbitos, desde el control de plagas al de enfermedades. Un ejemplo de esto último es el recurso cada vez más realista de recurrir a virus bacteriófagos para atacar las infecciones resistentes a los antibióticos.

Por ahora aún queda mucho por entender sobre las nuevas especies descubiertas y otras semejantes que puedan existir. Quién sabe cuantos organismos más seremos capaces de descubrir ocultos a plena vista.

Imagen | Ophiocordyceps Petch sobre un escarabajo. Patty Kaishian, Mushroom Observer

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