La carrera por obtener el espárrago más rentable lo está haciendo más vulnerable.
Por ello, necesitamos encontrar nuevas especies y invertir en nuestros programas de mejora
Sé que parece una locura, pero la inmensa mayoría de espárragos comerciales del mundo son primos hermanos. Da igual qué cultivar escojas que, con alguna variación, todos vienen de una pequeña población de plantas seleccionada en la Holanda del siglo XVIII.
Esa cuidada selección genética explica que los esparragales sean espacios hiperproductivos, pero también que la base genética del espárrago sea estrechísima. Es decir, su principal ventaja es también su principal problema.
Y cada vez más. En espárrago cultivado es una especie dioica. Es decir, tiene plantas macho y plantas hembra (plantas que suelen presentar flores de uno u otro sexo). La cuestión es que, en general, las plantas macho son "más productivas, precoces y longeva" y tienen un mejor comportamiento agronómico. Todo eso ha hecho que los productores lleven décadas buscando un tipo muy concreto de espárrago: el supermacho.
Es algo técnicamente posible, pero que "conlleva un tiempo y un coste elevado". Se puede hacer "mediante la autofecundación de plantas macho andromonoicas" [un proceso que genera muy pocas semillas] o bien "a través del cultivo in vitro de anteras" [que hace más complejo todo el ciclo].
Sea como sea, el resultado final es que toda la industria del espárrago va de cabeza a sostenerse sobre un número limitado de "híbridos clonales macho" y eso, como hemos visto con el plátano, es solucionar un problema, metiéndonos en otro peor.
Un mercado que no deja de crecer. Se estima que el tamaño del mercado de espárragos alcance los 33,70 mil millones de dólares en 2024 y, si todo va bien, que alcance los 40,79 mil millones de dólares para el final de la década. Es decir, a un 3,89% al año.
Estos movimientos (y la complicada situación internacional) fueron los que provocaron que en 2023 los precios del espárrago fresco subieran hasta un 40%. Y de fondo, el mismo problema que hemos visto con tantos otros cultivos: conforme más éxito tiene, más vulnerable se vuelve.
Salvar al espárrago. Por eso muchos investigadores, llevan años tratando de ampliar la base genética del espárrago. En España, el Departamento de Genética de la Universidad de Córdoba lleva desde 1999 con un programa de mejora que, además de "desarrollar nuevas variedades poliploides con características diferentes (sabor, color, compuestos funcionales y morfología)", busca emplear especies silvestres para hacer más robusto -- genéticamente hablando -- el cultivo.
Nuevos espárragos en China. Por eso, la aparición de una nueva especie de espárragos en China, en las montañas Dabie de Hubei, es una buena noticia. Incluso en el caso de que estos nuevos espárragos no sirvan para nada o terminen siendo solo plantas ornamentales (un uso, el ornamental, que mueve muchísimo millones de euros solo para esta familia de plantas), la idea de poder completar el mapa genético de estas plantas abre la puerta a programas de mejora más ambiciosos.
A menudo, la naturaleza tiene soluciones increíbles a problemas que nos hemos ido creando nosotros solos.
Imagen | Inge Poelman
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